lunes, 22 de febrero de 2010

Réquiem por Madeira

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, . . . . . . .que es el morir:
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
i llegados; son iguales,
los que viven por sus manos
y los ricos.

Jorge Manrique

Esta mañana he estado viendo las imágenes de las lluvias que han devastado la isla de Madeira en Portugal. Una preciosa isla sin playas en la que las lluvias se han llevado a una treintena de personas y han herido a unas cuántas más. Personas que no serán las mismas o que, directamente, no serán más. Los maderenses, como los haitianos, han sufrido la furia de la Naturaleza. Una traca que nos recuerda que no podemos luchar contra nuestra madre y que, por mucho que intentemos controlar, es imposible poner barreras al mar. Es así por mucho que hayamos avanzado en tecnología. Nunca podremos dominar a quién nos crea y nos transforma. La vida es vida y no hay más vuelta. No podemos engañarla, ya que sólo alargamos la agonía hasta un final nacido del mismo principio de nuestra existencia. Sólo conseguimos muertos en vida.

El problema de Madeira es que nadie se solidarizará con ella. No será como con Haití, porque no tendremos que lavar nuestra conciencia ni la de los demás. Porque, aunque el primer mundo tenga culpa de que los países pobres sean más pobres, no hay que olvidar que las élites de los países pobres se han dedicado a quedarse con las ayudas externas o a invertirlas en armas. A veces ha sido con ayuda occidental, no hay que olvidarlo, pero otras veces engañando a Occidente como Aristide. Es muy fácil echarse la culpa. Más aún, cuando sirve para limpiar la conciencia sin limpiar Haití. Es una jugada retórica; te autoinculpas para exculparte. Así somos los occidentales.

Nosotros estamos escindidos, por un lado tenemos una fuerte iniciativa, pero por el otro tenemos un fuerte sentimiento de culpa. Somos conscientes de que nuestro bienestar tiene un precio y estamos dispuestos a pagarlo. A cambio de ello, nos pasamos horas quejándonos de lo mal que vivimos en este mundo y enviamos cuatro perras al Tercer Mundo para creernos mejores personas. Yo no sé qué puedo hacer por esa pobre gente que muere de hambre aparte de solidarizarme. Sin embargo, sé qué puedo hacer por los míos y, quizás, si todos empezamos por arreglar los problemas que nos rodean, podamos un día cumplir ese sueño de un mundo más justo. Pura utopía juvenil.

Lo que más me molesta es no esperar la solidaridad de esa gente que se solidariza con todo. Parece que si no se solidarizará uno con los pobres no es crítico, pero parece que solidarizarse con los ricos cuando sufre es estar con “los malos”. Es la forma de pensar de muchos “críticos” que son antisistema por sistema y que no ven más allá del cambio económico y social mundial. Para esa gente estas desgracias y esta gente no son más que un medio para sus fines cuando, en realidad, deberían ser un propio fin. Los humanos, cuando somos utilizados como medios, perdemos una parte de humanidad. Por eso no espero de ninguno de esos que utilizan a los humanos como medios solidarizarse con Madeira. Los "ricos" también lloran, sufren y mueren aunque no lo parezca. Son también humanos.

No hay comentarios: