martes, 17 de febrero de 2009

Jugando al despiste

El otro día estuve en Vitoria y ahí me topé con un grupo de jóvenes socialistas que estaban haciendo campaña. Los jóvenes iban en un unos vehículos a pedales repartiendo propaganda de Patxi López. Nada extraño. Aunque una cosa me llamó la atención: en sus vehículos sólo había ikurriñas en sus vehículos. No había ni rastro de banderas españolas. Nada de rojigualdas. Digo que saltó a mis ojos porque los socialistas vascos son fieles defensores de la enseña que ellos consideran nacional. El PSE-EE siempre ha sido proclive, salvo Odon Elorza, a poner esa bandera en las fachadas de las instituciones aunque haya sido el PP el que haya tirado más para conseguirlo. Lo hicieron en la Diputación de Álava y siempre que hay una moción que proponga poner esa bandera en una institución han votado a favor. Yo ya dije qué pensaba de esas mociones en otro artículo.

Y es que es normal. Al fin de al cabo el PSE-EE pertenece al PSOE, son una federación (si no me he equivoco). Además, los socialistas vascos se sienten españoles y están orgullosos de ello. Tienen la legitimidad para sentirlo. La libertad así lo dicta y el respeto así lo refrenda. Es más, creo que tienen el derecho de querer ver la que ellos consideran su bandera nacional, la de su país, en las instituciones de Euskadi ya que si consideran que esta tierra es España deben poner las enseñas que según su criterio corresponden. Pero lo que me parece criticable es el hecho de que la escondan en campaña. Me parece algo rechazable. Uno no debe ocultar sus símbolos propios por mucho que estos no sean muy bien acogidos en su tierra. Aparecer de otra facha es engañar al electorado. No vale ponerse el mono vasquista para sacar unos votos si luego ese mono queda en el armario. Sobre todo, si quienes representan a ese partido desconocen el euskera y no han puesto demasiado interés, salvo excepciones contadas, en la cultura de esta tierra. El castellano y el euskera son patrimonio de esta tierra al igual que los artistas que las utilizan. Son nuestra cultura, ya sean las novelas de Aramburu o Uribe o las poesías de Aresti o Blas de Otero.

El PSE-EE lleva muchos años de ambigüedad. Desde hace un tiempo juega al despiste con cortinas de humo. Habla de nuevos estatutos, euskera o diálogo pero al final actúa parecido al Partido Popular salvo si en Madrid pintan vastos. El señor Baztarrika lo dijo bien claro “echo de menos en los socialistas el verbo proponer”. Lo decía en cuanto al euskera. Y esto se puede ampliar a otros ámbitos. El Estatuto sigue incumplido y no parece que vaya a cumplirse. Sólo lívidos cantos de sirena para ganar electores vasquistas. Nada más. Igual que la bandera. En un principio, no respetan la voluntad de los vascos expresada en las urnas por la cual se deduce que no se sienten identificados con esta enseña (mayoría nacionalista vasca en los escaños) para luego esconderla en campaña. Manuel Irujo ya lo dijo hace muchos años: “la solución pasa por el partido socialista”. Pero de obediencia vasca.

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