lunes, 10 de diciembre de 2007

La OTAN intervino en Kósovo

Como otras veces en la Historia, los que ayudaron a levantar un régimen salvaje lo destruyen por miedo a perder el control. Eso ocurrió a finales de los noventa en Yugoslavia, cuando la ONU intervino. Era conocido por la opinión pública mundial que el régimen de Milosevic era indiferente a los Derechos Humanos. Bajo la amenaza de una “limpieza étnica” en Kósovo las fuerzas de la OTAN decidieron bombardear, desde el 24 de marzo y durante 79 días, la antigua Yugoslavia.

No obstante, otras tesis críticas con la ONU refutan ese argumento. Z. Berezezenski habla del “interés de los Estados Unidos por expandir su influencia en Europa” ya que la intervención militar de la ONU es vista por círculos dirigentes norteamericanos como “un paso hacia el fortalecimiento de su posición mundial”. Y es que a la ONU le importaba bien poco el peligro de las matanzas y la vuelta de los albano-kosovares a sus casas. Sin embargo, lo básico era no perder el control del gobierno que legislaba Yugoslavia. Los bombardeos de la ONU fueron mucho más mortíferos que las acciones del Gobierno Serbio porque mataron a muchos ciudadanos más.

Asimismo, la ONU hizo “oídos sordos” tras la guerra balcánica. Los albanokosovares, que parecían carne de cañón, se pusieron el traje de verdugos y se “cepillaron” a más de una comunidad de Serbios y gitanos. Pero hoy en día la ONU sigue utilizando esa doble vara de medir y no hay más que ver qué ocurre en muchos lugares de este mundo y la actitud del organismo internacional. Se podría citar las matanzas de Darfour, el Sahara Occidental, Kurdistán y tantos conflictos por resolver que no importan porque no se hace “eco” de ellos en el noticiario mundial. Y eso, sin hablar de pena de muerte, porque no acabamos.

sábado, 8 de diciembre de 2007

¿Progreso?

Hoy en día todo el mundo habla de progreso. Términos como “progresista” o “progre” son acuñados para hablar de aquellos modernistas que se oponen a los conservadores. El progreso, por definición, es el desarrollo favorable, el perfeccionamiento o la mejora de algo. ¿Es el progreso sinónimo de avanzar? Muchas veces parece una huida hacia delante. En Euskadi últimamente se debate mucho sobre la “Y griega” vasca. Este proyecto pretender unir, con un tren de alta velocidad (tipo TGV), a las tres capitales de la CAV. Además, pretende unir la CAV con Navarra y con Madrid. Es bien cierto que este proyecto suscita ilusión entre la ciudadanía, ya que ir hoy en tren de San Sebastián a Bilbao es una odisea, por no hablar de un Bilbao Madrid. No obstante, es bastante polémico, a la vez, por varias razones. Este proyecto no respeta la propiedad privada y propone varios soterramientos en zonas privadas a las que simplemente se les indemnizará, pero que en realidad el valor de lo perdido será más alto que el de lo recibido. Además, se puede convertir en un pogromo natural ya que varias zonas verdes serán convertidas en vías de ferrocarril. De todos modos, para evitar estos dos puntos anteriores, se podrían mejorar las líneas existentes. Construir no es sinónimo de destruir lo pasado. En todo caso, en este concreto, debería ser perfeccionar lo existente en vez de crear algo nuevo. El TAV no va a ser la panacea, ni el “jarabe” que cure los males de la red vial vasca. El volumen del tráfico no descenderá en grandes cantidades mientras muchos pueblos queden a un lado del proyecto.

Pero el TAV no es más que la punta del iceberg de la conversión de Euskadi en asfalto. La facilidad para crear nuevas superficies ha hecho desaparecer grandes verdes de nuestro país. Es cierto que estos mega-centro comerciales son más cómodos para el cliente, pero, a la vez, terminan con el pequeño comercio, lo cual, empobrece la vida del pueblo o barrio.

Esa deshumanización del comercio va unido al incremento de las grandes superficies. Esa tendencia es extensible a otros ámbitos de la vida. A pesar de que hoy se conozca a más gente que nunca, el trato se ha deshumanizado. La ciudad, que es grande, hace anónimo a su habitante. Muchos tratos hoy son simplemente comerciales (quit pro quo). El aumento de las ciudades ha acabado también con muchas tradiciones y ha condenado a muerte a muchas culturas. Seguir el modelo en marcha, ha acabado con muchos ritos locales, lo que ha provocado que muchas regiones hayan perdido sus raíces.

¿Qué opina el ciudadano? El ciudadano ve pasar al “progreso” sin inmutarse. Se acepta, ya que no se ve otra alternativa al orden económico establecido. Asimismo, el político tampoco se preocupa por explicar los planes (TAV, por ejemplo) y toma la representatividad recibida en la urna con mucha ligereza. Esto hace que el ciudadano viva desinformado.