miércoles, 3 de noviembre de 2010

El coñazo de siempre

Nos quejamos de que todo sigue igual. Nos lamentamos de que los jóvenes no tenemos oportunidades, de que somos el “último mono” para cualquier empresa, de que nuestra temporalidad nos condiciona nuestro futuro. Este sistema no nos gusta, pero para olvidarlo compramos. Odiamos al jefe, pero no nos atrevemos nunca a plantarle cara. Decimos que no hay alternativas, pero no nos preocupamos por construirlas ni por darles vida. Todo está muerto, todo es una mierda, pero nos gusta. Somos cómodos. Nos gusta un estercolero con tal de tener cuatro cosas que nos distraigan. Nos inhibimos. Da igual lo que ocurra alrededor. Puede caer la Muralla China, pueden morir todos los niños de África que sólo nos acordaremos por la televisión o por un evento de Facebook. Total, ellos no han hecho nada por mí.

Me toca las narices que nos quejemos por todo, pero que no aportemos nada. Las alternativas participativas no nos gustan, nos resignan y ni siquiera participamos. El esfuerzo de mucha gente por cambiar los lugares en los que vive es en balde. Como nadie puede cambiar todo de la noche al día, nos dedicamos a la demagogia barata, al “¿y qué hay de lo mío?”, al destruir. Somos conservadores, egoístas y hasta un punto reaccionarios y eso siendo jóvenes. Queremos practicar sexo, pero insultamos a quién nos lo da. Nos queremos liberar, pero criminalizamos al que quiere cambiar. Pensamos que por renovar el móvil, el iPod o el ordenador estamos a la última y progresamos. Pues quizás, pero puede que también nos dé la sensación de que avanzamos, aunque en realidad lo que hagamos es retroceder. Lo peor es que lo sabemos de sobra. Pero nos da igual. Quejarnos sirve. Lava nuestra conciencia, aunque no nuestros pecados. Total, viviremos peor que nuestros padres. Eso sí, entretenidos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante reflexión; bastante obvia (al menos para uno que ya es perro viejo) pero interesante. Sólo me gustaría apuntar dos cosillas:

1- Hablas de "los jóvenes" y creo que generalizas en exceso; probablemente te refieres a los jóvenes con los que te mueves, a tu entorno, al entorno de la "tragedia nacional" (jiji!). Por eso dices que sois "conservadores, egoístas y hasta un punto reaccionarios"; egia da... ;D
Pero hay otros jóvenes que no son tan "cómodos", que sí se atreven a "plantar cara", que sí "construyen alternativas"... y que sufren en sus carnes eso que dices: "criminalizamos al que quiere cambiar". Son los jóvenes de otro entorno, de mi entorno, ..."del entorno"!

2- Bueno, ya has hecho examen de conciencia y has expresado tu queja resignada... ¿y ya está? ¿Ahí se va a quedar todo? Dices también que "este sistema no nos gusta"... ¿y a qué esperas para dejar las lamentaciones y empezar a intentar cambiarlo, a luchar contra él? ¿Dónde está esa energía euskaldun? No la derroches toda en San Mamés y empléala en algo útil antes de que sea tarde!

A ver si es verdad; después de las veces que me lo has reprochado, a mí me haría ilusión encontrarnos y marchar juntos en las filas de los "antisistema". Por ejemplo, este mismo sábado, honrando la memoria de Brouard y Muguruza...

Besarkada bat!

Jon dijo...

Qk:

Aunque no te lo creas, San Mamés sirve de terapia. Pagar tus frustraciones (de manera consciente) con el árbitro o con alguno (o convertirlas en alegría) es un ejercicio que mucha gente no valora. Sin fútbol (u otro entretenimiento patrio) la gente se volvería mucho más violenta. Otra cosa es que lo de hoy día sea excesivo (que lo es).

En cuanto a mi conciencia. Tranquila no está. Aun así, creo que participo en proyectos bonitos como Euskal Kultur Mintegia que intentamos ayudar a desarrollar la cultura vasca en la Universidad. Ya sé que no es mucho, pero me parece un paso.

saludos!

Anónimo dijo...

Es que el fútbol (aparte de negocio indecente) cumple esa función de control social que en su tiempo tenía el circo romano. Claro que "la gente se volvería mucho más violenta" si no existiese, incluso podría ocurrir que tuviesen inquietudes... ¡y que llegasen a pensar!
Esto lo ha tenido el sistema siempre muy claro: por eso se fomenta tanto el deporte... y tan poco la lectura. Los primeros en aplicar esta medida en plan intensivo fueron los yankees (la dictadura más aniquiladora que existe sobre la tierra), y mira el nivelazo que han conseguido en su población: la inmensa mayoría están rayanos en la idiocia.
Tampoco es casualidad que la conflictividad social en el estado español haya descendido en los últimos lustros en la misma medida en que ha aumentado la presencia del deporte en la tele...
Puro control social. Mientras el populacho se preocupe de cómo va su equipo, no se preocupa de otras cosas "menos" importantes como el paro, la corrupción, la represión, los recortes sociales, etc etc.
Por eso me gusta tanto el fútbol, grrrr!