miércoles, 5 de agosto de 2009

El Café

Leo en muchos medios que antaño en Bilbao existían clubes y cafés donde la gente se juntaba para discutir sobre la actualidad, el arte o cualquier tema con una trascendencia social o cultural. Pequeñas o grandes tertulias que pretendían arreglar el mundo. Compruebo, además, que de ahí surgieron diferentes grupos artísticos como el ALEA (Asociación Libre de Ensayos Artísticos) en la que militaron Lauaxeta, Azaola o Blas de Otero. Además, en esos clubes se tenía la oportunidad de escuchar a la élite intelectual de la época. Unamuno o Pío Baroja no fueron ajenos a éstos, tampoco Azorín u Ortega y Gasset, quienes se juntaban alrededor de una mesa para conversar. En la actualidad, desconozco si estas prácticas continúan o si la era cibernética ha convertido a estos cafés en foros. En Bilbao sería incapaz de nombrar un solo café de este tipo, donde se discute de filosofía o literatura. En Madrid está el Café Gijón, que según lo que entendí parece más una reliquia.

Pero no sólo eso. Ahora sería incapaz de nombrar a una élite intelectual que pudiera sustituir a aquellos nombres. No digo que no los haya, ya que desconozco si es el paso del tiempo quién ilumina las “luces” o si es que aquellos intelectuales brillaban tanto que socialmente estaban ya reconocidos como tales. Hoy en día, lo que se aproxima a un intelectual está más cerca del escribiente que del hombre de sabiduría que realmente opina lo que siente. Los foros públicos ahora son púlpitos en los que cada uno suelta su rollo sin ninguna interacción o interrelación. No se recuerdan grandes discusiones más allá del “he venido a presentar mi libro” de Paco Umbral. Además, los medios de comunicación están llenos de nombres que escriben artículos planos y que, a pesar de su más que probada valía en algunos casos, se dedican a escribir lo que el grupo comunicativo desea transmitir. No digo que todos sean iguales, pero sí que hay coincidencias. Podría dar nombres y apellidos, pero me desviaría mi preocupación: mi desconocimiento total de la vida cultural de mi Villa.

Sin un estímulo cultural es imposible que la sociedad avance. Sin una vanguardia que vaya un paso avanzado es imposible descubrir algo nuevo. Y como en los deportes, ésta necesita campos de barro donde entrenarse hasta poder debutar al estadio. Pero además, esta cantera debe ser visible y fácilmente accesible y permeable, porque sino se convertirá en un reducido grupo de intelectuales que poco o nada dirán a la sociedad. Porque para transmitir un mensaje, aparte de adecuarlo al receptor, hace falta estimular a un público que es cada vez más apático. ¿Dónde quedan aquellos cafés en los que se arreglaba el mundo a golpe de puro? ¿Y aquellas discusiones sobre los diferentes modelos sociales y culturales? ¿Acaso los olvidamos o son simples leyendas históricas?

4 comentarios:

gsantamaria dijo...

Una de las ideas de negocio que he barajado en más de una ocasión es precisamente ésa, la de un café-tertulia, con clara vocación de tal, adaptado a los tiempos que corren (no he seguido adelante con la idea porque aún no es el momento... y porque existe una enorme burbuja de hostelería aún por explotar). Personalmente, es algo que echo muchísimo en falta, porque como bien dices, los púlpitos dan el juego que dan (y los sucedáneos de tertulia física trasladados desde Internet no son más que un follow-the-leader).

Bien por ti por sacar el tema, ojalá tuviera repercusión. Aunque me temo que haría falta un gurú de Internet (preferiblemente argentino) para eso, y creo que ni tú ni yo lo somos...

Jon dijo...

Bueno, siempre queda la posibilidad de poner un anuncio en El Correo (¡jaja!)

Quizás si esta idea sale en más blogs (con mayor repercusión que el mío) pueda salir algo bonito.

Sasetaurrena dijo...

Has oido hablar de los work-cafe???
No estan orientados hacia la intelectualidad, sino hacia la participación pero son una experiencia magnífica.
Ahí esta el que organiza Radio Euskadi.... los tiempos avanzan Jon.
Agur bero bat

Jon dijo...

Aúpa Saseta!

Estuve en el "Work Café" de Donosti. Además, aunque los tiempos avancen "los clásicos nunca mueren".

Agur!