jueves, 28 de abril de 2011

Le Grand Meaulnes o en busca del momento perdido (I)

He de reconocer que en el colegio fui un mal alumno. A pesar de sacar los cursos, nunca fui una persona muy rigurosa en cuanto a los deberes. De ahí que haya unos cuantos libros en francés que pululen por mi cuarto sin pena ni gloria. Son historias, la mayoría, que me mandaron leer en el colegio y a las cuales les he hecho poco o ningún caso. Salvo 1984 de George Orwell, el cual por cierto no encuentro, y W ou Le Souvenir d’enfance de George Perec, el cual espero releer pronto, los demás están ahí como trofeos de mi educación francófona. Una de estas obras es Le Grand Meaulnes de Alain Fournier que decidí leer a raíz de la curiosidad que me suscitó un artículo de Santiago Alba Rico en el que citaba la obra. El escrito titulado “¿Dónde ocurren las cosas?” ponía como ejemplo de la búsqueda de los momentos perdidos a la obra de Alain Fournier, ya que Augustin Meaulnes, personaje principal de la trama, se pasa la primera parte de la obra en busca de una finca perdida en la que conoce a Yvonne, mujer de la que pronto se enamora y que también persigue con ahínco. La verdad me sentía inseguro al leerla, porque mi nivel de francés ha menguado durante los últimos años, aun esforzándome por que esto no ocurriera.

La Finca Perdida

Le Grand Meaulnes es una trama dividida en tres partes. La historia está narrada por François Seurel, hijo del maestro de Sainte-Agathe y que ve como el tiempo pasa y el se queda. Éste es el guardián de la historia que comienza en el momento en el que un chico alto llamado Augustin Meaulnes atraviesa la puerta de su casa para quedarse a vivir con ellos en una habitación. A partir de ahí, su vida cambia totalmente y más aún desde el momento en el que Augustin desaparece del pueblo y reaparece con un propósito: reconstruir el camino que hizo desde Sainte- Agathe a ese extraña fiesta en la que participó y en la que conoció el amor. Así, los dos muchachos se pasan tiempo revisando mapas en busca de la finca en la que Augustin apareció por casualidad y en el que conoció a Yvonne; mujer que representa su amor platónico perdido y que intenta recuperar. De hecho, en este tiempo Augustin y François mitifican los hechos hasta el punto de que su único objetivo es reencontrar, de la misma manera que en los cuentos infantiles, la misteriosa finca en la que aterrizó y la princesa que conoció. Durante ese tiempo, François se convierte en el escudero de Augustin, quién le promete no irse a la aventura sin él. En esta pareja, de hecho, se complementan el espíritu rebelde de Augustin y la nobleza de François que admira a su compañero. Ambos recuerdan al Quijote (Augustin) y Sancho Panza (François).

La búsqueda

La estancia de Meaulnes en Sainte- Agathe se tuerce a raíz la aparición de unos bohemios en el pueblo. Éstos les tienden a una emboscada y consiguen marginarlos en la escuela. Además, con la ayuda de chicos del pueblo, el bohemio, de nombre Frantz, roba a Augustin el mapa en el que intentaba reconstruir el camino que le llevaría hasta la finca misteriosa. Sin embargo, al poco tiempo se lo devuelve y le facilita la dirección de Yvonne en París, a cambio de que los chicos le juren amistad y acudan a su llamada. Inmediatamente, Augustin parte hacia París y deja a François en Sainte- Agathe. Es su segunda gran aventura en la que intenta recuperar la primera. Durante ese tiempo, François recibe tres cartas de su amigo en las que percibe la desesperanza y el desasosiego de Augustin que se pasa el día debajo de la ventana de Yvonne sin que ésta asome la cabeza. Y es debajo de esa ventana cuando conoce a otra chica que está en la misma situación que él: esperando a que alguien, a quien ama y quien debería estar al otro lado del cristal, aparezca por esa ventana. Su desesperación es tal que es consciente de que está perdiendo la cabeza ante una ventana de la que está seguro nada saldrá. Aun así, como le ocurrió a Penélope en Itaca, su inquebrantable fe en el amor le impide despegarse de ese banco y pasa el tiempo fantaseando con un encuentro romántico con su amada. Es su única esperanza. De hecho, Augustin escribe a François que quizás la muerte le ofrezca “la llave, la continuación y el fin” de esta aventura fallida y le pide que se olvide de él y de su aventura.

Continuará...

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