Ernesto Guevara nació en Santa Fé, Argentina, en 1928. Fue un médico, político y guerrillero revolucionario. Participó en la Revolución Cubana, de la que fue uno de los grandes líderes, y se dedicó después a ayudar a grupos de guerrilleros revolucionarios a lo largo y ancho del planeta. En los 60 partió hacia Bolivia donde falleció. Fue capturado y ejecutado por el Ejército Boliviano que fue ayudado por la CIA. Ahí se forjó su leyenda. Simbolizó la lucha contra las injusticias, la rebeldía y el espíritu incorruptible, eso es, el espíritu guerrillero. Sus detractores le ven como a un asesino de masas y un pésimo gestor.
La figura de este revolucionario argentino se magnificó tras su muerte. El ejército boliviano lo capturó mientras Guevara intentaba expandir la Revolución en ese país. Ese espíritu le valió ser referente de mucha gente. El Ché es sinónimo de rebeldía. Mucha gente lo identifica con el eterno guerrillero que no cesa hasta conseguir sus propósitos. Muchos grupos, como las FARC, utilizan frases; identificadas con él, como lema. Los jóvenes son los que más se identifican con él. Su espíritu inconformista es ejemplo para muchos grupos de izquierda de hoy en día. Es la idea de la lucha por la justicia social y el mito de la revolución.
Además, que la CIA, el centro de espionaje de los Estados Unidos, estuviese detrás de su asesinato le ha convertido en un símbolo antiamericano. Su oposición al “imperialismo” americano le ha valido para convertirse en uno de los referentes para los líderes y grupos de izquierdas que se oponen a los Estados Unidos. En todas las manifestaciones de estos grupos aparece su efigie muchas veces unida al famoso lema “hasta la victoria siempre” o “crear dos o tres Vietnam, esa es la consigna” frase de José Martí. Asimismo, los grupos altermundistas utilizan su imagen para oponerse al modelo de hoy en día. Su ideología comunista le ha valido para ser un icono anticapitalista, a pesar de que él fue Ministro de la Industria.
Pero su fama se ha vuelto en contra. Su imagen está comercializada y se ve en todos los lados. Su popularidad ha permitido que se capitalice su físico en forma de carteras, camisetas o leyendas. Eso ha empañado su imagen. A pesar de seguir siendo visto como un símbolo anticapitalista, la gente está acostumbrada a “verle” en todos los mercadillos y ya no le identifica con la revolución sino con los productos de baja calidad.
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