El partido de mañana va a ser de los tensos. Iré con emoción a verlo aun siendo consciente de que va a ser complicado. El Sevilla es un equipazo que puede llevarse a quien sea por delante. Tiene jugadores de primera fila y está en puesto europeos. Tiene todas las papeletas para pasar la eliminatoria sobre todo si tenemos en cuenta que el Athletic este año recibió 4 goles en el Pizjuán, un campo que se le da bastante mal. Por eso, el partido de mañana va a ser de supervivencia. Habrá que luchar cualquier balón y no dejar jugar y si es posible aprovechar alguna oportunidad para abrir el marcador y poner tierra de por medio. Se puede.
Además, contamos con la ilusión de los aficionados, jugadores y cuerpo técnico. Nos la jugamos. Ya son tres semifinales en siete años y todavía ninguna final. Espero que este año sea la definitiva. Son muchos años de sequía para el Rey de Copas. En Bilbao hay ganas de triunfo sobre todo después de estas convulsas temporadas que han minado nuestra moral. Yo sigo todavía mirando hacia el pozo de la tabla aun estando alejados. Es lo que tiene empezar abajo. Menos mal que se ha salido y que siga así.
Mañana a la noche, a estas horas, ya sabremos si tenemos medio pie en la final o si estamos desterrados o si, por último, se decide todo en San Mamés. Sea lo que sea, yo seguiré amando a mis colores. Aunque mi vagón de ilusión se vacíe, aunque mañana esté malhumorado gritaré por siempre jamás: ¡AUPA ATHLETIC!
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