El Estado y Garzón están a la carrera a ver quién ilegaliza antes a D3M y a Askatasuna. Es la nueva competición entre jueces que quizás está unida con la de salir en los medios de comunicación. Es algo habitual. Garzón, Marlaska o Cumpido ya se han convertido en habituales de los telediarios. Da igual que sean fosas comunes, Pinochet o ETA, la cuestión es protagonizar. Yo, que desconozco los avatares judiciales, no entiendo cómo abarcan tanto trabajo entre tan poco juez. Me pregunto muchas veces de qué manera llevan tantos casos y a la vez dan conferencias y tienen vida propia. Es realmente asombroso, de mención.
Es también admirable la velocidad con la que ilegalizan partidos. Parece que las sentencias están prefabricadas por lo rápido que llegan. Para otros contenciosos están años. Como en Italia que aún siguen sin saber si desconectar a Eluana o no. Parece que la Iglesia prohíbe el derecho a la vida o a la muerte digna (depende por que extremo lo cojas). Al final ocurre ocurre que quien sienta cátedra cae en sus propias contradicciones y queda en evidencia. ¿Acaso alguien desearía una vida así a su prójimo?
En definitiva, el mundo sigue igual que ayer y mañana tampoco cambiará demasiado. Askatasuna y D3M serán ilegalizadas ante el silencio internacional y los jueces darán razones para justificar lo injustificable para quienes atentan. Esta retroalimentación no va a acabar sin voluntad para solucionar los problemas. Esa relación debe ser multilateral y flexibles. Sin medios ni dogmatismos; lo contrario que sucede ahora.
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