domingo, 26 de julio de 2009

El cínico despelote

Durante los últimos siglos la mujer ha sido tratada como un objeto. Esa discriminación injusta ha sido una constante. El “sexo débil” (no lo creo así) ha sido tratado peor que los animales, ya que fue relegado a un tercer por su sumisión al hombre. Todo por culpa de Aristóteles, que las consideraba “inferiores por naturaleza”, algo que es incierto, porque somos nosotros los que “babeamos” detrás de ellas. Quizás por esa herencia histórica – no todo lo que se hereda es positivo—las mujeres se reivindiquen hoy en día, mientras inconscientemente nos hacen sufrir a los hombres. Se han dado cuenta de que valen tanto o más que nosotros y han explotado su potencial, algo que en otro tiempo era más sutil y sensual por la peligro que llevaba. Es una teoría quizás machista, pero creo que otra coincide con la realidad.

Después de haber marchado por el Sur así lo entiendo. He visto muchas mujeres bellas y sensuales, que vestían así por verse válidas y bellas. Y ambas cualidades iban unidas al número de hombres, algunos “moscones”, que se les acercaban. La estética en las mujeres es esencial. De su belleza puede depender muchas veces su estado de ánimo. La herencia histórica, que las colocó como bellos floreros, pesa aún como una losa en una sociedad que resalta la belleza exterior, relegando la interior a un segundo plano, más concretamente, a un “largo plazo”. O, al menos así lo entiendo, porque las mujeres no se acercaban a los hombres. Más bien todo lo contrario, esperaban, mientras danzaban, a que se les acercasen para luego elegir con quién querían estar. Puede que sea algo biológico—resulta bastante salvaje--, pero me extrañó que en una tierra tan “pasional”—no hay más que ver la figura de Carmen – se viera tan poco sexo. Los vascos, en teoría, vamos a allá en busca de la carne, aunque al final acabemos ahogando la noche en vasos de cerveza.

Es una auténtica pena que en su subconsciente, muchas mujeres se vean como objetos sexuales y estén acomplejadas por su cuerpo. Nada más lejos de la realidad. La belleza es algo que va unido a nuestra sociedad, cada día más hedonista. Mentiría si afirmara que no me gusta ver mujeres bellas, pero faltaría a la razón si apostillase que aceptaría a una con la que no pudiese cruzar más de dos palabras. Es importante combinar ambas cualidades, porque la belleza no es únicamente exterior. El interior vale y ya es hora que empecemos a valorarlo. Quizás así nos ahorraríamos algún que otro disgusto, como el enamorarse de mujeres florero.

3 comentarios:

Nerea dijo...

Bueno, los 20 años son una buena edad para fijarse sobre todo en el interior...
Pasa por aquí! http://txistorradigital.blogspot.com/2009/07/estudiantes-alquilo-kilo.html :D

Nerea dijo...

Por cierto, sabía que habías escrito alguna vez sobre algo parecido: http://pasenveanyopinen.blogspot.com/2008/07/las-mujeres-y-la-belleza.html

El gramático pardo dijo...

Suelo leerte y por eso te he linkeado.
saludos