El Hombre es un animal político pero al mismo tiempo es un animal social. Es un animal político porque necesita discutir y es un animal social porque necesita vivir en grupo. Asimismo, esa discusión y ese grupo necesitan una ordenación o una jerarquía que lo organice. Para eso, se necesita un líder que sepa situarse por encima de los demás. Antes era el más fuerte quién ahí estaba, ahora también. Sólo que ahora éste es quién más votos recibe. Aun así, el líder debe saber aglutinar a las diferentes sensibilidades de su grupo y liderar a todos. Porque, al fin de al cabo, es el líder de todos. Y ese liderazgo depende de sus ciudadanos por lo que la relación debe ser bilateral. Por un lado los ciudadanos dan su confianza a alguien que está dispuesto a resolver sus problemas y por el otro, éste se compromete a trabajar por ellos. Es una delegación de responsabilidades sociales y cívicas en base a una confianza. Una vez rota sólo caben dos posibilidades o el líder se va a su casa o se impone a su grupo.
En la política pasa tres cuartos de lo mismo. Un líder debe ganarse a su partido para después ganarse a la sociedad. Y sobre todo, debe saber ganarse a su partido una vez que ha salido de líder para luego poder ir más allá. Pero no sólo eso. El líder de un partido debe saber ganarse a su electorado y debe saber leer la situación actual para echar el lazo al de al lado. Porque el líder debe saber leer los tiempos y sobre todo las coyunturas. Nunca debe estar de espaldas a lo que pide el pueblo y a sus preocupaciones para salir respaldado. Eso es un billete a la oposición. Por eso, no debe radicalizarse cuando la sociedad pide distensión, ni relajarse cuando la sociedad pide una respuesta. Aparte, debe saber buscar sus apoyos ya que la política es muy engañosa. Quién te está adulando puede que al mismo tiempo te esté echando la mano al cuello. Ser líder, en definitiva, es saber rodearse bien, es saber leer el presente y prever el futuro. Sólo con esas tres premisas uno se mantiene en el puesto. Lo difícil es hacerlo. Para ello hay que tener una cabeza fría y buenos compañeros de viaje.
Y es que escribo esto a raíz de las palabras sobre liderazgo que dijo Josu Jon Imaz. Les están cayendo palos por todos los lados. Además, hay muchos que creen que esas palabras van dirigidas al propio PNV. Mejor le vendrían a EA, pero eso es otra historia. Yo, por lo poco que he leído de su discurso, estoy de acuerdo con lo que dice. Hay que saber leer los tiempos y hay que saber qué votos se quiere para girar la estrategia hacia ese caladero. Pero hay que saber también si ese caladero tiene votos y si tus aliados no quieren hundirte. Y ese fue su problema: los que tanto le loaban le hicieron zozobrar. Al final, Imaz ha quedado y quedará para unos como un mito del nacionalismo vasco, el que intentó renovar el discurso e intentó hacer una Euskadi para todos, mientras que para otros será un michelín, un flojo y un español.
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