martes, 19 de febrero de 2008

Mujeres (escrito el 28 de noviembre de 2006)

En la adolescencia no se para de hablar de ellas. Parecen una obsesión. Cada uno tiene la suya, la perfecta, hecha a su medida. Ya puede ser ella alta, baja, rubia o morena, hay una mujer ideal para cada hombre heterosexual o mujer lesbiana. Se supone que por definición divina todos estamos enamorados, y por rebote, preocupados. Los unos por continuar, los otros por encontrar. Siempre busca el Humano huír de sus miedos apoyándose en otros.

A estas edades (adolescentes), dónde se busca explorar y profundizar, el hombre busca a su pareja de forma empírica. Cada día es una nueva oportunidad para indagar en el sexo vecino. Se tontea por doquier hasta conseguir el beneplácito de la de enfrente. Opuestamente a estos aventureros, otros, lo hacen por flechazo o amor platónico. Aunque estemos en una época globalizada, dónde todo lo antiguo suene arcaico, todavía hay reductos de románticos en nuestras calles y pupitres. Son de los que antaño "morirían por amor". Estos sufren lo de indecible al ver que su "Julieta" idealizada no corresponde con el mito o también por que esta huye despavorida de él. Estos románticos son espectadores en su mayoría, poetas en potencia y melancólicos de profesión. Tienen pánico al fracaso y lo plasman en sus desgarradores comentarios, que muestran su mitificación del amor y su sufrimiento análogo. Sus poemas o trabajos escritos tienen un gran peso lírico, pero carecen de orden. Como decía, son pasivos, y sólo actúan por enagenación (ida de olla) o por fatalismo (sabía que me iba a decir que no). En teoría, estos deben de ser los favoritos de las féminas, ya que representan los valores del caballero, el buen estar y el buen ser, aparte de una gran docilidad casi idiota y una manipulabilidad excitante para las mujeres que se aprovechan de ellos y de sus buenas intenciones.

El amor, o quedarse enamorado, dicen que cambia a uno hasta un punto en que no se reconoce. Salvo para algunos resignados que pasan del tema "por defecto". No tienen ni una esperanza puesta en el tema. Hay también los pasotas, que pasa de las mujeres. No sé si serán misóginos por gusto o para disimular su falta de ligoteo.

Y es que en esta vida hay un desajuste de valores. Es clave que cada uno tiene los suyos, pero la mitificación de unos hace daño a los otros. Siempre se tiende a adornar ciertas ideas y a manchar otras. Es que somos así. Muchas veces se oye el irritante aullido de una mujer que dice aquello de "que mono que sufra por su novia".

Entre el mito y la realidad hay bastante diferencia. El poeta sufrido que aguanta estoícamente en el fondo está amargado porque la realidad deforma sus sueños. A decir verdad debería de ser al revés, puesto que la realidad es común y los sueños particulares, aunque estos ámbitos estén correlacionados. Las mujeres suelen ser las que rompen estos sueños y hacen caer al pobre hombre en profunda depresión. Pero tampoco se debe idealizar a la enamorada ya que su ordinarización, o vuelta a la realidad, será muy dura. De todos modos no se deben versar tantas ilusiones en un mismo objetivo, que encima es muy inestable.

Y es que la mujer es tan superficial como el hombre. En vez de tetas, hay pectorales, en vez de culos, hay más culos y como colofón hay el paquete. Aunque hay mujeres, como hombres, de todo tipo. En el fondo los dos sexos son tan parecidos como deben parecerse (según los estereotipos prestablecidos arbitrariamente). Todos tenemos debilidades tanto carnales como psicológicas. Eso sí, las mujeres siempre tienen la sartén por el mango, y no sé por qué.