martes, 1 de junio de 2010

Estamos todos locos

Hay veces en el que los actos te ponen contra la realidad. Ves que lo que muchas veces has intentado defender (la legitimidad del Estado de Israel) se mancha por las salvajadas de sus fuerzas armadas y queda en un segundo plano lo legítimo y pasa al primero lo negativo; las formas de actuar del Estado judío. Se ve que a Israel, que juzga a los palestinos detenidos como prisioneros de guerra, le ha superado la situación y lo bélico se ha impuesto a la democracia. Se supone que un Estado occidental debe dar ejemplo en una zona que se supone por “civilizar” y hace imponer su fuerza desproporcionada contra la población civil. Bien es cierto que Hamás actúa igual y que esconde a sus lideres entre sus propios ciudadanos y que también utiliza a la población civil como escudo, pero si algo tenemos que hacer los que defendemos los Derechos Humanos es actuar en consecuencia. No hay excusas, cada uno responde a sí mismo.

Debe quedar claro en el contexto internacional que acabar con Hamás no es acabar con Palestina ni acabar con los Ultraortodoxos es acabar con Israel. No se deben confundir a la “parte” con el “todo”; ni todos los palestinos son “terroristas” ni todos los israelíes son “opresores”. Esta confusión llevaría a un recrudecimiento aún mayor del conflicto. La espiral se cerraría aún más. De hecho, el problema político o étnico que supuso el nacimiento de Israel se ha convertido en un conflicto religioso con los peligros que ello acarrea (integrismo). Es el espejismo de la derrota de la Política Internacional que utiliza a humanos como peones. Israel es acusada de tener detrás a Estados Unidos o a los lobbys judíos, pero Palestina también tiene sus “guardaespaldas” árabes. Además, los aliados de cada parte son incapaces de reconocer los errores que cometen los suyos y les quitan peso, dejando los Derechos Humanos como un aspecto secundario ante la política internacional.

Resulta realmente vomitivo leer a Turquía que critique a Israel. Los turcos aún no han reconocido el genocidio turco ni recuerdan que gasearon hace años a los kurdos. Irán, otro país enemigo de Israel, no tiene homosexuales entre sus ciudadanos ni reconoce una de las mayores masacres de la Historia: el Holocausto judío. Hamás llama a la Intifada. Por el otro lado, Estados Unidos no parece querer romper con su papel de “centinela del mundo” ni la Unión Europea ser más unión y europea. Así está el mundo de loco. Cada uno a lo suyo y nadie a lo de todos. No hemos aprendido del pasado y parece que el futuro se repetirá. Nadie puede dar ejemplo, pero tampoco quiere darlo. Como decía Gabriel Aresti: “porque quitan tierra a los vivos y se la dan a los muertos”. Hay que arreglarlo.

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