Txomin acababa de bajar del pueblo a la ciudad para comprar algo a su novia. Era su cumpleaños y no quería quedar como un agarrao. Así que entró a la tienda más cara que vio. Estaba perdido. No sabía qué elegir entre tanta ropa que le gustase a su pretendienta. A lo lejos vio a una dependienta. Era alta, rubia y con ojos azules. Tenía mucho estilo y parecía la respuesta a sus plegarias.
—Parkatu neska—le preguntó Txomin avergonzado.
—Lo siento, no hablo vascuence —le respondió entre orgullosa y avergonzada.—¿Qué desea usted?
—Verá neska, nesesito algo para mi maitie. Son sus cumpleaños pronto y no sé qué kontxo comprarle.—explicó apurado. Sus palabras se entrecortaban. Estaba nervioso, parecía que la chica le miraba y le analizaba. Se sentía extraño en una tienda tan sofisticada.
—Veamos, ¿qué le gusta a su chica?
—Ni idea, señorita. Es una neska muy shimple. No le van los ornamentos ni esas coshas. Con algo sensillo me conformo, pero que sea bonito.
—Pues veamos, aquí hay un poco de todo, vestidos, collares, joyas... Usted verá qué es lo que le falta su chica.—La dependienta le fue enseñando uno a uno todos los complementos de la tienda, también le mostró los vestidos y los zapatos. Txomin estaba saturado. No entendía nada y no sabía qué comprar. Parecía que las explicaciones de la chica le confundían en lugar de ayudarle.
—No sé señorita.—le dijo con timidez. —Yo es que no entiendo de estas cosas.—Txomin se sonrojó. La chica le respondió con una sonrisa; había entendido que el hombre no tenía ni idea de moda y menos de qué podría gustarle a su novia.
—¿Cómo es su novia?—preguntó ella. Pensaba que así sería más fácil saber qué venderle. La chica tenía cierta simpatía por Txomin. Le hacía gracia su timidez.
—Pues es una chica alta, ‘fuertota’ pero muy guapa.—Txomin sonreía. Acordarse de su novia le ilusionaba. Aún así, seguía preocupado por qué comprar.
—Si es una chica alta y fuerte, quizás un vestido sea la solución. Puede que resalte su belleza. ¿De qué color tiene el pelo?
—Negrro.
—¿Los ojos?
—Oscuros.
—Yo creo que un vestido le vendría bien. Aunque igual un collar o unos pendientes que le peguen con los colores del pelo o los ojos. Puede que los complementos le vengan mejor que el vestido.—Le sonrió. Txomin parecía no inmutarse y seguía pensando.
—A ver los collaresh.
—Mire.—le enseñó toda la gama. Los había de todos los colores y formas. Txomin se fijó en uno en particular. Era un collar rojo con cuentas grandes.
—Me gusta eshe—y señaló el collar elegido.
—Me parece una elección correcta, creo que le quedará muy bien a su novia. Venga y le cobro.—Los dos se dirigieron hacia la caja donde la chica le cobró el collar. Txomin sacó la cartera y pagó con la tarjeta.
—Eskerrik asko, neska.
—De nada, buen hombre. Por cierto, ¿cómo se llama?
—Txomin, ¿por?
—Por nada, bueno, adiós. ¡Qué tenga un buen día!
—Agur.
Y Txomin se marchó a casa alegre por haberle comprado el regalo a su novia pero extrañado porque en el reverso del recibo había un número de teléfono.
2 comentarios:
Deja de soñar... TXOMIN no es un nombre lo suficientemente sexy...
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