jueves, 19 de marzo de 2009

El miedo al saber

En la clase de Comunicación Social hemos visto “El nombre de la Rosa”. Es un filme ambientado en la Edad Media, que narra la historia de un franciscano, William de Baskerville, que llega a una abadía en Austria e intenta resolver las extrañas muertes que suceden allí. Acompaña por su discípulo Adso, quien cuenta la historia, utiliza la razón como solución al enigma. Esta práctica, hoy en día tan común, era mal vista en aquellos tiempos. La lógica era impopular y el saber estaba circunscrito a los hombres de la Iglesia. Es más, el saber tampoco era extendido. En la película queda marcado con una frase “ya no es hora de avanzar en el saber, si no de recapitular y recapitular”. Esto lo dice el bibliotecario, Jorge de Burgos, que es benedictino y describe muy bien la actitud de la época.

La Edad Media fue un tiempo en el que la Iglesia dominó la sociedad. Fue una época de retraso. El pueblo se volvió analfabeto y manso. La cultura popular se redujo a cuentos morbosos y evasivos y los pocos ilustrados que había eran perseguidos o acólitos de la Santa Inquisición. La Iglesia de aquel entonces era reacia a todo avance y congeló el tiempo. Sólo el nacimiento de la Edad Media consiguió que la sociedad evolucionase y se liberalizase. Era dogmática esta Iglesia, lo que queda demostrado en el filme, y todo razonamiento no contaba, ya que la fe religiosa se convirtió en adoctrinamiento. Cualquier duda era barrida, porque podía derivar en una crisis de fe. La jerarquía era potente y férrea. Tanto como la estratificación social. Las clases dirigentes imponían sus manías y se repartían el poder y la cultura. Era un régimen vertical. Sólo la aparición de órdenes mendicantes, como franciscanos, o más radicales como los dulcinistas , que criticaban la opulencia de la Iglesia y ofrecían cultura, preservaron la dignidad de la Iglesia. Sin embargo, estos religiosos fueron perseguidos y quemados por la Santa Inquisición, que se convirtió en una caja de brujas para tener al Pueblo asustado.

Esta persecución es algo parecido a lo que les ocurrió a los jesuitas en El Salvador o a los defensores de la Teoría de la Liberación. El amor a la sabiduría aún no ha calado en ciertos sectores conservadores de la Iglesia. Estos quieren mantener el poder sobre los libros y creen que la liberalización de la sociedad provoca, que ésta se vuelva atea. Nada más lejos. Lo único que provoca esta situación es la lejanía entre la Iglesia y la sociedad. La fe es algo individual, que muchas veces es independiente al conocimiento. No habrán sido pocos los grandes científicos que han creído en su Dios y no han sido pocos los muchos ignorantes que han sido y son ateos.

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