La elección de Mari Mar Blanco como presidenta de la comisión de víctimas del Parlamento vasco ha sido puro simbolismo. Para un Gobierno que niega que haya víctimas de la tortura o del Estado, como por ejemplo los que han pasado 11 años sin saber qué iba a ser de ellos, es lo más tener a una “víctima del terrorismo” como representante político. Sólo cabe recordar que Mari Mar Blanco es hermana de una víctima de ETA, de la víctima del asesinato no más atroz, pero sí más escandaloso de la banda etarra. Por lo que, si ser familiar de víctima de ETA te convierte en víctima, por el sufrimiento, mi madre, por poner un ejemplo, o yo mismo, también lo somos. Mi abuelo estuvo amenazado y uno de mis mejores amigos de la infancia tuvo que partir de Bilbao por culpa de los “liberados del pueblo vasco”. Pero yo no me siento víctima, es más, muchas veces por mi ideología política me han colocado cerca de los verdugos. Es lo que ocurre cuando se delega o usurpa la autoridad de todas las victimas a colectivos situados a la derecha extrema, que, con muy mala leche, utilizan su dolor para atacar a los demás con total impunidad. Quizás el PNV no ha tenido un trato exquisito con las víctimas, para las que más aparecen en los medios sobre todo. Pero el PSOE o el PP tampoco. ¿Quién no puso un escolta a Luis Portero? ¿Quién no ha pagado a las viudas de muchos guardias civiles?
Pero no es eso lo que me ocupa hoy, por mucha rabia que me dé. Lo que me preocupa es que ser “víctima del terrorismo” remunera. Desde el nacimiento de Basta Ya son muchas las “víctimas del terrorismo” y chupópteros adyacentes que se han dedicado a vivir de su sufrimiento. Iñaki Ezquerra, por ejemplo, es uno de los chupópteros. Antes del nacimiento de las “plataformas constitucionalistas” (yo las llamaría las “plataformas que infunden rencor con la excusa de los asesinatos de ETA”) era un articulista literario. Luego de Basta Ya empezaron los premios, los reconocimientos, el dinero a borbotones y sobre todo la calumnia gratuita. Podría empezar a enumerar los insultos escupidos por los diferentes “intelectuales” (algunos, lamentablemente, lo son, por mucho que a veces lo disimulen), pero daría para un libro. Por cierto, muchos de esos “luchadores cívicos” han empuñado un arma o han defendido la violencia como medio político y hasta han editado libros de ETA. Mari Mar Blanco, en cambio, forma parte de los primeros. Desde el asesinato de su hermano, al igual que otros familiares de víctimas, se ha ido colocando por ahí a base de barbaridades. Sin experiencia política, es ahora parlamentaria y presidenta de la comisión de Víctimas (sólo existen unas). Y lo es por el nombre, no nos engañemos. Es políticamente incorrecto, pero es así de duro. Sólo ha dirigido la Fundación Miguel Ángel Blanco y ha estado en la AVT. Es del ala ultra, que equipara a asesino a quien no defiende su posición contra ETA. De hecho, pidió a Pilar Manjón, que de sufrimiento sabe igual que ella, que pidiera “perdón” a las víctimas de ETA por defender el diálogo entre el Gobierno español y ETA, medida que Gorka Landaburu, entre otros, defendió.
Pero ya se sabe, hay víctimas que son más víctimas que otras. Primero, están las víctimas del PP que son más que nadie. Segundo, están las víctimas del PSOE que son aceptadas con reticencias (según la coyuntura). Y tercero, y están bastante olvidadas, las víctimas que no tienen nombre, muchas de ellas, gente humilde que todavía esperan una pensión para poder sobrevirir. Luego están las víctimas que son abertzales, que muchas veces por ideología política, están más cerca de sus verdugos que de las demás víctimas (sólo falta decir “que se jodan”). Resalto que sólo son víctimas las de ETA, porque las demás no existen. Que te pegue la policía, que te torturen en una comisaria o que cierren periódicos con total impunidad y sin demostrar nada es lo más normal en una democracia o simplemente no pasa. Y esto mientras se excarcela a asesinos o se condecora a torturadores por haber sido asesinados por ETA. Como si fuera un mérito.
Es un insulto que Josu Ternera esté en una comisión de Derechos Humanos, pero que Fraga sea considerado un “padre de la democracia” es un lujo. ¿Verdad Mari Mar?
Hablemos en plata.
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