Ayer me sorprendía a eso de las 12’50 de la noche un compañero de la Universidad contándome que había escuchado un gran estruendo, se habían movido los cristales y se oían sirenas. Rápidamente caí en lo de siempre: otra vez E.T.A. había turbado la tranquilidad de la noche. Esta vez el objetivo no fue la Guardia Civil, sino el Club Marítimo del Abra. Ese club representa, aún, lo más rancio y españolista en Euzkadi. Ha sido, desde siempre, un club donde se han reunido los burgueses y ricos de Neguri a despachar, que después del “Glorioso Alzamiento Nacional”, monopolizaron los ganadores, franquistas convencidos que echaron a patadas a los “rojo-separatistas”. Hoy en día, tras el fallecimiento del Dictador, vuelve a ser de todo aquel que pueda costearse las cuotas porque ante todo es un club deportivo. Aun así, sigue representando lo antes enunciado. Lo que muy poca gente sabe es que familias de dudoso pasado fascista como los Aguirre, Epalza o Chalbaud formaron parte de este selecto club antes de la Guerra. Con esto no quiero hacer más que aportar un dato.
Este atentado llega 40 años tarde. Hace 40 años hubiera tenido algún sentido, hubiera sido una protesta contra la oligarquía negurítica, podrida de dinero y “adicta” al Régimen, contra el injusto reparto en la sociedad vasco, contra muchas cosas. Hoy en día no es más que una patochada más y van muchas cuentas y empezamos a estar cansados.
Parece que el Paseo Marítimo y la vida de los vecinos de Las Arenas no importan apenas a los liberadores de la patria. Menos mal que con ellos estamos a salvo que sino empezaría a temblar de miedo...
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