Las declaraciones de Aberri Eguna siempre hay que enmarcarlas en el contexto del día de la Patria vasca. Esta fecha es, desde hace más de 75 años, el día de reivindicación de quienes creemos en la nación vasca. Es el día en el que dejamos la realidad de un lado, para centrarnos en nuestras aspiraciones nacionales. Y es normal que los discursos políticos estén basados en la defensa de las unidad de las 7 provincias y del “derecho a decidir”, ya que son los pilares del nacionalismo vasco. Pero, aún hay medios que buscan intoxicar la celebración, mezclando el día con ETA o, afirmando que los partidos abertzales “se echan al monte”. Algunos olvidan o pretender obviar que la mayoría de los partidos políticos vascos desean que el pueblo vasco decida su futuro por sí mismo, algo que chirría en los medios afines al PP y PSOE y en su propia masa social. Por eso, no es raro que se intente descalificar esta fiesta, a la que se intenta vaciar de contenido y dar un tinte excluyente y hasta de “akelarre” nacionalista vasco, como si España no tuviera fiesta nacional, que se convierte en una exaltación patriótica (por cierto, bastante chusca).
Es lógico, pues, que se vuelvan como locos cuando se les recuerda que Euzkadi son más de tres provincias y que la ikurriña representa algo más que a una comunidad autónoma. Pero lo que carece de lógica es que intenten descalificar, también, las críticas de los nacionalistas al próximo Gobierno vasco. Los “constitucionalistas” aducen que quienes les critican, intentan desprestigiar a las instituciones vascas. Quizás olvidan que quienes primero las han desprestigiado han sido ellos, negándose, en primer lugar, a cumplir el Estatuto de autonomía, y, segundo, poniendo en duda el compromiso de las instituciones en la lucha contra ETA. Aún suenan en mis oídos las miserables palabras de Antonio Basagoiti, cuando afirmó que “EiTB daba bola a ETA” o las críticas a la Ertzaintza acusándola de ser “tibia” contra ETA, cuando ambas instituciones han sido blanco de la banda. ¿Qué hubiera pasado si un nacionalista vasco hubiera afirmado los mismo de RNE o de la Guardia Civil? Pero no sólo eso, sino que es también notorio que los partidos que van a sustentar el próximo Gobierno no se identifican con los símbolos de autogobierno. El PSOE y el PP no se sienten identificados con la Ertzaintza, EiTB o el concierto económico. Es algo evidente, ya que ambos partidos han denunciado el sistema de financiación vasco en otras comunidades autónomas. Y, más aún, si tocamos el tema del euskera. No hay más que ver quién es la presidenta del Parlamento.
Esta es, pues, la resaca de Aberri Eguna. Aunque la de este año ha sido más dura por haberse juntado con la composición del Gobierno vasco. Y es que, como no hay argumentos que sostengan su legitimidad social, los afines al nuevo gobierno se han dedicado a descalificar al nacionalismo vasco, en lugar de rebatirlo. Han apelado a la responsabilidad, al talante y a todo lo que se les ha ocurrido, mientras nos acusaban de irnos al monte. Hasta algunos han colocado, de manera sibilina, en el mismo nivel las críticas de los nacionalistas vascos y la amenaza de ETA al nuevo ejecutivo de López. Ya se sabe, a falta de argumentos, ¡buenas son las calumnias!
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