jueves, 4 de septiembre de 2008

Leer y escuchar

Algunas veces al anochecer, la tristeza entra en mi cuarto. No estoy seguro de si lo hace por la ventana o lo hace por la puerta, pero penetra hasta el fondo de mi ser. Es como un pequeño plomo que se instala en mi estómago y absorbe todas mis ganas de hacer algo. Me quedo quieto con la mirada perdida, como hipnotizado. Pienso en blanco. Reacciono y vuelvo a la nada.

 Otras veces la literatura me incita a volar en mi imaginación y a creer un futuro que jamás tendré. Quise dedicarme a la escritura y fracasé. Decían que era bueno, lo sé. Pero nadie quiso leerme. Nunca escribía lo que ellos querían leer y por eso me castigaron. Decía cosas que les molestaban. Eran grandes verdades y por eso les dolían. No soportaban mi sinceridad. Yo sabía que cometía fallos, pero ellos no supieron perdonármelos. Hubiera sido más fácil haber sido el escritor de cabecilla de algún movimiento político: haber seguido unas pautas, haber redactado lo que me hubieran pedido, como de una prueba escolar se tratara. Muchos han vivido así. No les culpo, es mucho más fácil. Les daban premios y eran reconocidos. Sin embargo, yo nunca pude hacer eso. Mi conciencia me impedía censurar lo que escribía, así que tuve que renunciar a expresarme. Sólo así desaparecí sin que nadie lo notase porque, a decir verdad, salvo mis amigos nadie me tomó mucho en cuenta.

 Aun así, sigo rellenando todavía mi blog. Sigo pensando que hace falta mucha pedagogía. No se explican, salvo en ciertos y honrosos casos, bien los conceptos en juego. Además, destruir desde la demagogia haciendo apología de la ignorancia es mucho más fácil que rebatir un planteamiento hecho y derecho que pone al Estado los puntos sobre las íes. Todo el mundo cree saber todo, pero pocos saben lo que dicen y menos lo que escuchan. Quizás sea porque nuestro pensamiento es artificial o quizás sea porque desde pequeños nos enseñaron a tener la razón en lugar de a escuchar. Sea cual fuere la razón, la mayoría de nosotros sólo lee lo que desea leer y escucha lo que desea escuchar. Y así no hay manera de entenderse.   

1 comentario:

Psicóloga dijo...

Bienvenido al club ;)...puede que seamos nosotros también unos poetas muertos.