La nueva presidenta del Parlamento vasco no acudió el otro día al acto de recuerdo del bombardeo de Gernika. Aquella destrucción que, según los que ganaron la Guerra, fue “obra de los rojos”, más en concreto de los gudaris. Un ataque directo contra el Pueblo vasco, secuela de los anteriores bombardeos a Durango y Otxandiano, en los que perecieron muchos vecinos. Fueron ataques contra la población civil. No hay más que recordar que cuando llegaron los franquistas a Gernika, se dedicaron a castigar a quién dijo que esa masacre fue obra del bando sublevado. Y no fueron los franquistas quienes bombardearon la Villa sacra de los vascos, sino los nazis. Algo que en cualquier país del mundo es sinónimo de actos civiles en recuerdo a quienes fallecieron, dónde acuden los representantes políticos y sociales del lugar. Menos aquí. La presidenta declinó asistir “por problemas de agenda”, mientras acudía a unas jornadas sobre víctimas del terrorismo (de ETA, claro) en San Sebastián. Estas jornadas estaban organizadas por Covite, una organización bastante cercana al Partido Popular.
Resulta paradójico, por no decir hiriente, que la máxima representante del Parlamento vasco sea incapaz de homenajear a los muertos en Gernika. Y es más hiriente o paradójico cuando su partido se pasa el tiempo acusando de “filoterroristas” o de “dar bola a ETA” a quienes no comulgan con sus ruedas de molino. Debe ser que el pasado duele. Porque para los herederos del franquismo tiene que ser muy duro darse cuenta de que su “cruzada” fue en realidad una masacre auspiciada por quienes se cargaron a seis millones de judíos (entre otros pueblos) en campos de concentración. Y todo con la total complicidad del Gobierno franquista. Y aun así, siguen dando lecciones de ética a los demás, mientras mantienen denominaciones franquistas en sus calles. El Franquismo, un régimen totalitario, del que algunos que se dicen demócratas aún no se avergüenzan. Y a los medios les da igual. Algunos sólo lo recuerdan cuando les conviene.
Pero no ha sido ésta la única noticia sorprendentemente asquerosa que he leído. Rosa Aguilar, la tránsfuga de Izquierda Unida, afirma en una entrevista a El País que “pedirá perdón a Felipe González por relacionarle con el GAL”. Y además también admite que “nunca se afiliará al PSOE”. El tiempo dirá, pero la primera afirmación es de traca. Los GAL son un proceso bloqueado y lleno de claroscuros. Todavía no se sabe a ciencia cierta si González estaba detrás, ya que se desconoce quién está detrás de la “X”. De hecho, hay un montón de cortapisas, las mismas que hay para esclarecer la relación entre el Rey y el 23-F, que impiden saber qué pasó en realidad aquellos oscuros años. Y eso mientras dan cursos de ética sobre Derechos Humanos sin despeinarse. Es de traca.
Trabajo y unión, fundamento de la comunidad personalista vasca
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Joxan Rekondo 1.La médula del movimiento cooperativo vasco se entronca con
la divisa de Trabajo y Unión, que Arizmendiarrieta identificaba con “la
sana fil...
Hace 1 día
2 comentarios:
En efecto, Jon, son dos mujeres con muy poca vergüenza. Con todo lo golfa que soy yo ninguna de las dos me llega a la altura de mis tacones de aguja.
Lo tuyo es otro tipo de golferío, seguramente mucho más sano.
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