La reforma de la ley de Aborto propuesta por el Gobierno ha reavivado las discrepancias entre el Gobierno y la Iglesia. El nuevo texto, que aporta medidas concretas como la edad con la que la joven puede abortar sin permiso o una nueva ley de plazos, no gusta nada a la jerarquía eclesiástica que ha resucitado su discurso más sensacionalista. Las palabras del cardenal Rouco Varela, que alertó que la democracia corre el riesgo de convertirse en “una palabra vacía”, al igual que las campañas en nombre del “derecho a la vida” distorsionan el debate sobre la nueva ley. Esta nueva oposición, acompañada en ciertos casos de un boicot al aborto en algunos colegios públicos, muestra que la Iglesia no ha aceptado todavía la despenalización del aborto, que se produjo hace más de 20 años, ya que vuelven por enésima vez a la dicotomía aborto sí/ aborto no. Esta posición reaccionaria es también defendida por organizaciones conservadoras que han llevado a los antiabortistas a la calle, con el populista “no existe el derecho a matar, existe el derecho a vivir” como lema.
La existencia de estos grupos, defendidos por la derecha más conservadora, debe hacer reflexionar al gobierno. La refutación de los diferentes avances sociales conseguidos es un hecho, lo que debe dar que pensar en los ambientes más progresistas. Quizás sea el inmovilismo que caracteriza a la Iglesia y a un reducido círculo social, o quizás sea por que las cosas no se han hecho del todo bien, pero, es necesaria una revisión sobre estos temas. No es normal que haya una oposición social tan potente, acompañada en ciertos casos de boicot, cada vez que se propone una avance social. Puede que sea hora de que ciertos medios y movimientos suelten amarras de la Iglesia.
*Este artículo es para un trabajo de Taller de Escritura.
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Hace 15 horas
1 comentario:
Últimamente lamento que, como estoy haciendo la carrera en euskera, no vaya a escribir un sólo artículo en castellano. No debería ser así, ¿no crees?
Buen editorial.
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