sábado, 22 de marzo de 2008

La lucha (I y II)

No preguntes por qué naciste, quizás no hay respuesta. Los muertos son como las olas en el mar; el viento se los lleva. Las cenizas se esparcen por el cielo y hasta nunca. Siempre aprecié la simplicidad de las palabras. Irse por las ramas nunca es bueno, hace que la esencia escape. Poner una armadura a un hombre le protege pero no le deja expresarse. Está bien esconderse detrás de las metáforas pero mal tratar de huir.

Algunos utilizan el inconsciente para justificar lo injustificable. Creen que su capacidad mental es infinita y buscan respuesta donde no hay preguntas. Nadie sabe quién es, ni quién será. El humano desconoce su naturaleza. Aún así, sobrevive.

Es posible vivir entre líneas. La vida da ciertos descansos en esta lucha sin cuartel. Nos desgastamos poco a poco hasta el día del fin. A pesar de ello, tenemos momentos donde deseamos ser infinitos. Renunciamos a la muerte como si fuera posible. Todos acabaremos bajo tierra, tarde o temprano.

No te cuestiones por qué soy así. Las circunstancias me construyeron aunque tenga una identidad. Nada es para siempre, por eso hay que saber cuidar lo que se tiene. La conservación no va en contra del progreso. Destruir para crear puede ser huir hacia delante. La inteligencia es un bien preciado que puede convertirse en un arma destructiva.

Las palabras matan más que las balas, menos mal que los libros no son pistolas. En tal caso, muchos habríamos muerto. La vida deja a cada cual en su sitio, pero para saber cuál es el mío debo morir.

Al final, acabaremos olvidados. Somos un trocito ínfimo de la historia de este planeta. Los que nos conocieron nos recordarán, ahí quizás perdura el alma. No creo en la vida eterna. Es la idea de que nunca moriremos aun habiéndolo hecho.

No quiero morir esta noche, ni la siguiente. Tengo muchas razones por las que vivir y luchar. Seguir en pie es cuestión de orgullo. La lucha es infinita. Hay miles de campos de batalla abiertos por pelear.

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He vuelto a sufrir el pasado, al igual que ayer. Parece mentira que siga adelante. Nunca fui tan feliz y me resiento. Hay una parte de mi cuerpo que no lo acepta, quizás se pregunta hasta dónde llegaré.

Es indudable que llueve en la calle y que un mar de dudas asola mi ser. No sé quién soy, ni quién fui, ni mucho menos quién seré. Muchas veces pienso que el mundo lo invento; todas esas personas, sentimientos, lugares y momentos son frutos de mi imaginación.

Si los sentidos nos engañan, estamos perdidos. El hecho de perder la perspectiva de la realidad nos perjudica seriamente. Alguien que vive fuera de lo común nunca será normal, ni podrá salir de su realidad mental.

La vida pone a cada uno en su sitio, creo yo. Antes o después, a todo cerdo le llega su San Martín. La gente sin escrúpulos acaba ahogada en su mundo sin leyes. Si no nos ponemos barreras, podemos descontrolarnos y perder el rumbo. Así, éramos antes de la hominización y aunque no parezca, algo hemos evolucionado

2 comentarios:

Bruno Sans Sánchez dijo...

¡¡¡¡¡¡¡¡APRENDE A ESCRIBIR!!!!!!!!!
Se te olvidó el punto final...

Nerea dijo...

Si la vida pone a cada uno en su sitio y cada uno decide cómo actuar en la vida, debería ser bastante fácil. Desgraciadamente, sigo pensando que uno es uno y sus circunstancias, así que nunca sabremos de lo que somos capaces llegado el momento, ni de lo que no podremos soportar en un futuro. Quién sabe, quizá lleguemos a ser ese tipo de persona que ahora odiamos, o quizá aprenderemos que ese odio no importa, mientras sigamos el camino que nuestras circunstancias marcan.
De todas maneras, despegar por un momento los pies del suelo no es malo, si con eso apreciamos todo el tiempo que pasamos en él, disfrutando cada segundo de lo que tenemos y sin terminar de creer que todo acabará un día.