sábado, 25 de septiembre de 2010

No fiutxur

Prólogo: En estos momentos en los que uno desearía no sentir, es en los que la vida cobra sentido. Vivimos bajo los latidos del corazón. Pasivos, no somos más que objetos. Es por eso que el dolor es bello estéticamente y por eso que escribo estas sandeces. Lo más profundo de nuestra alma florece cuando sufrimos, amamos o nos emborrachamos de verdad.

Texto:
Avanzan lentos los días. Los minutos cargan los pesados párpados. Ojos alicaídos, decaído ante la impotencia de haber fallado en el momento puntual. Quizás te equivocabas o quizás te has equivocado. Sea lo que sea, su imagen aparece en tu mente. Estás enfermo y lo sabes. Vas sin rumbo, perdido. Las calles son iguales y paseas desganado. “El mundo es así” te lamentas mientras imaginas qué feliz hubieras sido. Casi lo tocas con las manos, pero se ha esfumado como el vapor de un tren. ¿Volverá? No lo sé. Sólo quieres olvidar. Deseas volver a ser aquel que iba decidido, directo, que pasaba, aquel hombre independiente construido de las cenizas. Puede que ahora toque volver a reconstruir. Nacer, morir, volver a nacer; reconstruir. Un corazón en ruinas y una mente en blanco y negro con la esperanza estancada en el curso infinito. ¿Y ahora qué?

Pues hay que continuar en la lucha, ser fiel a uno mismo y a los suyos. Hay que volver a las raíces, porque de ahí crecerán nuevas ramas que florecerán. Es primavera, seguro. Ser uno mismo es el primer paso para reconocer a los demás. Las masas deformes no tienen identidad. No saben, no padecen, no disfrutan; sólo dicen “sí” cuando hay que afirmar y “no” cuando hay que dudar. Nunca niegan, nunca admiten que no hay mal que por bien no venga, que hay que sufrir para disfrutar, que las rosas tienen espinas. Otoño. Queremos descanso, confort total. El dolor muchas veces aprecia lo que tienes. Lo básico es lo imprescindible. No es tanto sumar; sino que la resta no salga cara. Hay que llenar el cerebro, el estómago y el corazón y protegerlos. Cuando los vacías viene el crudo invierno. Tiempo de trabajo.

En fin, es hora de desconectar, de apagar por un rato el cerebro. Verano. Es tiempo de vaciar el corazón y de llenar el estómago, correr, hacer deporte. No es cuestión de huir de los problemas; sino de descansar ante los grandes retos para poder retomarlos. La vida es larga y exige paradas. Ahora querrías ser el que la vuelve loco, pero luego piensas, ¿para qué? ¿Acaso no es más importante construir tu propio camino, en lugar de que te lo den hecho? Luego te preguntas, ¿cuándo hemos dejado de valorar nuestro esfuerzo? Queremos todo a cambio de nada, por eso ante la mínima nos desarmamos. Hay que aprender a sufrir, sobre todo con lo que de verdad deseas.

Epílogo:
A veces desearías ser marino o preso para saber lo que es amar y sufrir en la lejanía. Querrías tener algo que disfrutar, pero un impedimento para tener algo que anhelar. Te gustaría ser digno y vivir momentos mágicos. Pero eso son cosas de películas, somos de carne y hueso. Su imagen vuelve y te derrumbas. Sólo quieres desintoxicarte, dolor al imaginar lo que no quieres que ocurra, valor ante el futuro, resignación ante el presente, temor por escuchar lo que no quieres oír, una centrifugadora de sentimientos… No fiutxur for as in dat guorld (no está hecho para nosotros)….

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