miércoles, 20 de agosto de 2008

La crudeza de la vida

Pensé que durante las fiestas de Bilbao no iba a renovar el blog, pero vista la última desgracia ocurrida en el mundo me he visto obligado a escribir unas palabras. Ante estos magníficos acontecimientos, en el sentido literal de la palabra; véase grande, es muy difícil escoger las palabras certeras. Yo no sé hacerlo ni soy quién para hacerlo puesto que no he perdido a nadie, no obstante, siento esa pena por la mala suerte que han tenido las víctimas.

El avión es el medio de transporte más seguro del planeta y tener este tipo de accidentes es improbable. Sin embargo, cada vez que ocurre algún suceso como este, las muertes se multiplican como en Barajas. Además, lo crudo de estos accidentes es que son gente que sin comerlo ni beberlo dejan atrás sus vidas. Se acabaron las aspiraciones, los sentimientos, los pensamientos y hasta la respiración de toda esta gente que por el azar han sufrido tal desgracia. Son humanos muy dispares que sólo coinciden en que han muerte por la mala suerte de una negligencia o un fallo. De entre esa gente que fallece, la que más me conmueve es la más joven: los niños. Estos están llenos de vitalidad e ilusión y son arrastrados sin piedad de la vida, como quien arranca una flor de un jardín o niega un sueño a otra persona. Hace poco otro suceso parecido sacudió mi conciencia. Un forero de Aupa Athletic nos dejó. Era un chico de 16 años al que no conocía que murió no se sabe por qué. Parece ser que empezó a vomitar y se quedó en los brazos de su padre. El “sinsentido”, que hace tan misteriosos tanto al Hombre como a la vida, se lo llevó. Como ese, muchos casos más: muertes repentinas de gente que no ha llegado ni siquiera a la flor de la vida. Lo más desesperante es que no sabes a quien le puede tocar. Esta clase de misterios son los que preocupan al Hombre desde el amanecer de los tiempos, antes se pensaba que era Dios quien movía los hilos y ahora, ¿quién?

La vida lo es todo: es cruda y real. La vida no tiene piedad, se lleva a quien quiere por delante. Así quise retratarlo en mis Crónicas de Vista Alegre. No sé si lo conseguí, pero sucesos como estos muestran la otra cara de la vida, los contrastes de la vida. Porque una muerte vale más que mil palabras en vida.

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