Me acerqué a hablar con aquélla chica el primer día de clase. Me pareció muy simpática y muy guapa. Desde el primer instante sentí que había algo que nos unía. Nunca llegué a imaginar que fuese una trampa casi mortal. Seguimos hablando, día tras día, hasta que en la primera cena pasó lo que pasó; nos liamos. Me sentí como Napoleón cuando salió de la campaña en Italia; victorioso estaba.
Quedamos unos cuantos días seguidos y poco a poco fui cayendo en la emboscada. Xabi me avisó y no quise escucharle. Menos mal que un día pasó lo que no tenía que ocurrir. Abrí los ojos. Me sentí como Napoleón en Waterloo, pero sin tener que abdicar. Mandé todo a tomar por saco y me dediqué en cuerpo y alma a mi auténtica pasión: la literatura. Aún así, la historia no había acabado. Me sentía en deuda con Xabi por haberme avisado y apoyado. Él es un buen amigo y se lo agradecí.
Ya le dije a Txomin que no hacía falta que me diese las gracias. Los amigos de verdad están a las duras y a las maduras. Además, le expliqué que aquella mujer no me llegó a convencer en ningún momento. Lamentablemente, esta vez acerté también. A veces creo que para esto tengo un sexto sentido. Hubiese querido que Txomin fuera feliz con aquella chica, pero era imposible. Tanta simpatía y cercanía no eran buen signo. Ya se lo razoné pero no quiso escucharme. Seguramente esa mujer le tuvo embobado. Me decía que por fin alguien le comprendía. Yo le veía feliz, como nunca, pero sabía que era efímero. Sabía que, en cualquier instante, esa alegría iba a saltar en pedazos. Cuando la vi con aquel chuloputas en aquel bar no me lo pensé dos veces, y avisé a Txomin para que lo viera con sus propios ojos. El hechizo se rompió de repente y la bestia salió a la luz. Todavía me acuerdo de como gritaba Txomin mientras ella lloraba. Se dio cuenta de que habían jugado con él y se vengó a gusto. Ahora ella andará con aquel baladrón, sin saber que tuvo la oportunidad de salir con una de las mejores personas que conozco. Y Txomin, ¿qué decir? Ahora vive en un bache, pero pronto se recuperará. Volverá a estar embobado con sus historias de Napoleón, lo que le llena de verdad.
PD: Queda agradecer a la Sita. Eneriz su atención y ayuda prestada al retoque de esta historia.
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