lunes, 27 de septiembre de 2010

Conversaciones entre amigos del alma

K.: ¿Tú crees que algún día seremos felices?

Z.: Pues supongo. Por ahora sólo tenemos palos, pero seguro que de ahora en adelante las cosas irán mejor.

K.: Claro, porque peor no pueden ir. No he tenido descanso, no tengo grandes esperanzas. Lo poco que tenía se ha esfumado.

Z.: No exageres. Siempre puede ser peor. Mira los niños de Ruanda. Tú comes, bebes, vives. Ellos sobreviven.

K.: Ya, es verdad, pero de alguna manera yo también sobrevivo. Sé que soy un privilegiado porque tengo las necesidades básicas cubiertas, pero me siento vacío de espíritu. Y eso no se compra...

Z.: ¿Es una chica?

K.: Sí, bueno... Ella sólo es la punta del iceberg. En realidad, son muchas cosas. Ya sabes ciclos que empiezan, otros que terminan. El problema es cuando ves que algo nuevo viene y no estás preparado. Además, está la desgana, el cansancio... Desilusión lo llamaría yo. Dentro de poco será frustración. Sentirte el perdedor de siempre. Lo de siempre, vamos. El “buen amigo”, el segundón...

Z.: Sí, te entiendo. Pero no focalices todo en una mujer, porque sólo te va a traer problemas.

K.: Ya, ya sé. Pero sabes de sobra que es la “contradicción principal”. Es lo que nos mueve. Por encima de todo, o casi todo...

Z.: Ya, ¿y? Hay que ser fuerte y mirar hacia delante. Quedan muchos años para que encuentres a alguien. Nunca se sabe.

K.: Claro, pero hay cosas que no se pueden parar, sobre todo cuando las cosas no marchan bien. Es como una esperanza irracional... Duele más, porque es lo que te hace estar triste sin querer, lo nostálgico...

Z.: No seas moñas. Hay que pelear, luchar, saber responder. ¡Nadie dijo que fuera fácil, joder!

K.: Que sí, que ya lo sé... (suspiro) Si al fin y al cabo, primero quiero encauzar mi vida. Estoy algo perdido. Por eso veo que necesito a alguien. Creo que una mujer es lo que necesito para equilibrarme.

Z.: No digas tonterías. ¡Si sólo traen problemas! ¡Mírate! Como sigas así va a ser la sombra de lo que fuiste. Además, si no te equilibras tú solo, nadie lo hará en tu lugar. La mujer debe ayudarte, pero no debe ella todo el esfuerzo por ti. La lucha es personal.

K.: Tranquilo, sabes que no soy así. Además, las mujeres también pueden hacer la vida maravillosa. Lo que pasa es que tú eres un poco misógino.

Z.: ¿Quién, yo?

K.: Sí, tú.

Z.: Venga hombre... No digas eso...

K.: Sí. Siempre lo has sido. Lo que pasa es que ahora no admites que tú también has cambiado, que empiezas a sufrir por amor y esas “mariconadas”. Que eres “tú”, pero menos “tú” y más “nosotros”. Joder, ¡que todos nos enamoramos y la cagamos alguna vez!

Z.: ¿Yo? Soy el mismo de siempre... Sigo haciendo las tonterías de siempre, con los amigos de siempre...

K.: (corta) Que sí... Pero mira tu forma de vestir, ya no eres el de antes. Has cambiado, has evolucionado. Sin querer, pero queriendo, porque el tiempo es así. Te haces mayor. Con las mujeres te pasa igual...

Z.: Eso es porque he cambiado de ambientes, lugares... Pero sigo siendo el mismo chaval de siempre. Con más años, más golpes y más experiencias. Mírame, sigo escribiendo las mismas tonterías, algo mejoradas, pero al fin y al cabo las mismas. Y sigo sufriendo por esas cosas que no importan a nadie, pero nos importan a todos...

K.: (corta de nuevo) Que sí, joder... ¡que ya lo sé! Lo que te quiero decir es que los años pasan y nos amoldan, quieras o no.

Z.: No sé... Yo creo que la gente no cambia, sólo cambia su actitud ante la gente porque se amolda de diferente manera a distintos contextos.

K.: ¡Qué cabezón eres! ¡Qué ya lo sé! ¡Sólo quería decirte que la nueva ciudad te ha cambiado algo, no por completo!

(Silencio)

K.: Cómo necesitamos a una mujer que nos enderece...

Z.: Pues sí, pero una buena. No hay que liarse con la primera que pase. No vaya a ser que nos lleve por el camino de la amargura. Es mejor estar solo que mal acompañado. Es difícil encontrar a una mujer como para encontrar a “La Mujer”. Paciencia.

K.: (Suspiro) En fin, ¿vamos a tomar una cerveza?

Z.: Sí, vamos.

No hay comentarios: