viernes, 25 de enero de 2019

Un regalo muy especial


Todo empezó un día de diciembre. Estaba tranquilamente en casa cuando alguien tocó a la puerta. Era un señor muy bien vestido. Se presentó como Gabriel y dijo que era un ángel muy famoso. A mí no me sonaba, pero le dejé pasar. “¿No me conoces?”, me preguntó. “¿De verdad?”, volvió a inquirir. “No, ¿qué quieres?”, le contesté aguantando mi mala hostia habitual. “Vengo de parte de una persona muy especial”, me dijo. Alguien me había enviado un stripper cutre o a un testigo de Jehová para tocarme las pelotas.

- Alguien quiere hacerte un regalo muy especial, pero no puedo decirte quién.
- ¿Cuál si puede saberse?
- Quiere devolverte tu virginidad.

En ese momento pensé que me estaban tomando el pelo, pero me dio un dato que me hizo saber que hablaba en serio. Sabía que siempre he defendido que a caballo regalado no le mires el diente.

-¿Y duele?
- El día 25 sólo te sentirás más limpio.

Pasaron los días y llegó la mañana Navidad. Aquel día me levanté más ligero, como si hubiera perdido un peso de encima. Me miré al espejo, pero seguía igual que el día anterior. “Va a ser que tenía razón el viejete ese”, pensé. Salí a la calle y todo parecía distinto. Era como si tuviera un mundo por descubrir, como si el mundo fuera más dulce. Yo nunca había follado mucho, pero esto era diferente. Era como si de golpe me hubieran puesto un montón de feromonas encima. Me subía por las paredes. Era horrible. A la tarde no tuve más que confesárselo a un amigo.

-¿Qué vas a hacer con ella?
- Pues no sé. Me pasa como cuando te regalan un viaje, quiero irme ya, pero también quiero elegir bien el destino y la fecha.
- ¿Vamos a mi casa y te lo quito de golpe?