martes, 24 de febrero de 2009

La impotencia

Tras el atentado de la noche de ayer en Lazkao, esta mañana se han concentrado unas 200 personas en el consistorio del municipio para mostrar su repulsa ante estos hechos. Son muchos años de rabia e impotencia ante quienes se creen dueños del futuro de los vascos hasta tal punto que con prepotencia lo condicionan con sus armas. Y algún día debía reventar alguno y cargar contra quienes, cobardemente, callan ante el sufrimiento de su vecino y contra quienes, cínicamente, justifican las tropelías de cuatro salvajes con los desatinos del Gobierno en materia antiterrorista. Eso ha ocurrido esta mañana en esta localidad del Goiherri guipuzcoano, cuando un hijo de concejal socialista ha atacado con un bate de béisbol a la Herriko Taberna situada delante de la casa consistorial. El agresor, un hombre de unos 35 años, se ha justificado esgrimiendo que le había destrozado la casa. Razones no le faltan porque son muchos años bajo el yugo de ETA, pero ese no es el medio de protesta ya que de esa manera sólo se alimenta el victimismo de quienes rechazan que los vascos tengamos derecho a la vida.

La violencia siempre ha sido una aliada de ETA. Desde su nacimiento vivió rodeada de ella ya que las fuerzas franquistas no escatimaban en fuerza para detenerlos. Ésto les ganó la simpatía de algunos vascos y no vascos que los veían como a unos revolucionarios antifranquistas. Además, ellos también adoptaron la violencia como modo de expresión con la “acción-represión-acción” de Krutwich. Eso ocurrió allá por los años 60, tras el asesinato del Guardia Civil Pardines y la muerte de Txabi Etxebarrieta, ya que ETA cumple este año, el 31 de julio, 50 años en los que ha atentado sin cesar, fuera cual fuera el estado de las cosas. Esta violencia que con el tiempo se ha vuelto indiscriminada ya que ya todos los ámbitos de la sociedad, hasta miembros propios, han sido objeto de sus amenazas o atentados. Esta locura les ha llevado a cometer atrocidades como el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Esta fue la gota que colmó el vaso de la sociedad vasca que desde aquel día perdió el miedo a ETA. Aunque esta ya se había desligado poco a poco, atentado a atentado, del terror que infundía la banda. Su apoyo social ha ido decayendo y muchos de sus primeros miembros, entre ellos fundadores, aborrecen su violencia. Además, el fin de la violencia de estado ayudó ya que muchos veían a España como enemigo de la Patria Vasca y empezaron a considerarla como otro país diferente, ajeno al nuestro.

Y es que el haber sabido administrar nuestra impotencia y rechazo ha sido clave en el deterioro de ETA. El “NO” hace mucho daño a su entorno, mucho más que un puñetazo o un porrazo. Debemos seguir luchando contra este monstruo contraproducente para nuestra Patria. Por eso, debemos continuar este camino de resistencia pacífica. Ya que darles argumentos lo único que hace es hacerles más fuertes. Por eso, aunque entienda la rabia de quien destrozó la Herriko Taberna de Lazkao no la justifico y me sitúo en contra. La violencia no engendra más que violencia y ETA desea que los vascos nos enfrentemos para verse vencedor. No perdamos el norte, seamos honestos y guardemos nuestra rabia para otras ocasiones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, Jon. Es fácil entenderle, pero no justificarle. Lo que hizo fue un error.

Si el ojo por ojo siempre está mal y es peligroso, aquí mas. Uno. Porque se corre el riesgo de entrar en una espiral de violencia de nunca acabar.

Dos. Porque como tú dices, se les dan argumentos con los que "justificar" su papel de víctimas.

Tres. Porque por un acto de rabia te estás jugando MUCHO, también personalmente.

Siempre, siempre, siempre hay que mantenerse por encima de ellos. La mejor respuesta es la pacífica. Ellos nunca podrían darla. Y eso dice mucho a favor de quien puede.