miércoles, 10 de diciembre de 2008

Detenciones a la carta

Hace una semana que murió asesinado en Azpeitia Inazio Uria y ayer ya hubo nuevas detenciones. Aitzol Iriondo, supuesto sucesor de Txeroki, fue arrestado en Francia junto con otras dos personas: una de ellas Eneko Zarrabeitia Salterain que estaba en búsqueda y captura desde hace bastante tiempo. Más tarde, se detuvo a otras 3 personas en la frontera de Irun. Son gente sin fichar que seguramente acabarían de entrar en la banda. Y ya salieron de nuevo los políticos a felicitarse de lo buenos que son, salvo honrosas excepciones como la de Urkullu que abogó por el diálogo, y los de siempre para decir que la represión no es el camino pero que callan cuando asesinan a un compatriota. Otra vez igual. Todo vuelve a la normalidad.

Sin embargo, el muerto sigue muerto. Y lo estará para siempre. Es curioso que Eneko Zarrabeitia, quien aparecía en carteles policiales desde hace un tiempo, sea justo arrestado después de un asesinato. Asimismo, se me hace extraño que Iriondo caiga tan rápido después de Txeroki y más aún, que se consiga arrestar a tres “legales” en la frontera. No es que no me alegre, siempre está bien que haya seis terroristas menos en las calles, pero me huele a chamusquina. Me parece poco normal que las fuerzas del estado empiecen a funcionar ahora que el cuerpo está en el cementerio. ¿Dónde estaban hace una semana? ¿Hace cuánto que tienen pistas de Iriondo, Zarrabeitia y Artetxe? ¿Por qué no les arrestaron antes? ¿Tenemos que esperar a que el Gobierno vaya mal o que se cometa un atentado para contar con detenciones importantes y no con muñecos pin-pan-pun?

Como bien dijo Urkullu, esto sólo se acabará por la vía del diálogo. Siempre habrá un número residual de etarras y de simpatizantes. Por eso, hay dos maneras de afrontar a ETA: una es mearnos de emoción cada vez que haya una detención y pensar que somos los mejores mientras que por otro lado les damos alas o la otra que es coger el toro por los cuernos y deslegitimarlos hasta que no les quede otra que dejarlo. Sin amenazas, sin ilegalizaciones ni torturas, con la palabra y el argumento. Sólo el Pueblo Vasco podrá con E.T.A..

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