domingo, 9 de agosto de 2009

Desvirtuando al poeta

La poesía carece ya de significado positivo. Las nuevas tecnologías lo han tirado por la ventana con la escenificación del poeta como a un cursi y patético perdedor (Fran Perea). Además, para muchos la poesía ha pasado de ser la expresión de los sentimientos más íntimos, a ser una cursilada superflua. El poeta, sino corresponde al estereotipo antes citado, es oportunista y ofrece sus versos a cambio de favores; una transacción de sentimientos por sexo (la canción Noche de Sexo), bien diferente al bardo errante y sufridor de antaño.

Porque, aunque exista esa tendencia generalista de magnificar tiempos pasados, hubo un tiempo en el que los poetas buscaban aventuras (Iparragirre), se comprometían socialmente (García Lorca) o morían de suplicio (Becker). Eran tiempos de romanticismos y locuras, la esencia de la lírica, muestras de un espíritu rebelde y transgresor que buscaba ir más allá y explicar lo que llevaban adentro de una manera diferente (Rimbaud). Eran grandes esperanzas que acabaron frustradas, pero que enseñaron a la Humanidad entera que el sufrimiento puede ser bello, que la generosidad del poeta podía enamorar a otros humanos. Seguro que más de un bardo pensó que iba a enamorar a alguna chica con sus palabras, que emanaban sincera pasión. Y seguro que se frustró al ver que ese esfuerzo era en balde. De hecho, su frustración sería mayor, y al mismo tiempo satisfacción, al saber que sus versos han hecho felices a mucha gente.

Por eso, reivindico la figura del poeta. Existe gente que tiene una sensibilidad especial y que, además, es capaz de transmitirla con claridad (Kirmen Uribe). Humanos que conocen los mecanismos que unen pluma y alma, que se funden en un papel con garabatos que expresan sentimientos íntimos e individuales; que no únicos (Juaristi). No seré yo quien diga que soy poeta, pero seré yo quien afirme que más de uno se sentirá identificado con la frustración de quien, dando belleza a sus palabras, ha intentado hacer sentir algo a alguien. Puesto que, en teoría, los estereotipos premian las sinceridad. Aunque sea mentira y el poeta siga siendo alguien solitario y, en cierta medida, asocial.

3 comentarios:

El gramático pardo dijo...

Ahí,ahí Umbralillo, sigue así.

Nerea dijo...

Qué par de dos os habéis juntado, maremía.

Anónimo dijo...

me gustaría saber su opinión, caballero, al respecto:

http://minegrofuturo.blogspot.com/2009/06/la-vieja-iruna.html