miércoles, 14 de enero de 2009

Un mundo de personas solitarias

Cada vez que voy en un autobús o cojo el metro me doy cuenta de que el hombre tiende por naturaleza a la soledad. No sé si es porque somos tímidos o por deseo expreso pero preferimos seguir nuestro camino. ¿Esto a cuento de que viene? Pues que cada vez que voy en algún medio público intento sentarme solo al igual que hacen los demás. Sólo cuando vamos con alguien conocido accedemos a su compañía. No obstante, esa compañía puede ser sólo física porque realmente estamos pensando en nuestras cosas. Yo, personalmente, aprovecho ese tiempo para leer o escuchar música y si esto no es posible para pensar en mis cosas. Nada del otro mundo.

En esos trayectos en los que reflexiono, saco conclusiones muy profundas que luego se me olvidan. Doy vueltas a temas que me parecen trascendentales y llego a un punto en el que podía cambiar muchas cosas. Pero en cuanto pierdo el hilo todo se borra. Es una pena no poder transcribir muchos de mis pensamientos. Quizás hasta podrían ser interesantes y aportar algo nuevo a esta sociedad. O quizás, serían la constatación de que todos tenemos más o menos las mismas inquietudes y podemos ser profundos. Podríamos así desmentir nuestra supuesta superficialidad. Quizás esta sea consecuencia de que queremos conocer a demasiada gente y por eso no damos una imagen real de nuestra persona. Quizás no. Y es que vivimos en una sociedad que nos introduce en un modo de vida que poco a poco te va ahogando sin dar alternativa ninguna. Seguimos unos acontecimientos lineales con sus alternativas que nos marcan el camino. Aprendemos de lo que nos ocurre.

Pero, ¿qué haríamos sin soledad? Morir. Sin esos momentos de sosiego y reflexión nuestra vida sería un infierno. No poder ocuparte de ti mismo te impide poder ocuparte de los demás ya que no puedes basarte en tus propias conclusiones para arreglar los problemas de los demás o simplemente echar un cable (no literalmente). Necesitamos ese interiorismo para poder amueblarnos. El sentido común debería ser el más común de los sentidos. Sólo podríamos hacer la diferencia entre ser un hombre pobre y un pobre hombre. La segunda tiene difícil arreglo. En esta vida no todo es material, por eso, cada uno debe cuidar de su jardín.

Soledad, ¡bendita compañía!

No hay comentarios: