60 años ha cumplido la declaración universal de los derechos humanos. 60 años de avances, lentos, pero hacia delante. 60 años en los que el mundo se ha globalizado y que las fronteras que antes eran abismales, ahora no son más que detalles en el mapa. 60 años en los que muchos hemos crecido pero que otros se han estancado o han ido a peor. 60 años dan para mucho, por lo menos, para esta humilde reflexión. Aun así, hoy hay que felicitarse porque nuestra sociedad se basa en unos derechos y unas obligaciones que nos hacen a todos libres pero iguales, dignos pero solidarios. Un equilibrio que aún falta por cumplir. No todo es bello e idílico. Los retrocesos en materia de libertad, que han sido sustituidos por seguridad, y la complicidad con los Estados que son antagónicos a esta declaración son el balance negativo de 60 años intentando democratizar el mundo.
Sigamos adelante, intentémoslo, hagámoslo. Merece la pena.
Todos nacemos, morimos y vivimos iguales
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