sábado, 26 de diciembre de 2009

Navidad

Las navidades son época de ilusión. Es un tiempo para la esperanza, ya que se acaba un año y viene otro. Son días para ver a los seres más queridos y para recabar fuerzas. Son vacaciones y tiempo de regalos, para demostrar, de una forma material, el amor que se tiene a alguien, o el compromiso en otro caso. Es algo muy criticable, pero también admirable. No podemos quedarnos únicamente con lo material de la Navidad, hay que recordar qué representa la mayoría de veces ese compromiso; que no es más allá que el aprecio imprescindible que necesitamos las personas para sobrevivir en este mundo. Porque, por muy ariscos que seamos, el hombre necesita de otro hombre para sobrevivir. Somos animales sociales e interdependientes.

La Navidad es también un periodo de reflexión. Es un tiempo que por su simbolismo nos lleva a recapitular. Primero, se acaba el año y toca hacer cuentas. Segundo, las Navidades pasan y las personas también. Uno recuerda de quién estaba rodeado hace un tiempo y de quién lo está ahora y hay un gran cambio. Puede que alguno haya estado siempre ahí, pero el que va a estar siempre ahí es uno mismo. Y no sólo porque la vida se lleve por delante a unos, sino porque nos separa a otros. Por eso, es imprescindible ser fiel a uno mismo y no caer en la melancolía, que nos lleva a creer que tiempos pasados han sido mejores. Puede que esto sea verdad, pero no impide que el futuro los sea también.

Los humanos pasamos toda la vida en presente sin ser conscientes de ello. Por eso vivimos anclados en el pasado o en un incierto futuro. Es contradictorio, pero es así. El presente es tan evidente que no lo notamos, aunque hablemos de “carpem diem”. Porque el presente es presente, pero fluye tan rápido que es pasado. Es algo estático para nosotros, pero dinámico en el tiempo y es ajeno a nuestra voluntad.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

No somos nada

Arrasemos con todo y creemos un nuevo mundo o, por lo menos, intentemos mejorar el presente. Hagámoslo desde el día a día, porque no vale gritar sin actuar, porque no vale criticar sin actuar igualmente con uno mismo. Es difícil. No nos gusta el mundo en el que vivimos, es normal, porque lo vivimos y no lo vemos. Quizás si lo viésemos desde fuera nos gustaría más. No estamos contentos con la vida que tenemos. Somos infelices y las mujeres (las que nos gustan, claro) no saben ni qué existimos. Eso sí, nosotros somos lo que ellas necesitan; somos inteligentes, cultos, pausados y románticos. También graciosos, ¡una ganga! Aun así, ellas los prefieren fuertes, duros y poderosos. Siempre se van con el más imbécil.

Nosotros somos rebeles sin causa. Pensamos que nuestra causa es la suya, pero nos hemos confundido, ellas no nos quieren así. Es el idealismo de unos pocos que se alimenta con la desidia de otros muchos. Ahora resulta que decir melonadas es ser romántico y que ser sincero es ser un bruto. Son curiosas las contradicciones que se dan en un mismo término, reflejo de que cada uno concibe la vida como puede. Es la abstracción que cada uno interpreta según puede o quiere, es la manipulación que convierte a un concepto en un mar de definiciones aunque en nuestra cabeza tengamos claro qué es. El lenguaje nos coacciona, nos coarta. No nos deja expresar lo que pensamos, nos limita.

Extraño mundo que vivimos y que tanto apreciamos. En el fondo, tenemos la bendita suerte de poder expresarnos de estas maneras tan imperfectas. Otros no pueden, bien sea porque no saben, bien sea porque no tienen tiempo para pensar y poco nos acordamos de ellos. Quizá esta entrada vaya a la basura del ciberespacio, pero por lo menos he podido ejercer otra vez más mi libertad de expresar lo contradictoria que es la existencia y de gritar, de manera subyacente, mis ansias por ser (reconocido) Superman y humilde a la vez. Algo que llevamos todos dentro y que nos obligamos a callar. No somos nada. Pasamos desapercibidos, el mundo no es como nos gustaría

Somos contradicción.

martes, 15 de diciembre de 2009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Escritos de II de Bachiller (I)

Rastreando cuadernos he encontrado varios textos que escribí en II de Bachiller. He decidido subirlos a mi blog, porque ahora que ando flojo de ideas, entretendrán esta bitácora. Son de la época de "Mujeres".


El futuro, el pasado y el presente

El futuro es una quimera que está en juego. Si miramos hacia delante es un enigma que se descifra con el paso del tiempo. Parece moldeable, modificable, vivo, pero en realidad está muerto. Está tan muerto como el pasado. Está congelado, o en fase de descongelación. No creo en el destino, pero el futuro es inamovible. No sabemos qué pasará, pero algo pasará. Ese “algo” será perpetuo, quedará para siempre, ahí quieto, como una mancha. Es imborrable. No hay duda, hay un futuro que se va a descifrar. Pero eso frustra. No hay un determinismo, por lo menos demostrable, pero si una tendencia. Yo sé, y todos sabemos, que el futuro es inamovible (ineludible). Que está ahí, que se quedará quieto. Pronto o tarde ese futuro será pasado. Es el destino a la inversa. Aunque haya varias opciones, siempre se elige una que te condiciona, y que queda anticuada en cuanto la tomas.

Lo único que está vivo es el presente. Es a la vez continuo, dura toda la vida, y fugaz, se escapa sin parar. No te puedes parar a pensar en el presente. Es imposible. El hombre piensa en el futuro y en el pasado, o al revés, y a la vez vive en el presente, pero sin darse cuenta de que ese presente ya es pasado.

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Simplemente vivo esperando. Tenso, nervioso, expectante. No sé qué pasará, no me importa mucho. Sólo quiero que el tiempo corra y huir con él hacia delante. Huir desesperado, escapar, suavemente, sin que nadie note o pregunte por qué.

Cada día me preguntan por mi futuro. No respondo. No sé qué haré de él o con él. Sé que mañana me levantaré y pasado, quizá al otro también... Bueno mientras mi corazón bombee sangre y mis pulmones respiren por mí. Pero no sé qué seré, o que voy a ser, o qué intentaré ser. Quizá acierte por defecto. Ni idea. No quiero trabajar. Quiero dormir, descansar, que todo vaya por su cauce. Pero la sociedad es antinatura, antihumana. Nos desarrollamos artificialmente. Tenemos esperanzas vitales, más allá de las posibilidades. Esto no es un cuento, parece más bien una competición.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Una de héroes

Ser héroe está mal visto. Parece que es ser ególatra y prepotente, aparte de que siempre habrá alguien que saque algo oscuro. Pura envidia muchas veces. Sin embargo, para mí, siempre ha tenido connotaciones positivas. Héroe era aquel que hacía algo extraordinario que era a la vez bueno para la comunidad, aquel que dejaba a un lado su individuo y luchaba por el colectivo. Un ingenuo en estos tiempos que vuelan más que corren. En estos tiempos de identidades volátiles y libertad absoluta; de caos. Un caos organizado como el libre mercado, eso es que quien “puede elegir, elige”, pero quién no; se jode. Es lo que hay y a callar, o la policía del pensamiento (con sus múltiples disfraces) nos hará creer que vivimos en una sociedad libre. Quizás, pero igualitaria no. Y sin igualdad no hay libertad.

Hay diferentes tipos de héroes. La mayoría tienen super-poderes físicos o mentales, u ambos, que arreglan la vida de sus vecinos. No obstante, echo de menos que algún super-héroe tenga el super-poder del sentido común. No digo que los super-héroes no tengan méritos o que sus poderes sean estériles, sólo pienso que a veces lo que más necesitamos lo tenemos más cerca de lo que queremos/ pensamos. Hace tiempo que deseo con pasión poder ver más allá de lo superfluo; centrarme en lo esencial. Lo que pasa es que, las pocas veces que me he acercado al núcleo he pensado que me he vuelto loco. Y no soy el único. Seguro que quien ha llegado a una conclusión profunda sobre cualquier cosa que sobrevuela nuestro interior se habrá dado cuenta de la superficialidad que rodea a todo lo que nos rodea. Asusta cómo se diluyen los matices y cómo pasamos de Historia a historietas como si lo que pasó, con sus múltiples enfoques y vivencias, fueran un cuento. ¿O no lo es?

Yo sólo aspiré a ser el Guardián entre el Centeno, aquel que vigilaba el flujo de su pueblo. Pero sólo era un sueño, ese trabajo está cogido por la Ética. Pena que sea tan maltratada. Ahora tendré que buscarme otro trabajo más humano en esta guerra llamada sociedad neocapitalista, en la que el humano es el último factor que importa. Lo racional no tiene por qué ser siempre positivo, por lo que el pragmatismo tiene un límite. Una sociedad deshumanizada es un caldo de cultivo de totalitarismos. No olvidemos la Alemania Nazi, porque si lo hacemos es probable que vuelva con otra forma. Aunque nadie lo crea, es fácil controlarnos; únicamente hace falta una distracción. Y estamos trabajando en ello.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Desgranar

Lo esencial es invisible a los ojos” (Antoine de Saint Éxupery)

Vivimos en una sociedad visual. Una sociedad por la que con la vista se cree analizar todo y en la que los demás sentidos quedan relegados a un segundo plano en el que la vista no puede actuar. Ese en este “plano ciego” en el que conocemos otras realidades más allá de la que nos parece la más segura. Y esa seguridad no es más que un espejismo. La vista es fácil de engañar, tan fácil que no nos salta a la vista. No hay más que fijarse que lo que en realidad es paralelo a nosotros nos parece convergente o que nos vemos muchas veces más grandes de cosas que son muchos mayores que nosotros. Esto lo sabemos, ya que es evidente y porque nos lo enseñan. Sin embargo, otras cosas que no nos enseñan pasan de largo sin darnos cuenta.

Para saltar esa barrera que nos impone el cegarnos con la vista, es imprescindible la abstracción: el poder salir de una perspectiva personal para mirar las cosas con una perspectiva más amplia que abarque el tema sin condicionantes. Es, en otras palabras, subir a la terraza para analizar el problema surgido en la calle. El salir de la realidad y obviar lo superfluo para centrarse en la base del conflicto. Ese aspecto tan esencial en nuestra vida, un aspecto racional, lógico y positivo, no es común en nosotros. En los conflictos no separamos el grano y la paja, y muchas veces nos quedamos con la paja. Es más, muchas veces diría que la realidad es una convención social en la que hay mucha paja y poco grano. En la que se llama loco a quien se centra en el grano y se premia a quien se centra en la paja.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La dictadura de la opinión y del 'yo'

En la época actual, a diferencia de las anteriores, la educación y las nuevas tecnologías han socializado la cultura. Tenemos, en teoría, los medios suficientes para tener una base que nos permita, al menos, entender generalidades. Pero eso no impide que nuestras carencias sean copiosas, ya que cuanto más sabemos; más desconocemos. Es un axioma sencillo, porque en cuánto crece nuestra preparación se amplían nuestros horizontes intelectuales. ¿Axioma o paradoja?

Aun así, el hombre humano es petulante por naturaleza. Pensamos que por subir un peldaño en la carrera infinita por el saber infinito hemos alcanzado la cima o, por lo hemos, que podemos montar un campamento base en el que aposentarnos. No es mala idea. El cerebro, al igual que las demás partes del cuerpo humano, necesita descanso. No obstante, el problema viene cuando creemos que nuestra mediocridad es sabia y pasamos de opinar a sentar cátedra; cuando creemos saber y dejamos de “no saber nada”. Esa soberbia, hija de la vanidad, nos condena al autismo intelectual. Pensar en nuestra erudición y dejar de escuchar a los demás es el primer paso hacia el deceso intelectual.

Y este defecto ocurre en nuestra sociedad actual. Tenemos en los medios de comunicación a muchos hombres y mujeres, con sus nombres y apellidos, que postulan sobre temas que desconocen. Son “catedráticos de manual”. Basan sus argumentos en banalidades y se dedican únicamente a graznar sin escuchar aportaciones ajenas. Es una sordera hecha por gritos que lo único que construye son muros infranqueables que bloquean cualquier discusión.

Las tertulias actuales se han convertido en campos de gente que afirmar sin escuchar, que enseña sin aprender y que se dedica a preguntar sin esperar la respuesta. Gente que para lo único que discute es para desahogarse y no para llegar a una conclusión, como quien tira la basura a un contenedor mientras espera que alguien vaya a recogerlo luego. Es la dictadura de la opinión en la que el argumento no es más que un mero instrumento para expresarse y no un medio para convencer; una vacuidad intrascendente que permite a uno escucharse. Una vanidad yoica que legitima ante el público que quien más grita tiene la razón. Y eso no tiene por qué ser así.

miércoles, 28 de octubre de 2009

¿Qué hay después del material?

Cuando nuestros abuelos nacieron, en pocos lugares estaban todas las necesidades cubiertas. La siguiente generación, la de nuestros padres, mejoró sustancialmente, aunque aún hubiera sitios donde se vivía sin tapar lo básico. No obstante, nosotros hemos tenido de todo. Es más, diría que hemos tenido demasiado y eso, pienso, nos ha frustrado. Ante la falta de medios, se pensó que llenarlos iba a ser preciso para que los humanos fuésemos felices. Pero se obvió nuestro afán de conseguir más de lo que tenemos y, en lugar de enfrentarnos al problema, decidimos seguir adelante con la descabellada idea de que el material iba a sustituir a lo espiritual. Se creyó que a través de los objetos iban a gozar los sujetos. Así, cuando se pasaba una mala racha se iba de compras o se compraba tal o cual objeto que iba a solucionar los problemas. Quizá servía durante un tiempo como sedante, lo cual en principio tampoco tiene porqué ser malo, pero el vacío seguía estando presente. Era como una droga, consumir exigía siempre más para ser feliz.

Por eso, me pregunto ¿qué hay después del material? ¿Qué necesitamos para poder vivir de una manera más o menos feliz? Con otras palabras, ¿qué necesitamos para gozar, en el más amplio de los sentidos de las palabras? ¿Cómo alimentar el espíritu?

Es una pregunta que resulta difícil responder. Sin embargo, algunas pistas tenemos. Por ejemplo, una pérdida o falta de algo no tangible no se puede sustituir por algo tangible. Los objetos no hacen feliz, sino las interpretaciones que hacemos de ellos. Eso es que el objeto en sí no tiene mayor valor del que le damos nosotros. Por eso, es harto improbable que nos haga sentirnos realmente felices. Puede que nos entretenga, lo que no es poco, pero únicamente quedará en la superficie del problema. Además, muchas veces sólo aporta nuevas infelicidades. Sobre todo cuando se fija uno en lo incompleto que está ese objeto y los complementos que necesita, muchas veces innacesibles.

De todos modos, no es lo más grave. El consumismo ha deshumanizado al humano. Ha conseguido que utilicemos al humano como fin y como objeto. Esto es algo que venía de antes. No obstante, en tiempos pretéritos no teníamos los conocimientos ni la cultura “igualitaria” en la que habitamos. Y eso influye en nuestro alma. La banalización de los sentimientos ha conseguido vaciar nuestro alma. Hoy en día se oye demasiado palabras redondas como “amor”, “amigo” o “te quiero”. Palabras o expresiones cuya profundidad ha quedado vaciada por superficiales impulsos que confunden al amor con las ganas de probar sexo (lo que no es punible) o el “te quiero” con el “tengo ganas de meterla hasta dentro”. Son sentimientos nobles convertidos en moneda de cambio del día a día, son poesía convertida en reportaje (O jodes o te joden).

Mientras que los modelos sociales sigan siendo ordinarios y surpefluos, y el nuevo Dios sea el consumo seguiremos sin “cultivar nuestro jardín”. Aun así, yo me pregunto, ¿qué hay después del material?

jueves, 22 de octubre de 2009

Fielmente humanos

Muchas veces nuestra cobardía nos lleva a escondernos detrás de la gente. Es algo totalmente humano, pero totalmente criticable. Esa abstracción nos libera de nuestras culpas, nos excluye de cualquier problema del que formamos parte como aquel que cuando hay un examen huye de clase fingiendo que está enfermo. Porque, por mucho que no queramos verlo, formamos parte de esta sociedad, aunque muchas veces hagamos dejación de ello. Es verdad que la construcción social es injusta. Es también cierto que hay una selección natural. Sin embargo, mandar todo a la mierda cada vez que algo falla es, aparte de estúpido, poco recomendable.

Y lo digo porque no nos damos cuenta de que a pasos y a golpes se aprende; del error, más concretamente. Y escondernos detrás de la sociedad cada vez que algo falla es erróneo, aparte de algo cobarde. Es cierto que nuestro comportamiento en comunidad es diferente al individual, ya que se diluye nuestra personalidad en el grupo. No obstante, no implica diluir nuestra responsabilidad en el grupo. Los humanos no somos objetos, sino sujetos y, por ello, somos activos y en gran medida conscientes de nuestros actos. Otra cosa es que no nos interese, pero la mayoría de las veces sabemos lo que, desde el punto de vista ético, hay que hacer. Y somos también conscientes de qué no funciona en esta sociedad. Es evidente que hay disfunciones, ya que no somos perfectos, sin embargo nuestros análisis son parecidos. Todos nos vemos oprimidos por los demás, sobre todo por algún “cabeza de turco” abstracto como la sociedad. Pero no hacemos nada por cambiarlo.

Y es que es muy fácil la queja sistemática; la crítica corrosiva y destructiva. Es también fácil abocar a nuevos regímenes y nuevas construcciones abstractas, pero en teoría más justas. Aun así, la realidad es más compleja. No concebimos que las cosas no se destruyen, sino que se transforman. Por lo que, para que ahonden socialmente los valores democráticos se necesitan muchas generaciones. Además, si no cambiamos nuestro comportamiento individual es imposible que cambiemos el comportamiento grupal. No olvidemos que la sociedad es una suma de individuos que, aunque diluyan aspectos en el grupo, siguen tomando parte en él. Es la interdependencia.

domingo, 11 de octubre de 2009

Musika pertsonala

Azken asteotan Berri Txarrak-ek bere azken diskoa aurkeztu du. Payola izenarekin datorkigu azken lana. Disko gordin ta azkar, Jaio.Musika.Hil-etik oso aldenduta. Ta diskua bezain potente zuzeneko emanaldiak datozkigu; Basauriko hain zuzen ere. San Migueleko jaietan jo zuten naparrek ta oso kontzertu ona eskeini ziguten. Lehen birakoak baino azkarragoa izan zen emanaldia. Kitar zorrotzak, aho sakona ta giro berezia. Bertan azken diskoko abestiak jotzeaz aparte, zaharrak ere jo zituen taldeak. Jenteak kontzertua disfrutatu zuen, halaxe esaten zuten gure arpegiak.

Kerobiak ere emanaldi oso onak eskeintzen ditu. Ezberdiñak dira, agian nostalgikoagoak. Hala ere, oso elektrikoak. Ahotsak kulunkatzen gaituen bitartean, kantantearen hezurrak dardaraka ari dira eszenatokian, abestieen sentipenak helarazi nahian. Izan ere, pianoaren kutsua nabaria da. Musika nostalgikoakoa, ta aldi berean hunkigarriagoa, bihurtzen du instrumentuak. Giro intimoa sortzen da, geure penak ta ilusionak elkarren alboan zintzilik, geure desio ta oroitzapenekin eskegita. Agian letraren batek lehortuko ditu. Nork daki?

Euskal eszena Nafarroatik pasatzen da. Niretzako dauden bi talde onenak bertakoak direlako. Oso letra onak, poesia dela esaten ausartuko nintzateke, ta musika sakona. Zerbait esaten digute Kerobia ta Berri Txarrak-ek kantatzen dutenean, zerbait pertsonala, polit bezain erakargarri. Harrigarria azken finean, ze erras ikutzen dituzte gure baitango hariak!

PD: Parkau nire euskera makala

miércoles, 7 de octubre de 2009

Tropa de élite; una lección de ética

Hace ya tiempo que vi en el cine la película “Tropa de élite”, que trata sobre el BOPE, el cuerpo de élite de la policía brasileña. Una película que me dejó un sabor agridulce, dulce porque vi un cuerpo que no se doblaba ante la corrupción y agrio, porque utilizaban la violencia indiscriminada para combatir a las mafias de las favelas. Pero aparte de esos temas desgrana otros como la corrupción política y policial que hay en Brasil y el que a mí más me agradó: la demagogia juvenil sobre el tema policial. Sé que lo que voy a exponer suena a carca, pero me parece injusta la visión que se tiene sobre la policía en general. No seré yo quién defienda sus brutalidades ni quien pondere su perfección, pero creo que la policía hace un trabajo sucio que muchas veces no es reconocido (en parte, gracias a esa visión anti-sistema de la izquierda moralista, que sólo se acuerda de la brutalidad policial cuando les perjudica) y que da una mala imagen de ella. Es una concepción muy común entre los revolucionarios de salón, aquellos que sueñan con barricadas mientras ven su televisión de plasma.

En la película esta visión “bobo” (bohemia-burguesa) queda definida en los compañeros de clase de Matías. Recordemos que éste es un policía de raza negra que estudia derecho rodeado de hijos de magnates y clase media brasileña, que no paran de quejarse de que “paran sus coches y los tratan con vehemencia”, en lo que tienen razón. Pero la paradoja aparece cuando se descubre que éstos son drogadictos y colaboran con las bandas, pasando droga a la universidad, y que sólo se manifiestan cuando matan a uno de los suyos. Esa actitud me recuerda a muchos revolucionarios que conozco (no todos, evidentemente). Son gente, por lo normal, culta e inteligente pero que peca de vanidad. Son los típicos que se quejan de la policía cuando les quita sus “litros” y que afirma que el Gobierno les alienta mientras se fuman un canuto; ¡bendita paradoja! Son los mismos que hablan sin parar de la opresión de los trabajadores mientras que ellos colaboran consumiendo productos de marcas que explotan en el tercer mundo o son indiferente al sufrimiento del prójimo. O los que, y esto es lo más sangrante, alardean de “anti-imperialismo americano”, pero pasan sus vacaciones en EE.UU. o consumen como locos sus productos, aun siendo ellos tan anticapitalistas, a la vez que postulan por un “bloque anticapitalista” al estilo soviético, que lo único que hacer es pisar los derechos individuales de los ciudadanos (mucho más que en EE.UU.).

Por eso, “Tropa de élite” me parece una lección de ética. Ya es hora de desenmascarar a estos moralistas de tres al cuarto, que no hacen más que hablar de lo que no hacen y hacer lo que no dicen. ¡Basta ya de creer que la policía es mala en sí y no porque los policías son malos! ¡Basta ya de tanto pro-totalitario pseudo-demócrata! ¡Basta ya de anti-sistema sistemático! Y, en fin, ¡Basta ya de tanta estupidez! Seamos serios y tengamos criterio.

martes, 29 de septiembre de 2009

Porno a las seis de la tarde

Llevo un tiempo sin escribir en el blog. Es mi culpa, bueno también la de internet que no funciona. Es tortuoso entrar en una página y que tarde en cargar “la de Dios”, para que al final la conexión se “acabe” y quedes igual que antes. Aun así, le he dado vueltas a la cabeza como de costumbre y se me ha ocurrido hablar sobre la televisión y su programación.

En esta entrada no es que vaya a aportar nada nuevo, pero si quería hacer una petición: que pongan porno a las seis de la tarde, de manera que toda la chavalería que se queda hasta la una para ver un par de pechos y lujuria no tengan problemas de insomnio. Parece una tontería, pero mucha gente trasnocha para ver este tipo de películas, más de lo que pensamos, y al día siguiente no puede ni con el alma al escuchar el despertador. Quizá sea una de las razones del bajo rendimiento de los alumnos, ya que pierden los hábitos de sueño y no recuperan por la noche lo que gastan por el día.

Muchos dirán que soy un salido, yo les diré que no veo la televisión, por lo que a mí que pongan películas porno o al último que se ha “tirado” a Ana Obregón me da igual. Aunque, si tuviera que elegir, preferiría la primera, ya que por lo menos dice cosas más inteligentes que el segundo. Además, ambos cuentan básicamente lo mismo, sólo que una lo hace gráficamente, mientras que el otro lo hace de forma indirecta. También hay que tener en cuenta que la primera suele estar de mucho mejor ver, a pesar de que deje poco a la imaginación. Todo no se puede.

Y es que el porno está mal visto en nuestra sociedad, mientras que cosas que aboyan más la mente, como el corazón o los bodrios sentimentalistas, están simplemente vistos. Porque claro, aquí nadie ve “Gran Hermano”, aunque luego todos conozcan a los concursantes. Tampoco nadie conoce a Belén Esteban, pero todos saben que el Defensor del Pueblo andaluz la va a denunciar. Por eso, y por mucho más, pido que en lugar de esta basura pongan porno. Así los niños aprenderán lo que hacen los mayores y quizá nos dé por hacerlo más, con lo que quemaríamos mucha mala leche y estrés y seríamos más felices. Piénsenlo.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Amores perros

-Hable ahora o calle para siempre.

-Hablo y hablaré por siempre. ¿El amor? ¿Qué es el amor? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Muchos han intentado explicarlo con teorías inverosímiles y volátiles. Otros, quizás con más acierto, lo han intentado a través de las metáforas, de la poesía. Fútil. El amor... ¿Para qué? ¿Quién lo sabe? ¿Qué más da? ¿Quién quiere conocer el amor cuando ya lo ha conocido? ¿Quién quiere un segundo bocado? ¿Quién se va a ilusionar con la segunda vuelta de un partido perdido? Esta boda es inaudita. Paradójico que un cura case a dos personas y dé lecciones de algo que tiene prohibido por naturaleza; el amor. Aman a Dios, bien es cierto, pero no tienen derecho a amar, a enamorarse más concretamente, del prójimo o la “prójima”. Cosas de política.

Pero yo repito, ¿por qué? ¿Por qué casar a quien no se quiere? ¿Acaso un sermón va a encender el amor que años de pasión incontrolada no ha avivado? Las palabras se las lleva el viento y el viento hace que esas palabras desaparezcan en el fulgor de los tiempos. Sin pasión, esas ideas pierden fuelle y acaban siendo un doloroso suspiro. Ni el mejor cursillo de matrimonio habido y por haber, ni el mejor cura, el más influyente, puede crear un sentimiento tan profundo como el amor. Un sentimiento que quizá sea fugaz, pasajero o, incluso, únicamente ilusorio, virtual. Como salir hacia dentro.

Por eso, exijo, ¡paren esta boda! Ellos no se quieren, yo tampoco la quiero, nadie lo hace aquí. Usted y usted, ¿por qué decidieron casarse? ¿Para traer críos al mundo? ¿Se quieren o únicamente les une la amistad y el amor a su prole? ¿Nos casamos por qué nos queremos o por qué queremos querernos en un futuro, gracias a creaciones posteriores? Yo me pregunto sin respuesta si morir solo es síntoma de derrota o de victoria. Quizás la respuesta no exista o quizá esté en el día del juicio final. Pero la clave es saber si podré aguantar el camino en solitario.

Si supiéramos las respuesta no haría falta preguntarse. Pero como no las sabemos, erramos hasta acertar, aunque nunca lo hagamos. Nos creemos seguros de respuestas que desconocemos y jugamos sobre el futuro como si de un tablero se tratase. Usted cáseles Señor Cura, pero que no caiga el peso del fracaso sobre mí ni los míos. Nosotros les avisamos; “está usted cometiendo un error” le dijimos. Esa mujer no merece a ese hombre, esa mujer se ha cepillado a mi hermano para casarse con mi mejor amigo. Así se escribe la Historia y así se la transmitimos. Hasta que la muerte los separe, amén.

-¡¡¡Amén!!!

sábado, 12 de septiembre de 2009

Deshacer el espejismo

La desmitificación es dura, porque es fruto del conocimiento y como la mayoría de los frutos del saber es de digestión dura. Es amarga, ya que la mayoría de mitos provienen de lagunas o, mejor dicho, de oasis; espejismos. Uno conoce los rasgos que hacen a alguien importante, digno, admirable. Pero desconoce sus defectos y, sobre todo, no ve que es una persona normal. Por eso, muchas veces ocurre que tenemos mitos, porque buscamos en los demás lo que no tenemos o no sabemos que tenemos. Es lo que tiene ser diferentes pero iguales, creamos espejismos y envidias, que luego toca deshacer. Y duele.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Como chimbo entre maketos

“La Iglesia (de San Vicente de Abando) está allí, donde la asentaron; pero salvo la casa del gran Sabin y los venerables plátanos de los jardincillos, todo a su alrededor ha cambiado” Diego Mazas, prólogo de El Bilbao del Maestro Valle de Alfredo de Echave.

Estoy leyendo un ensayo de Jon Juaristi sobre el dialecto de Bilbao y el nacionalismo vasco en el que he encontrado esta cita que describe a la perfección mi presente en San Sebastián. Aun no siendo autóctono, ni considerándome, me siento extraño entre tanto desconocido. Es paradójico. Pero la vida está llena de contradicciones que la hacen más flexible e imprevisible. Radica en esta elasticidad uno de sus atractivos. La rigidez hace que las cosas sean aburridas. La monotonía es repetitiva. Y necesitamos aire fresco para respirar, ya sean los pulmones o el propio alma. Sin esa frescura decaemos hasta la profunda nada del aburrimiento eterno y morimos en vida. Somos así.

En estos días de soledad, buena compañera, pero jamás eterna, he comprendido cómo se sintieron aquellos que vieron el gran cambio que sufrió Vizcaya. He sentido cómo era un extraño en mi hábitat, de qué manera ha cambiado la morfología habitual de la residencia y, en definitiva, de que el tiempo pasa inexorablemente. Es el reloj de arena que marca nuestro fin, ya sea de una etapa o de todo el recorrido. No hay vuelta atrás.

En estos días, también, he reafirmado que la soledad es una buena compañera. Es imprescindible, pero jamás deber ser única. Bastante solos estamos en lo más profundo de nuestro alma como para que nuestra parte superficial quede abocada al aislamiento. Sería decaer, ya que el paso del tiempo se difuminaría en la monotonía y perderíamos al presente. Sin ritmo, sin nadie, no somos nadie. ¿Por qué estás realmente vivo si solamente lo sabes tú? ¿Acaso no son los demás los que nos hacen vivir?

Los poetas románticos no sé qué tenían en la cabeza. Quizás sintieron una soledad superficial, quizás se sintieron solos, pero hicieron publicidad de ello. Yo también lo hago, lo admito. Es atractiva la pose del solitario, pero sólo quién ha conocido la verdadera soledad es capaz de entender que la verdadera soledad no es paz, sino muerte y abandono. Tuvo que ser duro sentirse “chimbo entre maketo” como es duro estar solo en esta vida. Por suerte no es mi caso y espero que jamás lo sea, aunque lo más recóndito de mi alma busque a otro alma igual.

PD: Que nadie tome lo de maketo como una afrenta racial. Nada más lejos. Es simplemente la expresión que define bien mi estado. Por cierto, maketo es una palabra cántabra. Expresa como “coreano”, “pozano”, “belarrimotx” (orejas cortas) o “trenak ekarritakuak” (venidos en tren) ese desdén que tenemos los autóctonos por quienes vienen de afuera (actitud reprochable). En Bilbao pasó como en otros lugares y no fue patrimonio único de nacionalistas vascos. Lo que pasa es que como Sabino Arana socializó “maketo”, parece que somos los únicos racistas. Cuando ni lo somos, ni fuimos los únicos. Sino me creen lean a Unamuno o Indalecio Prieto.

viernes, 28 de agosto de 2009

Martín (I)

En su pueblo no era muy conocido, como tampoco lo fue posteriormente en la ciudad. En Bilbao, más concretamente. Era un chico formal y taciturno. Tenía su grupo de amigos, a los que apreciaba y por los que luchaba, y también tenía a su familia, a la que honraba y respetaba. Martín era, por lo tanto, un chaval anodino. No era muy alto, pero tampoco bajo. De pelo castaño y ojos claros pasaba indiferente para las mujeres. No era conocido por sus grandes amoríos. Quizás había tenido un par o tres aventuras con chicas que conoció en fiestas de pueblos. Pero no había destacado por sus conquistas, algo que no le molestaba, pero que le punzaba el corazón y algo más abajo también. Él veía cómo se portaba bien con los demás, sin embargo, no veía que la Justicia Divina fuera honesta con él. No es que Martín fuera especialmente religioso, aun teniendo un tío párroco. No obstante, creía que existía una especie de Ley por encima de los hombres que repartía Justicia. De ahí que una de sus frases favoritas era “el tiempo pone a cada uno en su sitio”. También solía repetir, en momentos de mala uva, que “a todo cerdo le llega su San Martín”. Quizás por llamarse así, pensó que él era una especie de juez divino. Eso le consolaba, ya que justificaba su falta de fortuna con las mujeres. Martín representaba la sentencia de la Justicia Divina en forma de mujer. Pensaba Martín, y lo hacía en repetidas ocasiones, que quién tenía una buena mujer era alguien que había sido bueno. Luego, no se explicaba la violencia de género. Decía que la excepción confirmaba la regla, que había mucha bruja y loco suelto o, directamente, evitaba el tema. No quería que su balanza se desequilibrase. ¿Cómo consolarse si, ni siendo bueno, se va a ser feliz? ¿Para qué vivir entonces?

Había salido del pueblo en busca de trabajo y lo encontró. Trabajaba en una tienda de ultramarinos en la calle Iturribide en el Casco Viejo de Bilbao. Era una calle estrecha y algo oscura, en la que los bilbaínos se dedicaban a “chiquitear” (beber vinos y cantar). La tienda no era muy grande y ofrecía un poco de todo; desde alimentos hasta artilugios para limpiar el hogar. El dueño era un señor mayor que era primo de su padre y paisano suyo. Se llamaba Enrique de Larrabide, aunque Martín le llamaba “On Enrique” o, directamente, “Jauna” (señor). Además, el joven se dirigía a su jefe en “berorika” (fórmula eusquérica que sirve para mostrar respeto), en lugar del “Zu” que utilizaba en casa. Don Enrique tampoco es que fuera una persona arisca, era más bien de trato fino y amable, pero infundía respeto. Físicamente representaba al aldeano elegante. Vestía con estilo e iba siempre como “un pincel”. Olía a colonia y tenía maneras. Llevaba la tienda desde hacía 20 años, cuando vino a Bilbao de “hacer las Américas”. Don Enrique estuvo trabajando unos años en Estados Unidos como pastor e hizo allá mucho dinero. Era un trabajo duro y tuvo más de un problema con bandidos. Por eso, en cuanto pudo, volvió a Vizcaya, dónde, con el dinero ganado en ultramar, abrió el ultramarino en el que trabajaba en la actualidad. Sin embargo, aun yéndole bien, echaba de menos su pueblo y sus costumbres. No se hacía a la vida de ciudad, aunque tuviese grandes amigos y no le fuese del todo mal.

Martín aprovechaba el tiempo libre que tenía para distraerse. Paseaba, leía o quedaba con algún amigo. Normalmente solía ir al bar Melilla y Fez a degustar los pinchos de tortilla que ahí servían. El bar estaba en la misma calle en la que trabajaba y le conocían todos. Martín solía llegar después de trabajar. Tomaba una cerveza o un vino y charlaba con sus dos amigos Peru y Antón y con quién se pusiera por delante. Peru era como él, un hijo de aldea. Alto, fuerte, rubio, de ojos claros, era el terror de las mujeres que conquistaba sin casi desearlo. No obstante, su timidez, símbolo ancestral de los vascos, le impedía rematar la mayoría de las conquistas y sólo lo hacía con las más fogosas y descaradas. Al ser de otra zona de Vizcaya diferente a la suya, hablaba otro dialecto vizcaíno. Antón, en cambio, era bilbaíno de pura cepa. Criado en la Plaza Nueva había vivido siempre en la villa Liberal. Hijo de comerciantes de la Ribera, apenas hablaba vasco, que había perdido al mismo tiempo que sus padres aprendían el castellano. Por eso, Antón, Peru y Martín discutían sobre lo divino y lo humano en castellano, aunque a veces, las más, acababan a grito pelado en vasco. Sobre todo, cuando había desavenencias políticas o insultos de por medio. Por lo que visto, la fogosidad que no les despertaban las féminas en sus seres, lo hacía la política.

Los tres compartían algunas preocupaciones, a pesar de ser muy diferentes. Mientras Peru o el mismo Martín devoraban libros y periódicos, Antón se dedicaba a construir e inventar cosas. Eran mentes inquietas en una ciudad en la que aquello, aun siendo normal, pasaba inadvertido. No sabían adónde ir, ni cómo explotar sus dudas. Sólo pasaban el tiempo intentando arreglar un mundo que cada día se les hacía más grande y más injusto.

¿Continuará?

miércoles, 26 de agosto de 2009

Bietan jarrai



El marco del propio análisis nos lo ofrece el propio lema de la organización (Bietan Jarrai- Continuar en Dos) donde el hacha, símbolo de la fuerza, y la serpiente, símbolo de la astucia y el engaño, se entrelazan en un objetivo común: la instrumentalización del problema nacional vasco al servicio de una estrategia revolucionaria a escala planetaria”.

Aconsejado por un amigo, decidí leer este libro. Tenía curiosidad por leer la única obra publicada de Joxan Rekondo. Rekondo, actual portavoz foral de Alkarbide en Guipúzcoa, es conocido por haber sido alcalde de Hernani en la época dura de la Kale Borroka, de la que fue víctima en varias ocasiones. Aparte de político, es también un prolífico articulista político. Suele escribir periódicamente en la revista Goiz-Argi y ha colaborado con otros medios. Este libro, escrito hace más de 10 años, pero cuya valía sigue vigente, puede decirse que es una síntesis de sus artículos sobre el mundo del MLNV. Ayudado por Imanol Lizarralde, a quién agradece este gesto en la dedicatoria, intenta explicar de una forma sencilla la estrategia “Oldartzen” y lo que ésta ha conllevado a la sociedad vasca.

El libro se divide en tres partes. En la primera, Rekondo desmenuza Oldartzen y la “socialización del sufrimiento”. Para quién lo desconozca “Oldartzen” fue la ponencia de ETA que abrió paso a la kale borroka, allá por el año 94. Un arma violenta que el MLNV ha utilizado en combinación con la violencia política de ETA. Ambas se utilizaban para amedrentar y coartar a la sociedad vasca. La diferencia entre ambas estriba en que la primera es una violencia “callejera”, utilizada para “socializar” el sufrimiento de ETA a todo el país. Los blancos de ésta eran mucho más variados que los de la violencia de ETA, que únicamente atentaba contra “elementos concretos”. Era una violencia que servía como aviso ante lo que ETA podía posteriormente cometer. De esa manera buscó el MLNV desunir a una sociedad hastiada de su violencia política.

Oldartzen fue, además, la ponencia en la que el MLNV incidió en la “lucha de masas” y se dejó a un lado la cuestión electoral. Esta “lucha de masas” estuvo centrada en el acercamiento de los presos de ETA a cárceles vascas, al igual que hoy lo está alrededor del TAV. A través de éstos se intentó romper el cerco social que limitaba la dinámica del MLNV. Para ello utilizó la táctica de “la zanahoria y el palo”. Esta táctica se sustenta en atraer a grupos sociales, creando espacios de distensión, con los que se puede llegar a acuerdos en políticas sectoriales, mientras a la vez la kale borroka o la misma ETA atiza. El ejemplo es ELA, que decide actuar con LAB mientras ETA asesina a 3 de sus miembros.

En la segunda parte del libro Rekondo se centra en estos “espacios de distensión” creados por el MLNV para romper su marginación política. El autor cita a Elkarri, quien sólo llama a manifestarse contra las decisiones que perjudican al MLNV, aludiendo a estos grupos que, llenos de palabras amables, únicamente cumplen órdenes del MLNV. Explica de forma sucinta como cada vez que ETA atentaba, Elkarri llamaba a “no manifestarse para no agravar la tensión”. En pocas palabras, cómo el MLNV jugaba con los partidos y sindicatos abertzales, gracias a la buena fe de sus dirigentes que pensaban que la paz iba a llegar. Porque el MLNV siempre ha utilizado la violencia para desestabilizar la política y la tregua como elemento táctico, ya que se toma como un gesto de “buena voluntad”, para engañar y ganar tiempo.

En la tercera parte, se hace un resumen del año 97. Año en el que HB y el MLNV sufrió duros reveses sociales, primero cuando la encarcelación de la Mesa Nacional por difundir un vídeo, y segundo, cuando ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco. En el primer suceso Rekondo describe la hipocresía del MLNV, ya que distingue a los presos de ETA que convierten sus juicios en políticos y a los dirigentes políticos, cuyos abogados los defendieron jurídicamente. Además, explica que aquello fue un fracaso, puesto que socialmente no hubo apenas respuesta. En el segundo, cuenta cómo la sociedad vasca respondió al asesinato del edil de Ermua. Pero que, a pesar de ello, se rompió la unidad política contra ETA, ya que el “españolismo” quiso hacer suya la “rebelión cívica” vasca y el desconcierto del nacionalismo vasco.

La obra de Rekondo es, en definitiva, la explicación de la estrategia revolucionaria del MLNV. Una estrategia que, según su autor, “utiliza el nacionalismo como adherente”, pero que responde a una “naturaleza revolucionaria”, que únicamente busca sustituir el orden actual por otro de naturaleza socialista. Así, sentencia que utiliza a los vascos “como los carlistas lo hicieron, haciéndolos luchar por una causa que no es la suya”. En su epílogo ofrece unos jalones de convivencia e integración democrática. Rekondo incide en recuperar el “espíritu del Estatuto”, que han incumplido los españolistas, de manera que se recupere la ilusión y podamos vivir en una Euzkadi para todos.

Es un libro imprescindible para entender a fondo la dinámica del MLNV; muy bien documentado y con interesantes citas que ayudan a entenderlo. En otras palabras, una obra magnífica y sencilla que abrirá muchos ojos y cerrará muchas bocas. Muy recomendable.

viernes, 21 de agosto de 2009

El peligro está en casa: aportaciones vascas a la simbología ultra española (I)

Son muchas las veces en las que a los vascos, sobre todo a los que somos abertzales, nos insultan cantando el “Cara al Sol” o dando “Vivas a la Guardia Civil”. Nos gritan esto, porque saben quienes lo hacen, la mayoría de veces suelen ser aduladores del fascismo, que nos duele escuchar vivas a estos símbolos de la opresión española en Euzkadi. Pero quienes nos gritan estas cosas no saben que esos símbolos de opresión, tanto vasca como española, nacieron en nuestra propia casa. Los fascistas españoles y patanegras adyacentes desconocen que estos símbolos del españolismo más cerril e intransigente, el que ahora es “de centro reformista y liberal”, son casi genuinamente vascos. Es más, me atrevería a decir que euskaldunes, ya que muchos de los creadores eran vascófonos de cuna. He aprovechado el nuevo hilo del Sr. Erkoreka para profundizar sobre tres símbolos hispánicos, que fueron creados o inventados por vascos.

El primer símbolo es la propia Hispanidad. Esta idea es la abstracción de lo “español” e “hispano”, que caracteriza a todos los pueblos “hijos de España”, unido a la tradición católica de España. La idea de la “Hispanidad” surgió de un cura vasco de Abadiño. Zacarías de Vizcarra, así se llamaba, había escrito un breve catecismo en euskera (Cristiñavaren Jaquinbide Labustua) antes de crear el término. El vizcaíno, que hacia 1930 vivía en el exilio argentino, opuso la “Hispanidad” a la “Raza”, comparándola con la Cristiandad que reagrupaba a los pueblos cristianos. Vizcarra quiso reagrupar a todos los pueblos “hispánicos” bajo ese nombre, pero además dotó a su invención un toque tradicionalista católico bastante tenebroso. Vizcarra postulaba que España y su “estirpe” tenía dos misiones para salvar a la Humanidad cristiana; la primera era derrotar al “Anticristo y a toda su corte de judíos en el nombre de la Cruz” y el segundo “cantar un día el Credo de Nicea en la mezquita de Santa Sofía, después de haber rasgado en su pórtico, entre los aplausos de la Morisma bautizada, los falsos mandamientos de Mahoma”. Fue, además, gracias al vitoriano Ramiro de Maeztu que la Hispanidad fue la fiesta española por excelencia.

Vizcarra organizó unos años más tarde, con otros “apóstoles de la paz y la concordia”, el “Congreso Eucarístico Internacional” de Buenos Aires en 1934. En aquel cónclave, tomó la palabra el insigne Cardenal Gomá, y en nombre de la Iglesia Española tomó como ideología eclesiástica la Hispanidad de Vizcarra que, entre otras cosas, defendía que América era obra de España y que, por ello, era obra de cristiandad. Aun poniendo reparos, además advertía de cómo hacer más “eficazmente raza” y trabajar por ella. Goma, entre otros, fue de los curas que estaban allanando el terreno para la sublevación franquista del 36, que tildó de lucha contra los “Sin Dios”. Vizcarra, que fue luego colaborador del obispo de Toledo, antes de fallecer escribió otra obra llamada “Vasconia españolísima” en la que defendía que los vascos, de ascendencia cántabra, éramos los fundadores de la actual España, ya que poblamos castilla y les dotamos de una dinastía. Postulaba también que el euskera era la lengua de la España indígena y que el País Vasco Continental era “la primera colonia española”. Aunque lo más delirante era que Vizcarra opinaba que el nacionalismo vasco era cosa del “malvado francés” y que era utilizado éste por el marxismo. Aparte, escribió 4 letras para el himno de España, de las cuales una era religiosa, otra española y las otras dos hispanoamericanas.

Fuente: Biografía de Vizcarra, Discurso Gomá, y Wikipedia

Continuará...

miércoles, 19 de agosto de 2009

Maltrecho caballero

Decía el filósofo británico Thomas Hobbes que “el hombre era un lobo para el hombre”. Y aunque tenía razón, podría haber apostillado que “en el sexo no hay amigos ni caballerosidad”. Porque el mundo sexual es una auténtica guerra, en el que las concesiones se pagan caras. Quien quiere “meterla en caliente” debe de luchar contra viento y marea, debe jugar sucio para poder disfrutar del fruto prohibido.

En el aparejamiento no hay lugar para la caballerosidad o la amabilidad. Este ritual animal no entiende de leyes más allá de las leyes animales que lo sustentan. Los modales poco importan, porque las cosas entran por los ojos y sólo los clichés sociales pueden evitar un apareamiento deseado. Idea que reforzaría la impresión de que la moral aún pesa demasiado. No somos tan “modernos” y “liberales” como pensamos, sino más bien reaccionarios. El sexo sigue siendo un tabú, fuente de vergüenzas y tormentos, que seguimos sin ver con naturalidad. ¿Quién no ha estado descontento con su sexualidad? ¿Quién no se ha avergonzado de tal o cuál fantasía? ¿Quién no ha dicho esta polla no me cabe o este cura no es mi padre?

Pero quizá esto no sea lo más duro. Puede que nos hayamos equivocado de siglo y los románticos estén muertos (no lo creo así), porque tendemos a mitificar tiempos pretéritos. Aun así, lo que está claro es que los valores sexuales siguen tendiendo más a la astucia y a la entrepierna que al “corazón y los sentimientos”. Los hombres que suelen comportarse de manera caballerosa, que dejan su entrepierna a un lado, suelen quedarse más solos que la una. Es lo que hay. La honestidad sólo sirve para la amistad. El ser bueno es razón de sobra para que te coman la tostada y quedes con cara de imbécil. Como se sabe que el caballero siempre estará ahí, se puede errar porque habrá segundo plato. Aunque el caballero sólo piense en bajar bragas. Sin embargo, quien le echa morro y es buen retórico tiene plato seguro. Aunque sea el mayor pendejo de la Historia, aunque las mujeres juren y perjuren no haberlo hecho nunca con él.

Este es el sino de nuestros tiempos; predicar la bondad para practicar la maldad. Lo admito; ser egoísta es malo a la larga y mi férrea conciencia me impide comportarme como un truhán. Soy así de sincero, idealista e ingenuo, por eso me va tan mal.¡Malditos caballeros!

lunes, 17 de agosto de 2009

El liberalismo bilbaíno

He leído con suma atención el artículo escrito hoy por Josu Erkoreka en su blog. En él habla de la tertulia del “Lyon D’Or” y, más en concreto, de Pedro Eguilleor, que era quien lo llevaba. Debo reconocer que me ha gustado que el Diputado aborde este tema, porque somos muchos ya los que pensamos que este “liberalismo” que pregonan algunos, no es más que pulsiones totalitarias en nombre de la unidad española. Yo supe quién fue Pedro Eguilleor gracias al excelente libro de Gregorio Morán titulado “Los Españoles que dejaron de serlo”. La verdad, a pesar de su talla intelectual, me extrañó que tuviera una calle en Bilbao. Morán lo presentaba en su obra como a un hombre rico, que vivía por y para la cultura y bastante “facha”.

Según describe Morán, Eguilleor y sus demás compañeros de tertulia eran “inequívocamente de derechas” y de formación germánica. Por si esto fuera poco halagüeño, tanto Eguilleor como otros que pululaban por el café bilbaíno, vieron el ascenso de Hitler como el “renacimiento de la vieja Europa”. Formaban parte de una “corriente ultrarreaccionaria que iba de Splienger a Maeztu”. Y, para acabar con el personaje, trae una cita del propio Eguilleor “nunca soy lo bastante español”, que se describe por sí misma. Pero él no estaba solo. Con él estaba Lequerica “el carguista”, quién era pronazi y al que un periódico estadounidense describió como “Heil Lequerica”, Manuel Aznar, que pasó de Sabiniano ortodoxo a historiador del franquismo, Pedro Mourlane y Jacinto Michelarena, que redactaron la letra del “Cara Al Sol” o Sánchez Mazas, uno de los fundadores de la Falange, y como no, el ínclito Areilza, que pasó de afirmar en su época de alcalde franquista que “Bilbao había sido redimida con Sangre” y “conquistada por las armas” y dando gritos a favor de la Falange, a un demócrata "de toda la vida" homenajeado recientemente por García de Cortázar.

Vamos, eran todos unos angelitos. Ya se ve que en el Bilbao “celoso guardián de su propio espíritu, del reposado progreso que camina sobre el comercio, cual guardián de su propio orden” (Paz en la Guerra, Miguel de Unamuno), el liberalismo poco tenía que ver con el “Liberté, égalité, fraternité” y era asociado a los bolsillos de la burguesía industrial y la aristocracia. Lo que es una aberración, porque si quien postula totalitarismos es alguien liberal, no quiero imaginar qué fue un falangista o un fascista. Parece que hay miedo a decir las cosas cómo son, pero en Bilbao el “liberalismo”, en el sentido oficial de la palabra, ha sido poco amigo de las libertades. No hay más que ver la cantidad de liberales que adhirieron la causa franquista y la cantidad de liberales que aún se niegan a condenarla aduciendo que “Franco no mató a nadie”. Qué triste es el liberalismo bilbaíno, qué triste que no hace más que fabricar fascistas y qué triste que no les llamemos por su nombre.

jueves, 13 de agosto de 2009

Jodiendo la marrana en Aste Nagusia

Queda poco para el inicio de Aste Nagusia y los bilbaínos ya calentamos motores. Aun así, la triste noticia que ayer anticipaba Gara debería dejarnos con el cuerpo helado. La designación de Sonia Polo como txupinera ha sido polémica estéril y artificial. El hecho de que sea hermana de un preso de ETA es algo circunstancial y querer privarle de lanzar el txupin en fiestas es algo que sólo a alguien con un sentido democrático bajo se le puede ocurrir. Porque que un familiar o amigo sea miembro de la organización terrorista no contamina a los demás, aunque éstos sean partícipes de otras actividades del MLNV.

Pero parece que para el PP y el PSOE esto no es importante, ya que lo básico es fastidiar las fiestas a la ciudadanía con polémicas que no llevan más allá que a alimentar a los más ortodoxos del MLNV y a contaminar el ambiente festivo que reinará cuando Mari-Jaia aparezca en el Teatro Arriaga (se me ponen los pelos de punta de pensarlo). Aunque quién más ha calentado el ambiente ha sido el Correo Español, que desde el primer momento se dedicó a hacer sensacionalismo con la noticia y apuntó con el dedo a la txupinera. Y así pueden ocurrir desgracias. Siguiendo los argumentos de otro blogger, si criticamos al Gara por señalar a la Ertzaintza y a Ares, deberíamos criticar también, y con mayor dureza aún, al Correo Español del Pueblo Vasco y al dúo PPSOE.

En fin, ahí se ve de que viven algunos. Desde que Patxi López ha llegado a Lehendakaritza todo ha sido fotos de bondad y campañas mediáticas contra ETA y el “entorno”. Quizás así piense que podrá engañarnos, que podrá hacernos creer que su Gobierno desgobernado es eficiente y casi Txema Oleaga es alcalde de Bilbao.

Pero no nos engañan señores socialistas, que sabemos que ustedes juegan con esto. Porque nadie criminalizó a su compañero Benegas cuando la candidatura de su hermana estuvo a punto de ser ilegalizada, ni tampoco a la familia O’Shea porque un familiar suyo pasó un tiempo en chirona. Así que dejen de criminalizar y joder la marrana, que la gente que tiene memoria sabe que a ustedes también les ponían las pistolas. Sino que pregunten a los familiares de Josu Muguruza y Xabier Galdeano, dos periodistas asesinados de los que Surio se olvidó el día de su elocuente discurso de presentación en EiTB, o por Lauaxeta y esto va por los “Basagoiti’s boys”.

lunes, 10 de agosto de 2009

La moraleja de las "guitarritas y vocecitas"

Anoche estaba viendo la típica serie americana que gusta a las mujeres. Me refiero a ese tipo de series con tíos y tías buenas, de “echar cohete” que dirían por el Goiherri guipuzcoano, que mezcla a chicos buenos con rebeldes de corazón puro. Vamos, lo típico de chico malo que se enamora de chica buena y ambos sufren porque éste es, en ciertos momentos, incapaz de evitar comportarse como un salvaje. Ya se sabe, la típica paliza para defender a su “chica” de los demás, mientras luego jura y perjura, entre sollozos, que se portará bien, mientras un juez está a punto de enviarle a la silla eléctrica, aunque al final todo queda en agua de borrajas entre nuevos sollozos, sonrisas y besos. En definitiva, una pastelada americana destinada a ganarse los corazones de las chicas. Nosotros los hombres, aunque a veces las veamos y no lo admitamos, somos “duros”.

Lo que más me gusta de estas series es el momento filosófico. Es ese instante en el que, cuando todo parece que se va a la mierda, llega alguien ajeno y da una lección de vida entre “guitarritas y vocecitas”. Me refiero a ese momento incómodo de sonrisas falsas y gestos de “te he salvado el culo chaval” o “he arreglado el pasado oscuro que me atormentaba”. Por ejemplo, cuando pillan a una alumna excelente copiando en un examen, pero la amnistían porque “todos cometemos un fallo”. Es en ese instante cuando sale la filosofía americana del bien, la de la autosuperación del chaval negro que vive en las calles, pero que puede conseguir la Beca para la Universidad americana encestando balones, la del que, desde el sufrimiento que da la experiencia, tutorea al joven inexperto que está a punto de cometer un grave error que él también cometió de joven. Es, en otras palabras, esa filosofía paternalista de la sonrisa de tres pesetas con los besos definitivos y achuchones con música melosa. Ésa que parece indicar que siempre habrá alguien que te “salve el culo”, aunque ellos adviertan lo contrario; ésa que convierte a los “chicos malos” en chicos buenos, ya que todos tenemos un buen corazón (aunque tengamos malas intenciones).

La socialización de esas series, que son infinitas, ha derivado en que creamos que esas cosas son reales. Todos tenemos en mente esas “guitarritas y vocecitas” cuando aconsejamos a alguien sobre qué debe hacer en cierto momento. Todos nos hemos visto como aquel “ajeno” que llega, aconseja y salva el pescuezo a alguien por bonhomía y altruismo. Y es que nos quieren hacer pensar que todos somos altruistas o que, por lo menos, podemos serlo. Es algo cierto, pero también ingenuo. En un mundo de tiburones, ¿quién va a ser la gacela?

Que no liguemos y que haya tantos divorcios es culpa de las “guitarritas y vocecitas”. Las mujeres nos comparan con esos "superhombres", "super" pastelosos, "super" musculosos y "super" atentos y quedamos a la altura del betún.

Que les jodan, siempre nos quedará "Padre de Familia" o "Mallrats".

domingo, 9 de agosto de 2009

Desvirtuando al poeta

La poesía carece ya de significado positivo. Las nuevas tecnologías lo han tirado por la ventana con la escenificación del poeta como a un cursi y patético perdedor (Fran Perea). Además, para muchos la poesía ha pasado de ser la expresión de los sentimientos más íntimos, a ser una cursilada superflua. El poeta, sino corresponde al estereotipo antes citado, es oportunista y ofrece sus versos a cambio de favores; una transacción de sentimientos por sexo (la canción Noche de Sexo), bien diferente al bardo errante y sufridor de antaño.

Porque, aunque exista esa tendencia generalista de magnificar tiempos pasados, hubo un tiempo en el que los poetas buscaban aventuras (Iparragirre), se comprometían socialmente (García Lorca) o morían de suplicio (Becker). Eran tiempos de romanticismos y locuras, la esencia de la lírica, muestras de un espíritu rebelde y transgresor que buscaba ir más allá y explicar lo que llevaban adentro de una manera diferente (Rimbaud). Eran grandes esperanzas que acabaron frustradas, pero que enseñaron a la Humanidad entera que el sufrimiento puede ser bello, que la generosidad del poeta podía enamorar a otros humanos. Seguro que más de un bardo pensó que iba a enamorar a alguna chica con sus palabras, que emanaban sincera pasión. Y seguro que se frustró al ver que ese esfuerzo era en balde. De hecho, su frustración sería mayor, y al mismo tiempo satisfacción, al saber que sus versos han hecho felices a mucha gente.

Por eso, reivindico la figura del poeta. Existe gente que tiene una sensibilidad especial y que, además, es capaz de transmitirla con claridad (Kirmen Uribe). Humanos que conocen los mecanismos que unen pluma y alma, que se funden en un papel con garabatos que expresan sentimientos íntimos e individuales; que no únicos (Juaristi). No seré yo quien diga que soy poeta, pero seré yo quien afirme que más de uno se sentirá identificado con la frustración de quien, dando belleza a sus palabras, ha intentado hacer sentir algo a alguien. Puesto que, en teoría, los estereotipos premian las sinceridad. Aunque sea mentira y el poeta siga siendo alguien solitario y, en cierta medida, asocial.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El Café

Leo en muchos medios que antaño en Bilbao existían clubes y cafés donde la gente se juntaba para discutir sobre la actualidad, el arte o cualquier tema con una trascendencia social o cultural. Pequeñas o grandes tertulias que pretendían arreglar el mundo. Compruebo, además, que de ahí surgieron diferentes grupos artísticos como el ALEA (Asociación Libre de Ensayos Artísticos) en la que militaron Lauaxeta, Azaola o Blas de Otero. Además, en esos clubes se tenía la oportunidad de escuchar a la élite intelectual de la época. Unamuno o Pío Baroja no fueron ajenos a éstos, tampoco Azorín u Ortega y Gasset, quienes se juntaban alrededor de una mesa para conversar. En la actualidad, desconozco si estas prácticas continúan o si la era cibernética ha convertido a estos cafés en foros. En Bilbao sería incapaz de nombrar un solo café de este tipo, donde se discute de filosofía o literatura. En Madrid está el Café Gijón, que según lo que entendí parece más una reliquia.

Pero no sólo eso. Ahora sería incapaz de nombrar a una élite intelectual que pudiera sustituir a aquellos nombres. No digo que no los haya, ya que desconozco si es el paso del tiempo quién ilumina las “luces” o si es que aquellos intelectuales brillaban tanto que socialmente estaban ya reconocidos como tales. Hoy en día, lo que se aproxima a un intelectual está más cerca del escribiente que del hombre de sabiduría que realmente opina lo que siente. Los foros públicos ahora son púlpitos en los que cada uno suelta su rollo sin ninguna interacción o interrelación. No se recuerdan grandes discusiones más allá del “he venido a presentar mi libro” de Paco Umbral. Además, los medios de comunicación están llenos de nombres que escriben artículos planos y que, a pesar de su más que probada valía en algunos casos, se dedican a escribir lo que el grupo comunicativo desea transmitir. No digo que todos sean iguales, pero sí que hay coincidencias. Podría dar nombres y apellidos, pero me desviaría mi preocupación: mi desconocimiento total de la vida cultural de mi Villa.

Sin un estímulo cultural es imposible que la sociedad avance. Sin una vanguardia que vaya un paso avanzado es imposible descubrir algo nuevo. Y como en los deportes, ésta necesita campos de barro donde entrenarse hasta poder debutar al estadio. Pero además, esta cantera debe ser visible y fácilmente accesible y permeable, porque sino se convertirá en un reducido grupo de intelectuales que poco o nada dirán a la sociedad. Porque para transmitir un mensaje, aparte de adecuarlo al receptor, hace falta estimular a un público que es cada vez más apático. ¿Dónde quedan aquellos cafés en los que se arreglaba el mundo a golpe de puro? ¿Y aquellas discusiones sobre los diferentes modelos sociales y culturales? ¿Acaso los olvidamos o son simples leyendas históricas?

martes, 4 de agosto de 2009

La derrota del tiempo

La realidad es dura y arrolladora. Es inexorable, no hay quien la pare. Es un absoluto dentro de la relatividad vital. Cada uno la percibe de diferente modo, pero ella sigue en movimiento, aunque inmutable a la vez. Es como el río de Heráclito ("no es posible descender dos veces al mismo río, tocar dos veces una substancia mortal en el mismo estado, sino que por el ímpetu y la velocidad de los cambios se dispersa y nuevamente se reúne, y viene y desaparece"), que fluye mientras permanece. El tiempo pasa sin que uno se dé cuenta, lo que imposibilita que lo valoremos hasta haberlo perdido. Como leí hace tiempo en una revista, cuyo autor no recuerdo, quién afirmaba que “uno sólo nota el tiempo que pasa por la huella que deja”.

Jon Juaristi explicaba en una entrevista el “síndrome de tercera generación”. Él lo situaba en el franquismo y explicaba que ellos habían “desarrollado la locura” de sus abuelos, que eran aranistas e intransigentes. Dejando a un lado el sesgo político, el bilbaíno tiene razón, ya que somos muchos quienes sentimos curiosidad por las “circunstancias” de nuestros abuelos. Más aún los que sentimos haber roto con su mundo, pero que deseamos reconstruirlo. Por eso, quizás, buscamos volver a las raíces y admiramos el mundo en el que se criaron los padres y tratamos de mezclar esas raíces con la realidad actual. Queremos unir nuestra huella rural con nuestra realidad urbana, deseamos ensamblar nuestro universo euskaldun con nuestra realidad castellano-parlante. Añoramos ver cómo era el pasado, para poder pescar algo y traerlo al presente.

Pero no nos engañemos, eso es imposible. Viajar en el tiempo es aún una quimera y los recuerdos no son más que imágenes y palabras. Son virtuales, por lo que, por muy reales que sean, jamás volveremos a vivirlos. Todos quisimos beber de otros manantiales, por eso no apreciamos nuestro abrevadero. Otros tiempos no sé si fueron mejores, pero nos toca vivir los nuestros que igual algún día querrán para sí nuestros nietos. Aunque siempre podremos soñar despiertos.

domingo, 2 de agosto de 2009

La violencia excusa al violento

Vivimos en unos tiempos en el que ser pacifista es un deber social. Hay que odiar las armas y ser demócrata porque sí y para sí. Asimismo, tenemos que amar al prójimo como nos gustaría ser amado y deseamos lo mejor de lo mejor a todo el mundo para que ellos nos lo deseen igualmente. Somos así de altruistas. Pero he aquí que todo ese “buen rollo” social se acaba cuando un hecho extremo ocurre. Porque en ese momento puedes ver a católicos extremos deseando que bombas exploten en manos o a demócratas liberales clamando al Gobierno que tome las armas contra los secesionistas, y ya de paso, contra todo aquel que no sea tan firme como ellos y atente contra la unidad de vete a saber qué. Vamos, en el momento de la disidencia ideológica ante un hecho terrorífico sale la verdadera bestia que algunos llevan dentro. La cual, por cierto, les deja a la altura del betún.

Y es que somos unos hipócritas. Porque vendemos unos valores que no respetamos. Nos creemos por encima del bien y del mal para luego bajar a los infiernos. Y lo peor, nos excusamos en los demás para actuar mal, lo que es doblemente cobarde. Es la manera de anestesiar nuestro remordimiento, escudándonos en que “él pegó primero”. Así ocurre en nuestra sociedad occidental, cuyos valores están cayendo en manos de gente ortodoxa e intolerante. Así la idea de España ha quedado circunscrita al “España 1 y no 51” y la de Euzkadi a un nido de “violentos galos” que van con metralletas por la calle. Por eso, cuando el Estado golpea los españoles son “hijos de puta”, mientras que si lo hace ETA somos los vascos los descendientes de “mujeres de moral laxa”. Puro prejuicio que se convierte en juicio porque lo afirma una elite que se ha apropiado de los valores y la ética social, aunque en realidad lo que ha hecho ha sido berrear en lugar de hablar y construir discursos populistas y autocomplacientes, que se aprovechan de la ignorancia social, de la cual me siento parte.

Lo más trágico es que, en lugar de juzgar a quien crea estas fobias, los valoramos como luces sociales. No hay más que ver que, cada vez que se toca a uno de estos “arquitectos sociales”, salen de repente miles de hooligans, que jamás habrán leído un libro del susodicho, a defender a capa y espada discursos que difícilmente se sostienen por sí mismos. Palabras llenas de fobia escondidas bajo un manto pseudo-demócrata. Todo porque la violencia excusa al violento, como la fobia excusa al “-fobo”. Corremos el peligro de ceder los debates públicos a “agricultores del odio”, que únicamente buscan la confrontación social. Nunca la difamación fue tan gratuita ni estuvo tan reconocida. Nos reímos de Irán, de la Alemania nazi y nos preguntamos, ¿cómo pudo ocurrir? Pues muy fácil; “muevan y agiten”. Ya está.

viernes, 31 de julio de 2009

ETA, 50 años.

Estamos de aniversario. Hace medio siglo el Lendakari recibió una carta de un grupo de 8 jóvenes, que anunciaban el nacimiento de una nueva organización “Euzkadi Ta Azkatasuna”. Lo habían decidido tras un proceso largo que duró varios años. Entre los firmantes estaban Julen Madariaga, el escrito Txillardegi o Rafael Albizu (padre de Mikel Antza). Eran jóvenes que reprochaban al PNV su pasividad ante el régimen franquista. Al principio, ETA fue una organización abertzale, pero poco a poco, sobre todos después de la V Asamblea, se convirtió al marxismo-leninismo y aceptó luchar por la independencia y el socialismo de Euzkadi por todos los medios posibles, incluidas las armas. Eran tiempos de revoluciones como mayo del 68, que pegaron fuerte en la juventud europea y que inspiraron a ETA. Además, la violencia del Estado ayudó a la consolidación de la organización terrorista, que tuvo su pico de popularidad cuando asesinó a Carrero Blanco. Los métodos violentos con los que el Estado reprimió a los miembros de la organización fue el principio de una espiral que llega a nuestros días. Es el “acción-represión”; un enfrentamiento entre el MLNV y el Estado, que fortalece a ambos, pero que debilita a la sociedad en general.

En estos 50 años ha habido además tiempos para la esperanza. Hemos tenido varias treguas que, a pesar de ser unas cesuras tácticas, han esperanzado a la sociedad vasca que veía la paz cerca. No obstante, la obstinación de ETA por controlar todo las mandó a paseo. ETA condicionaba el proceso hasta un punto en el que era inasumible para las otras partes, lo que validaba a la banda para culparlos del fracaso de paz. Además, salía fortalecida desde un punto de vista táctico, ya que el Estado la validaba como interlocutor político y no como banda terrorista. Su mayor victoria táctica llegó en Leizaran cuando, con sus presiones, consiguió cambiar el trazado de la autopista. Era una época en la que el MLNV estaba marginado gracias al pacto de Ajuria-Enea, pero en la que ETA llegó a un acuerdo, por medio de una organización ecologista, con las diputaciones y gobiernos respectivos. Además, ETA ha sabido aprovechar estos impases para pescar en río revuelto. La organización juega con los abertzales que los creen “hermanos descarriados”. Así lo hizo en Lizarra, así lo repitió en Loyola y así han dividido a EA, con una táctica muy sencilla que consiste en atacar a las bases de EA mientras se camelaban, Polo Soberanista de por medio, a los dirigentes.

Pero no nos engañemos. El Estado socialista vasco que defiende ETA no es el mismo que queremos construir los abertzales. Así lo afirmaban ellos en la V Asamblea, cuando dudaban si decantarse por un Frente Nacional vasco o por un Frente Obrero estatal. El primero serviría para llegar a la independencia, para más tarde luchar contra el PNV por el modelo de Estado. Además, en ese hipotético estado socialista vasco nuestras libertades quedarían pisoteadas. Sería como vivir en Cuba o Albania (su modelo durante los 80). Por eso han ido contra las instituciones vascas, porque aborrecen el sistema democrático liberal. Nosotros, en cambio, queremos construir un estado democrático vasco en la que las libertades, derechos y obligaciones sean una realidad. Un estado democrático como lo son los que nos rodean. Aunque sea imperfecto y aunque esas imperfecciones den pie a ETA, que se aprovecha del mínimo resquicio para sacar partido.

Hoy se cumplen 50 años de tortura para el Pueblo vasco. 50 años de sufrimiento y dolor que no han servido para nada. ETA no ha conseguido ni conseguirá nada. Porque no representan a nadie más que a sí mismos y porque no tienen derecho a exigir nada. La sociedad vasca les ha dado la espalda y lo seguirá haciendo. Por eso, es deber de los abertzales, en particular, liderar la deslegitimación social de la organización y su entorno. Tenemos que ser nosotros, los que queremos una Euzkadi libre, quienes pongamos el grito en el cielo cada vez que se vulnere un derecho en nuestro país y quienes, por medio de la palabra, dejemos sin argumentos a los violentos y sus acólitos. No vale únicamente gritar “ETA KANPORA”, hay que decir también “HEMEN GAUDE”.

jueves, 30 de julio de 2009

ETA KANPORA

Beste bonba bat ipin du ETA-k. Bi pertsona hil ditu. Zertarako? Auskalo, baina ez dute, bortizkeriaren bidez, ezer lortuko. Inola ez ezta inoiz ere. Horrela soilik gure amorrua areagotuko dute, egiten duten lez.

Orain, “eskubiden guztien jabe” direnen hitzak faltan botatzen ditut. Non dago Otegi? Non dago Askatasuna? Non dago “Ezker Abertzale”? Ba ostonduta, lotsa edo harrotasuna sentituko dutela eta. Ez zait axola.

Euskaldunok ezetz esaten diogu ETAri, baita bere menpe dagoen “nebulosa” sozio-politikoari ere. Ezetz esateko garaia heldu da. Ausartuko zarete?

ETA EZ

Las armas las carga el diablo

La paz ha sido siempre un anhelo del hombre. Desde el principio de los tiempos, a pesar de haberse empeñado mucho en pelear, ha buscado la paz. Puede que haya sido la “paz de los cementerios”, pero al fin de al cabo, es paz, aunque sea peor que una guerra. Así hemos estado de generación en generación, con las armas en la mano o el pánico en el cuerpo, sobreviviendo a conflictos que rodeaban nuestras vidas. De Oñacinos y Gamboinos hasta el modelo republicano contra el tradicionalistas. Y todas esas balas y sangre ha sido derramada por nada o casi nada, ya que la Historia juzga y pesa. No seré yo quién quite importancia a la Revolución Francesa, pero el peso de la moral impidió un cambio total. Por eso han sucumbido las grandes teorías, las grandes utopías, porque han intentado ir en contra del tiempo, lo han querido manejar a su antojo, y eso les ha hundido. ¿Acaso la Historia no tartamudeó con Stalin, quien se parecía más a un Zar que a un líder revolucionario? ¿Acaso no tartamudea cuando en Francia se sale a la calle?

El antropocentrismo es algo relativamente moderno. Antes pensábamos que dependíamos de Dios y en otro tiempo del Sol y los astros, sin embargo, ahora pensamos que dependemos de nosotros mismos. En una cierta medida así es. Pero no podemos olvidar que dependemos de “nosotros” y no de “yo”. Porque la Historia es algo colectivo, además de lineal. Un acontecimiento lleva a otro, que explica el siguiente. La Historia es acumulativa, tal y como es nuestra mente. Y esos datos dejan un rastro, que más tarde se integrará en otro dato y así hasta el fin de nuestros días. Por eso cometemos los mismos errores, porque, parafraseando a Marx, “hablamos siempre el mismo idioma”. Ese monolingüismo evita que podamos empezar de cero y nos obliga a tener paciencia. Sobre todo con los cambios imprescindibles, que son los más complejos y duros. La paz no llegará pronto, quizás jamás lo haga, pero si empezamos a pensar que las armas las carga el diablo, puede que llegue antes de lo que pensemos. Aunque sea ficticia.

miércoles, 29 de julio de 2009

El romanticismo adolescente

Los jóvenes creemos que el mundo está en nuestras manos. Pensamos que podemos cambiarlo a nuestro antojo y nos dedicamos a criticar a diestro y siniestro lo mal que está montada nuestra sociedad. Nos quejamos de las injusticias en el mundo y de lo corrompido que está el poder. Fabricamos nuestra utopía según lo que nos rodea. Y, además, consideramos nuestra utopía como universal. Somos idealistas incorruptibles, de los íntegros que luchan hasta el final. Conocemos a gente como Becker, el Ché Guevara o Mariano José Larra que dejaron su vida por lo que pensaban. Unos en un campo de batalla y otros en un cuarto con un escopetazo en la boca. Hubo muchos que pensaron que se iban a comer el mundo, pero al final ha sido éste quién se los ha comido. Gente que pasó de ser maoísta a neoconservador sin quitarse la gorra de la razón y que sigue sentando cátedra allá dónde va. Pero eso no es lo que me interesa.

Lo realmente interesante, el nudo gordiano, es que todos los románticos adolescentes tienen los mismos “dejes”. Leen, escriben, sufren y padecen lo que les hace sentirse “más auténticos”. Se sienten diferentes al común de los mortales, ya que ellos no se enfrentan a problemas “superficiales”, sino que ellos desafían a la existencia. Además, sufren por un amor irredento o por un contexto social que les ahoga con su decadencia y su mediocridad crónica. Encima, les inspira un espíritu de rebeldía que les hace enfrentarse a la sociedad, para intentar salir de ella y refugiarse en sí mismos. Es la crítica al sistema, en forma de descontento con el ambiente colindante.

Al mismo tiempo, descubren autores que llenan sus vacíos existenciales. Gente que ha sufrido lo mismo, normalmente suele ser gente de una talla intelectual más alto que la media – igual que el de los adolescentes románticos—que con sus historias llaman a la melancolía por su nombre y descubren nuevas dimensiones al joven. ¿Quién no se ha emocionado leyendo a Gabriel Celaya cuando afirmaba que la poesía es “un arma cargada de futuro”? ¿Quién no sintió un vacío cuando la URSS, la mayor utopía para los jóvenes; el mundo alternativo al capitalismo, se derrumba gracias a la fina crítica de George Orwell? ¿Quién no se ha identificado con las biografías de otros ilustres intelectuales, que también sufrían de spleen?

El problema viene cuando ese romanticismo es fuente de sufrimiento ante la impureza del mundo. Y cuando hablo de sufrimiento, me refiero al profundo desasosiego que se sufre cuando se da cuenta de que su existencia es absurda, ya que no tiene sentido por sí misma; sino que depende del sentido que le dé uno mismo. Mucha responsabilidad, en definitiva. Más aún, cuando se ha superado la barrera estética y todo aquello que, a priori, parecía bello se convierte en un infierno. Sin embargo, ese infierno ayuda a madurar, puesto que quien no aprenda a sufrir jamás podrá superar las adversidades.

El romanticismo juvenil o adolescente es una época de ilusiones que desemboca en la tremenda resignación del existencialismo, que quita cualquier sentido a la vida y se lo confiere a la muerte. La derrota era bella, pero ahora se ha convertido en dolorosa.

¡Bella inconsciencia que quitas y das ilusión, devuélveme lo que me quitaste!

martes, 28 de julio de 2009

¡Ciruelos!

Suele ocurrir que cuando uno es espontáneo, no controla lo que dice o hace. No es dueño de su ser y así vienen desgracias, pero también gracias. Desde hacer un comentario ingenioso a echarse un pedo en la mesa. Nadie sabe, a ciencia cierta, qué pasa por la cabeza de los espontáneos, sólo se sabe que lo sueltan. Así, sin cortarse un pelo. Son sinceros, quizá demasiado, y por eso admiramos esa espontaneidad en la medida que nos odiamos a nuestros mismos. Es un paradoja, como tantas que tiene la vida. El ingenio es un arma de doble filo, que puede herir a la vez que cura. Se ve que, en definitiva, ser espontáneo es inestable. Igual es por eso por lo que nuestras madres nos repiten que pensemos dos veces las cosas antes de decirlo. Aunque perdamos frescura, no ganaremos en disgustos.

Qué jodido es ser políticamente incorrecto y gracioso por escrito. Es más difícil que describir a un ciego un amanecer. Menos mal que algunos lo consiguen, sino estaríamos abocados al bostezo eterno. Qué bueno es que haya más gente que tenga otras virtudes. Somos todos diferentes y esa es nuestra piedra de salvación y consuelo. Siempre hay alguien peor que tú...

domingo, 26 de julio de 2009

El cínico despelote

Durante los últimos siglos la mujer ha sido tratada como un objeto. Esa discriminación injusta ha sido una constante. El “sexo débil” (no lo creo así) ha sido tratado peor que los animales, ya que fue relegado a un tercer por su sumisión al hombre. Todo por culpa de Aristóteles, que las consideraba “inferiores por naturaleza”, algo que es incierto, porque somos nosotros los que “babeamos” detrás de ellas. Quizás por esa herencia histórica – no todo lo que se hereda es positivo—las mujeres se reivindiquen hoy en día, mientras inconscientemente nos hacen sufrir a los hombres. Se han dado cuenta de que valen tanto o más que nosotros y han explotado su potencial, algo que en otro tiempo era más sutil y sensual por la peligro que llevaba. Es una teoría quizás machista, pero creo que otra coincide con la realidad.

Después de haber marchado por el Sur así lo entiendo. He visto muchas mujeres bellas y sensuales, que vestían así por verse válidas y bellas. Y ambas cualidades iban unidas al número de hombres, algunos “moscones”, que se les acercaban. La estética en las mujeres es esencial. De su belleza puede depender muchas veces su estado de ánimo. La herencia histórica, que las colocó como bellos floreros, pesa aún como una losa en una sociedad que resalta la belleza exterior, relegando la interior a un segundo plano, más concretamente, a un “largo plazo”. O, al menos así lo entiendo, porque las mujeres no se acercaban a los hombres. Más bien todo lo contrario, esperaban, mientras danzaban, a que se les acercasen para luego elegir con quién querían estar. Puede que sea algo biológico—resulta bastante salvaje--, pero me extrañó que en una tierra tan “pasional”—no hay más que ver la figura de Carmen – se viera tan poco sexo. Los vascos, en teoría, vamos a allá en busca de la carne, aunque al final acabemos ahogando la noche en vasos de cerveza.

Es una auténtica pena que en su subconsciente, muchas mujeres se vean como objetos sexuales y estén acomplejadas por su cuerpo. Nada más lejos de la realidad. La belleza es algo que va unido a nuestra sociedad, cada día más hedonista. Mentiría si afirmara que no me gusta ver mujeres bellas, pero faltaría a la razón si apostillase que aceptaría a una con la que no pudiese cruzar más de dos palabras. Es importante combinar ambas cualidades, porque la belleza no es únicamente exterior. El interior vale y ya es hora que empecemos a valorarlo. Quizás así nos ahorraríamos algún que otro disgusto, como el enamorarse de mujeres florero.

domingo, 19 de julio de 2009

Cerrado por vacaciones

Uno que se va de vacaciones y deja el blog hasta la vuelta. Como no sé si podré escribir desde Conil, me despido de quien me lea.

Hasta la vuelta y a pasarlo bien

miércoles, 15 de julio de 2009

El poder de la noche

Soy noctámbulo, lo admito. Me gusta la noche. Me parece que es el mejor momento para disfrutar de la vida, ya sea solo o con compañía. Su tranquilidad me hace reflexionar y dedicarme a cosas que no hago en horas solares. Encima, cuanto más tarde es, mejor me siento. Porque la noche me envuelve en su oscuro manto que da un aire misterioso a las cosas. La noche es tiempo de soñar, de melancolía, de alegría y de jaranas. Es, en definitiva, tiempo para dar vueltas a la cabeza. Incluso, es tiempo de inspiración.

Me da lástima que estemos acostumbrados a la luz y aguantemos tan poco la oscuridad. Pero la vida es así y hay que aceptarla con todas sus contradicciones. Somos animales de luz. Nuestro cuerpo la asimila bastante mejor. Quizás sea porque la luz da vida o porque es alegre. Pero lo que es indudable es que el sol alarga la vida. No hay más que apreciar como las personas mayores disfrutan con un simple rayo o como nos alegramos cuando hace un buen día. Amamos lo estéticamente bonito, aunque no podamos alcanzarlos. Somos contemplativos, pero también activos. Somos un animal complejo.

La noche es el tiempo de la soledad. Es cuando uno se acurruca en sí mismo, mientras busca respuestas. Es también tiempo de jaleo y jarana, pero eso ya no es noche, sino fiesta. Sólo cuando la oscuridad afecta a la profundidad de la mente nos damos cuenta del valor del cielo oscuro. Hasta ese momento la noche es secundaria. Es curioso como nos acordamos de ella cuando nada queda. Por eso es tan importante, como todo aquello que no apreciamos hasta perder.

martes, 14 de julio de 2009

Tiempos de soledad

Todo humano tiende a superarse. Todos queremos hacer las cosas mejor y conseguir lo que deseamos, aunque después queramos más. Es ese afán el que nos hace seguir adelante en la vida, es esa ilusión por obtener los desconocido o recuperar lo perdido. Sin embargo, hay pequeños descansos en los que uno no sabe qué desea, puesto que quizá no sea lo que más le convenga o no está preparado. Los cambios bruscos pueden ser para mejor, pero una resaca es muy dura, más aún en tiempos de soledad. Tiene que ser complicado vivir solo, más bien, sobrevivir. Porque aunque es mejor estar solo que mal acompañado, la falta de relación con otra persona al final acaba pasando factura. Por eso, yo admiro al eremita que triunfa en la vida.

Es muy común, desde un punto de vista únicamente romántico y estético, ver la soledad como algo sublime, como la expresión de la belleza según la tristeza. Es el pensamiento humano en estado puro y un gesto asociado a la sabiduría. Por eso, la gente se hace fotos pensativo, porque así cree que es más interesante e inteligente. Puede que dé la facha, pero quién es interesante lo será pose o no, ya que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Los gestos, gestos son. Aunque canalicen la resignación por un mundo tan distinto al que soñamos.

Hubo un tiempo en el que yo también amé la soledad. Era un reto apasionante. Era la superación propia, el poder tirar solo del carro mientras los demás lo hacían acompañados. Era ser fuerte, sentirme superior a los demás. Sin embargo, ahora me parece más un lastre. Quizás sea porque he experimentado otras cosas que parecen más atractivas. Aun así, creo que es imprescindible tener un rincón en el que estar con uno mismo. Igual por eso las parejas tienden a distanciarse. Puede que al no saber medir los tiempos de soledad se vayan al cuerno. Es una tesis como otra cualquiera, pero que también es válida. Las cosas son muchas veces inexplicables desde el punto de vista humano. Es el síntoma de nuestra lucha sin brújula por la perfección.

lunes, 13 de julio de 2009

Tomar la medida al nuevo tiempo

Ahora que el tiempo corre más rápido y los ciclos son más cortos es más difícil medir el período entre un ciclo y otro. Más aún, si cada ciclo es más corto o va más rápido que el anterior. La inmediatez, el “just at time”, ha sustituido a la paciencia con la que nuestros antepasados se tomaban la vida. Es verdad que el stress existía, pero era en otra medida, ya que era menos intenso. En la actualidad, en la que se puede comunicar en tiempo real con la otra punta del mundo, esta enfermedad se ha socializado hasta el punto en el que cualquiera puede estar agobiado por el trabajo o los estudios. Este problema subyace de dos problemas diferentes; primero, que no sabemos medir el tiempo, ni dominarlo; y segundo, que cada día nos piden más cosas en menos tiempo, por lo que, hemos de ser extremadamente eficientes. A veces llega un punto en el que el error, algo típicamente humano, debe ser borrado a no ser de que uno se quiera borrar a sí mismo.

En estos tiempos que corren nos hemos visto convertidos en robots al servicio de una maquinaría engrasada por gente que juega con nuestro dinero. Una máquina que aplasta y en la que sólo se puede sobrevivir si se consigue aguantar el ritmo que impone. El error debe ser una quimera, ya que el mínimo despiste puede hacer perder el tren del “progreso”, lo que condenaría al fracaso cualquier proyecto. Es bastante probable que, una vez acabada la carrera y aun trabajando, tenga que seguir estudiando. No sé qué será, pero la formación va a ser continua a lo largo de nuestras vidas, puesto que el nivel de exigencia subirá con el tiempo. Para mí esto no es un problema, porque en la vida uno no para de aprender, pero se puede convertir en un conflicto en el instante en el que el nivel de exigencia sea tan alto que la mayoría de la población nos quedemos descolgados. Porque si para algo se creó el Estado de Derecho es para evitar que la sociedad fuese ordenada según la Ley de la Selva, en la que el más fuerte dominaba a los demás.

Pero el devenir de los tiempos, gracias al neoliberalismo, recuerda bastante a los animales de la selva. Con un Estado débil, las multinacionales pueden campar a sus anchas, además de privatizar los beneficios mientras que se socializan las pérdidas. Es la naturaleza misma de la crisis actual económica, que además muestra la hipocresía de un modelo que detesta la intervención del Estado mientras que le pide socorro. De hecho, es un modelo que recorta los derechos de los trabajadores, pero que evade a los mandatarios de sus responsabilidades. Los responsables de la actual crisis no han pagado sus errores, sino que son los trabajadores (sean de la condición que sean) y las pequeñas empresas quienes lo han hecho, por lo que el paro ha aumentado exponencialmente. Encima, esta crisis demuestra que el hombre cae dos veces en la misma piedra. Sobre todo, porque la raíz del problema radica en que la libertad absoluta no nos conviene, ya que ésta sólo favorece al más fuerte. Esta realidad, además, demuestra la tiranía que ejercemos sobre nosotros mismos, que es fruto de esa naturaleza superviviente del humano. Somos animales.

Por eso, ante el nuevo tiempo que se abre es imprescindible saber medir los tiempos. Debemos interiorizar que la inmediatez no conlleva necesariamente el éxito. Hacer las cosas deprisa y corriendo no es bueno, sino más bien perjudicial. La vida es demasiado larga y está compuesta por demasiados ciclos como para acortarlos o condenarlos al fracaso. Nuestro devenir no es más que el reflejo de la existencia humana. Nuestro fracaso económico es nuestro fracaso como especie, aunque no sea un fracaso absoluto. Porque, aunque estemos peor que hace unos años en el ámbito económico, no quiere decir que el mundo se vaya a acabar o que sea la hecatombe. Hay que mirar con perspectiva, porque el pasado a veces es la mejor escuela para entender el presente y mirar al futuro. Aprendamos, pues, de nuestro errores.

sábado, 11 de julio de 2009

12 años del secuestro de Miguel Ángel Blanco

En una taberna de Pamplona he leído en el Diario de Noticias que hace 12 años que ETA tuvo la feliz de idea de secuestrar a Miguel Ángel Blanco. Fue otra de sus ideas de bombero que han sumido en el drama a muchas familias de Euzkadi y alrededores. Su escalada macabra nunca había adquirido tal crueldad, y eso que han asesinado a críos, como con el concejal de Ermua. Miguel Ángel Blanco era un joven que tocaba la batería, hijo de gallegos (como casi todo Ermua), que vivía con normalidad, que tuvo la mala suerte de que Txapote y compañía lo decidieran utilizar como carne de cañón para negociar el acercamiento de los presos de ETA a Euzkadi. Una reivindicación que comparto, pero que no debe hacernos olvidar que los presos de ETA son asesinos o cómplices de otros ciudadanos. Está bien recordarlo, porque para muchos son “gudaris” que luchan “por la libertad de Euskal Herria”. Es otra manera de decir que se dedican a asesinar a quien no piensa como ellos.

Hace 12 años yo estaba en un campamento en Briñas y era ajeno al drama que vivió la sociedad vasca. Mi hermana me lo contó una tarde en Leketio, porque yo aún vivía en mi ingenua burbuja de niño. Años más tarde tomé conciencia de la salvajada que había cometido ETA, que marcó un antes y un después en el mundo del MLNV. Hubo que esperar a un cruel asesinato cronometrado para que algunos se diesen cuenta de que ETA son despiadados y para que la sociedad vasca soltase toda su rabia contenida. Un dolor de muchos años de silencio por miedo a la mafia etarra. Es una pena que aquel "espíritu de Ermua", que era una protesta contra ETA, fuese monopolizado por quienes, algunos con un pasado de hacha y serpiente, lo intentaron utilizar contra el nacionalismo vasco e intentaron rentabilizar electoralmente el dolor de una sociedad que anhela la paz. Una posición, por cierto, éticamente miserable, aunque muy provechosa para su hermana, ahora parlamentaria del PP, que niega a otras víctimas del terrorismo (que no es de un único cuño) lo que a ella, en teoría, le negaban todos los Gobiernos que no comulgasen con su ideología. Una forma curiosa de afirmar que sólo está contra ETA el Gobierno que esté con ella.

Y han pasado 12 años y seguimos con este problema llamado ETA. Y seguimos sin encontrar soluciones y con un Gobierno vasco que intenta con sus peroratas contra ETA, muy poéticas ellas, legitimar un pacto antinatura entre el PP y el PSOE. También el MLNV sigue igual, con su ética de campo de concentración, que se sigue creyendo guardián de Euzkadi (ahora Euskal Herria) y dueña del futuro de los vascos. Menos mal que ahora tienen una legitimidad social menor, gracias, en parte, a dos “procesos de paz” (por llamarlos de alguna manera) frustrados. Ya es hora de que nos demos cuenta de que la lucha armada es la base de su fuerza, sin ella no serían nadie, puesto que no tienen un elemento de presión. Sino, ¿cómo explicar en estos dos últimos procesos de paz se les considerase como “interlocutores políticos”?

Que se vayan.

jueves, 9 de julio de 2009

Quo vadis?

Muchas veces cuando me percato de lo que leo, me siento un colgao. Pienso que soy un friki, porque ojeo cosas que no se lee casi nadie, lo que me hace sentirme alejado de la mayoría de gente de mi edad. No es cuestión de superioridad o inferioridad, sino de que somos diferentes, en general. Me parece que tengo otras preocupaciones, que no atañen a la mayoría de la población juvenil – o por lo menos, es lo que constato– que parece más materialista de lo que quizás es. Aparte, me veo demodé, porque creo tener las mismas preocupaciones que tenía la generación de mis padres. No sé si las tengo por herencia o por casualidad, que no causalidad. En fin, que me veo como alguien raro (algo que me han dicho muchas veces).

Sin embargo, siempre me he preguntado si los demás sienten lo mismo. Porque me parece imposible que cada cual no tenga sus manías y sus pequeños vicios, que lo hacen diferente a los demás. Dudo que haya alguien que nunca haya pensado lo feo que es o lo aislado que se encuentra. Supongo que todos habremos envidiado a alguien y habremos visto reflejados nuestras deseadas, que no quiere decir que sean inexistentes, virtudes en otros. Porque nos pasamos la vida mirando al prójimo o al ombligo, pero nunca nos miramos a nuestro cuerpo. Además, el reflejo muchas veces parece más nítido que la realidad y puede que por eso la realidad nos sea irreconocible. Sólo en momentos extremos, euforia o pesimismo, somos capaces de ver cómo somos. De hecho, únicamente en esos momentos hacemos juicios sobre nosotros basados en nuestros sentimientos, ya sean de superioridad o de inferioridad.

Parece que resaltar la diferencia es creerse superior. ¡Pues no y mil veces no! Ser diferente no quiere decir ser superior. Incluso, ser diferente tampoco quiere decir ser inferior, sino únicamente explica que no hay como tú. No es algo cualitativo, sino cuantitativo. Lo que pasa es que tenemos miedo a la diferencia. Pero en el fondo, si nos conociésemos mejor, nos daríamos cuenta de que tampoco somos tan diferentes, aunque lo seamos. Tenemos un denominador común: somos humanos. Y a partir de ahí, cada uno hace su camino lleno de preguntas sin respuesta.

lunes, 6 de julio de 2009

¿Qué hacen los demás para ser felices?

Siempre que uno está en una baja época y va por la calle se pregunta qué hacen los demás para estar felices. Es la pregunta mágica, que sirve de consuelo y que, al mismo tiempo, hunde a uno en la miseria. Ver que los demás están contentos mientras que tú no lo estás es una de las peores sensaciones que hay. Es peor que estar sobrio mientras que los demás están ebrios. Por eso, yo me pregunto qué y cómo lo hacen. No reflexiono sobre si lo son, algo que es improbable, sino que lo doy por hecho, ya que a primera vista todos parecemos equilibrados, aunque sea incierto. Es una evidencia que cada uno tenemos nuestros problemas, pero según la época éstos son más agudos. No es lo mismo tener un problema de liquidez económica que uno existencial, ya que el último pone en jaque toda nuestra existencia. De hecho, es difícil vivir algo que crees intrascendente y sin sentido alguno, más aún cuando no ves salida a tus problemas ni siquiera una esperanza.

Por desgracia, estas dudas nos acucian a todos. Dudo que haya alguien que no se haya preguntado sobre los porques de la vida o dudo que haya alguien que no esté dolido o avergonzado por algo que haya hecho. Es más, dudo que haya alguien que no haya pensado qué pasaría si estuviera muerto, cuál sería la reacción de los amigos, familiares y compañía, pero sobre todo de aquello de lo que busca respuesta. De aquello que más añora, ya sea una ilusión o un amor perdido en unas fiestas de pueblo. Siempre hay algo que se espera en forma de sorpresa, de la que uno se hace ilusiones (a veces baldías) y que piensa que soltando al aire se sentirá menos pesado y más libre. Lo peor es cuando esta melancolía, ese sentimiento de añoranza por un momento pasado que no parece que volverá o se reconvertirá en alguno más feliz, se mezcla con música y agudiza esa punzada en el corazón. En ese momento te preguntas por qué son felices los demás y qué has hecho tú para merecer esto. En ese instante te gustaría ser otro y huir de tu propia complicación. Aunque los demás tengan las suyas, preferirías estar en su piel, aparentemente feliz.

De hecho, cuando escribes estas líneas o las imaginas también te preguntas si alguien las leerá e incluso si influirá en el lector, aunque tengas el pensamiento en alguien concreto, que dudas que jamás ojee esta bitácora, ya que piensas que nunca llegará a ella. Es algo que nos ha ocurrido a todos y quien no lo haya sufrido que lance la primera piedra, porque estaré esperando. Esto es, en fin, una de las etapas de la vida. En concreto, la etapa en la que, definitivamente, sales del cascarón y te das cuenta de que lo que los demás decían sobre la vida es cierto. Es cuando descubres los sentimientos en su mayor potencia y te das cuenta de las injusticias cotidianas de tu alrededor. Lo injusto es que los sentimientos agridulces pesen más que los alegres. Será porque soñamos con lo imposible o porque nos creemos diferentes. ¿Quién sabe? Yo ahora sólo pienso en recuperar la ilusión, por eso me pregunto qué hacen los demás para ser felices y por eso envidio a quienes viven con alegría y gozo hasta los 90 años. Ellos han ganado la batalla que nosotros estamos perdiendo.

sábado, 4 de julio de 2009

¿Para qué estudiar si se puede ser Lehendakari con el PSOE?

Después de leer este artículo de Deia en el que se describe la labor de Patxi López, el actual Lehendakari, me pregunto para qué sirve estudiar. Unos dirán que para culturizarse, que necesitamos aprender y otros que sirve para prepararnos ante la vida. Hay muchas más razones para estudiar, pero ver que un tipo sin apenas estudios ni dedicación llegue a ser presidente de la CAV las vacía de contenido. Porque muchos nos pasamos el tiempo entre libro y libro, y no sólo de estudio o por estudio, para poder asegurarnos un puesto de trabajo, mientras que otros, hijos de sindicalistas, eso sí, sin pegar un palo al agua (por no saber, no saben ni idiomas) llegan a lo más alto de la sociedad vasca. Es tétrico y triste y da mucho que pensar, más aún cuando se toma la facha de “bohemio” e intelectual, con fotos en revistas tocando el saxofón y haciendo casi de maestro de ceremonias musical.

Pero no es sólo estudiar, sino tener también una preparación política. Y es ahí donde también falla López, porque, aparte de tener un currículo unido al Partido Socialista, que encima no es muy extenso, apenas está a gusto con los medios ni sabe decir algo fuera del discurso oficial. Es como un títere sin recursos. No sabe más que repetir sus cuatro conceptos abstractos que, como si de una solución mágica se tratase, los utiliza igual para la Economía, la Industria o la Política. Es indiferente lo que preguntes, que la respuesta será siempre la misma, una respuesta abstracta y hueca, que esconde el “cero socialista” para responder a las necesidades sociales. Y lo peor es que aún engaña a gente, que cree que las cosas se solucionan con grandes frases y literatura barata. Pues no, las cosas se arreglan con iniciativa, inteligencia y sobre todo con trabajo.

Ya veremos hasta dónde nos llevan los socialistas, con sus “noes” escondidos en bonitas frases y gestos. Sólo les gustan las fotos, porque la realidad es muy poco “kitsh”. Hay que ser jeta, de verdad, para tener tan poca experiencia e ir dando lecciones a los demás. Qué duro es que gobierne un partido que tiene como su propio fin a sí mismo.