domingo, 24 de mayo de 2009

Añoro lo desconocido

De noche, en un bar, miradas desconocidas y cruzadas, una nueva ilusión florece. -“¿Seré yo?”- te preguntas mientras paladeas tu saliva, estás nervioso. Trece mil pensamientos y la mente en blanco, pero una sola pregunta: ¿qué hacer? -“Es igual”- piensas. ¿Cómo voy a ser yo? Y efectivamente no eres tú. O quizás sí, porque no te has acercado. No tienes valor. Es muy difícil. Pero sueñas alegremente, aunque añores algo así. Ves películas de cine español en la que el protagonista es un “tirao” como tú. Te identificas, al igual que podrías identificar a algún amigo más. Él conoce a alguien especial, lucha cada palabra. Tú no sabes, bueno sí, pero no rematas. Quizás no sea la solución, pero sirve para mantener una ilusión. Escuchas los Piratas. Aunque no sea amor, sino el simple hecho de tratar con alguien que te haga desconectar. Es un valor imprescindible. Intentas destacar, pero no lo consigues. O sí. Tampoco lo sabes, así que no ganas nada. ¿Qué haces? Pareces un tábano.

Miras al cielo y te preguntas por qué. Aun sin saber por qué te preguntas por qué. ¿Por qué soy así? Sufrir es el sino del hombre. La imperfección y la constante evolución nos lleva a ello. Al igual que las ilusiones. Quién no desea es hombre muerto o mente en descomposición. Te sientas en el asfalto mojado. “¿Seré interesante?” “¿Qué imagen doy?” Suenan canciones en tu cabeza. El equilibrio es imposible. Es la actitud: rebeldía autocontrolada y sugestión de sentimientos. Es mejor callar, por miedo o indecisión, que errar. Pánico al fallo. Somos tímidos, ¿y qué? Ellas se lo pierden también, ¿o no? Pero me da igual, porque pierdan o no, si yo pierdo lo siento. Y lo siento adentro. ¿Por qué los demás aparentar ser felices mientras me consumo entre dudas y vacíos? ¿Será por mi naturaleza? ¿Por qué me hago demasiadas preguntas? ¿Exijo demasiado, quizás?

Es difícil relacionarse en una sociedad hermética. Más aún, cuando eres el claro ejemplo del euskaldun: tímido, gracioso y amigable. Detrás se esconde una persona, pero eso no importa. No nos importan las personas, sólo queremos carne. ¿Déficit o superficialidad? La vida pasa rápido y no se puede estar a todo. Piensas en lo que deseas y temes lo que piensas. ¿Será el fin? ¿Hasta cuándo así? Me asaltan las dudas. Son las 6 de la mañana y estoy caminando solo. Recuerdo lo que he vivido y me compadezco. La vida no es una película, aunque haya mucha gente feliz. ¿Cómo se consiguen las cosas? Abro la puerta de casa, me meto en la cama. El día ha acabado, uno menos. Encontraré lo añorado y se desvanecerá. Pero perdurará la ilusión. Estoy vivo.

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