miércoles, 14 de julio de 2010

Días

Apesadumbrados pasan los días. Son pesados realmente cuando no hay nada que hacer. Los minutos entran y salen sin que uno se de cuenta. El aire se vicia y uno siente que está sin fuste, espeso. La gravedad le atrae con mayor fuerza a la tierra y de vez en cuando mira al techo como si ahí estuviera la solución. También pasea y revisa por la venta qué hay fuera: un patio. Sueña con volar, pero sabe que no puede. La “vida real” es así: aburrida, monótona, pesada y solitaria. Los hechos le han llevado a una encrucijada en la que ha descubierto que su único hogar es sí mismo. Lo demás son superfluidades subjetivas. No se tiene más que a sí mismo, los otros pasan y ven, pero también se van. Cada uno coge su camino y hasta otra.

Tumbado en la cama se pone a pensar en un mundo en el que estuviera protegido. Qué bien sería esto y aquello. Podría estar bien. Y envidia a los que lo tienen. Cosas de la edad. También se pone a recordar lo bien que vivió en su casa, con sus amigos de siempre y sus lugares de siempre. Qué recuerdos. Aún puede haber nuevas aventuras, pero nunca volverá a ser lo de antes. Cada uno tiene su camino. Es lo que hay. Cada se ven menos y según parece así seguirá. Lo dicho: la gente pasa y ve, pero también se va.

Con el tiempo, las necesidades apremian; salir, estudiar, trabajar, conocer a alguien, buscar la felicidad, una borrachera, el amor, la ansiedad por la incertidumbre, resacas, independencia... Miles de experiencias que se emborronarán en nuestro ser hasta el día en el que sentemos la cabeza. Será cuando cada uno ya tenga su camino decidido: un trabajo, un piso, boda, críos, una pensión, veranos, llegar a fin de mes, los niños crecen, “nos hacemos mayores”, jubilación, artritis, pensión, Benidorm y RIP.

Estas son algunas de las muchas cosas que vivimos en esta existencia en la que esperamos haciendo cosas hasta el día en el que crucemos el mar de la muerte, aquel que equipara ricos y pobres en el desierto infinito del olvido. El día en el que nos dirán lo que valemos y en el que daremos definitivo paso a los demás. Mientras tanto, disfrutemos de lo que tenemos. Siempre podría ser peor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre podría ser peor.