martes, 22 de abril de 2008

Las crónicas de Vista Alegre (VI)

—¿A dónde vas con tanta prisa?—preguntó sutilmente Jokin.

—Hola, ¿qué tal?—respondió Eva. Estaba sofocada y no sabía qué responder. Quería evitar el tema. Dudaba entre la verdad y esperar la respuesta del chico o mentir e irse llena de remordimientos. Le importaba mucho la opinión de Jokin, le apreciaba. Pensaba que era un chico sin tapujos que decía lo que realmente pensaba, alguien sincero.

—Voy a tirarme por un puente—articuló. Eva lo dejó caer de tal manera que hacía entender que era algo anodino.

—No lo hagas—le respondió secamente Jokin. Parecía inmutable, pero se notaba que estaba sorprendido y asustado.

—Lo haré

—¡No!

—¿Por qué?

—Porque no puedes... ¡No debes!—Así acabó la frase. Ambos se miraron y comprendieron que las palabras del uno no iban a hacer cambiar de opinión al otro. Aun así, Jokin intentó persuadir a Eva de que la muerte prematura no era la salida.

—¿Qué te pasa?—le preguntó. Le miraba a los ojos, como quien busca indagar en los sentimientos del otro y mostrar la sinceridad de su pregunta. Jokin no quería aparentar ser morboso, ni jugar a ser héroe.

—Muchas cosas, demasiadas—respondió tristemente. Una lágrima asomó por su mejilla. La cara se le deformó. No era más que la sombra de lo que había sido un instante antes. Su gesto perdió fuerza y se hundió. Pasó de parecer una chica guapa y alegre a ser una chica triste y sin vida.

Eva empezó a enumerar sus problemas. Habló de la nueva vida de su madre, habló de la presión del coro y del barrio. Mientras hablaba sobre su abandono y los insultos que recibía, Jokin añadió que no hiciera ni caso, que ellos no veían más allá de sus intereses, pero que si valía y le gustaba que siguiera. “Querer es poder” decía. Llegó el punto en el que Eva tenía que decidir si confesarle a alguien que estaba embarazada del cura. Dudó, en un segundo, y comenzó a hablar. Masculló algo y luego calló. Jokin, inteligentemente, le preguntó a ver qué había dicho. Sabía perfectamente que iba a confesarle algo inconfesable y estaba esperando a que lo soltase. No obstante, Eva se negó. Tras varios intentos, la chica accedió y contó lo sucedido. Entre balbuceos y temblores, Eva contó qué había pasado con el cura. Narró desde la primera relación hasta la última y el resultado del análisis sin decir que volvía adonde el cura por voluntad propia, en busca de protección. Jokin quedó alucinado. Nunca imaginó que esas historias de pederastia y abusos sexuales de los párrocos a sus feligreses fueran tan cercanas. Se sentía furioso. El color de su cara cambió, se puso rojo y cerró los puños. Tuvo una idea. Pensó en denunciarlo, hablar con alguien. ¿Con quién? Nadie le iba a escuchar, nadie le iba a tomar en serio, y pero aún, todos iban a acusar a Eva de zorrerío. Todo el barrio estaba al servicio del cura, y un desliz como ese acabaría como muchos otros. Su primera solución se esfumó tan rápido como llegó. Nunca había odiado tanto a la Iglesia como en aquel momento. Le daba vergüenza que prostituyesen de esa manera la buena fe de muchos católicos que no estaban de acuerdo con la tropelía que cometía la parte más alta de su jerarquía. Además, se sentía impotente ya que sabía que los poderosos tenían el derecho de hacer lo que quisieran sin pagar castigos.

—¿Qué vas a hacer?—preguntó Jokin. Parecía preocupado. No le gustaba la idea de que Eva se suicidase. Además, se sentiría responsable de su muerte. Era la única persona que podía evitar su muerte, ya que el puente estaba cerca.

—No lo sé, supongo que tirarme. No quiero parecer una cobarde.

—¿Cobarde? ¿Estás loca?— Jokin subía el tono, parecía desconcertado.

—Sí. Además, ¿qué hacer? ¿Quién me va a escuchar? ¿Creer? ¿Quién criará a mi hijo?

Jokin no sabía qué responder. Todas sus ideas y teorías se habían esfumado. Por primera vez, tenía la oportunidad de enfrentarse a la realidad que había leído en los libros. Se sentía perdido, sin respuesta. La realidad era mucho más dura de lo que pensaba.

—Críalo tú—farfulló. No sabía qué decir y eso fue lo primero que se le ocurrió.

—¿Cómo?

—No sé, la verdad... No sé qué decir... —admitió cabizbajo. Estaba perdido.—¿Has hablado con tu madre?

—No, hace un tiempo que estoy aislada en casa. Mi madre está ausente y mis hermanos son muy pequeños. No sabes lo sola que estoy...

De repente, empezó a llorar. Se tapó la cara con las manos e intentó esconder el rostro. Jokin estaba desconcertado. Aun así, sabía que esta la oportunidad de ayudar realmente a alguien, de hacer una buena acción.

—No te preocupes, todo se arreglará—soltó él.—Matarte no es la solución, más bien, es huir. Si no te enfrentas a tus problemas nunca los solucionarás.—Eva lloró con más fuerza—No llores—prosiguió—Llorar no lleva a nada, hay que ser fuerte. No podemos dejarnos llevar por los sentimientos tan fácilmente. Hay que pensar con la cabeza antes de hacer las cosas. Ahora, ya está tarde. Dime Eva, ¿quieres matar a tu hijo? Es más, ¿quieres acabar con tu vida y la de tu hijo y la de tus futuros hijos? ¿Vas a perderte lo que queda de vida? ¿No vas a luchar? ¿Vas a dejar que todo siga igual, para siempre?

—¿Qué quieres que haga?—gritó furiosa. Las palabras de Jokin le habían dolido en el alma. Se sentía culpable de sus acciones y no tenía ganas de vivir.—Ahora sí que tengo ganas de tirarme, quiero acabar con todo. Para siempre.

Eva cayó en los brazos de Jokin como un peso muerto. No tenía ganas de nada. Era muy débil para tenerse en pie. Jokin, le agarró y la intentó levantar. Era imposible. Intentó consolarle, pero no había manera. Había tocado su fibra sensible, le había hecho recordar lo desgraciada que era pero reflexionando.

—Vámonos a casa—le propuso Jokin. Así, fueron los dos a casa de Eva.

3 comentarios:

Nerea dijo...

Me ha gustado mucho!
Y quiero más!!

Nerea dijo...

Por cierto, en cuanto a tu último comentario en sareizkribuak: si la vida son esas pequeñas cosas, y esas pequeñas cosas son distracciones, la vida es una distracción?

Bruno Sans Sánchez dijo...

La vida es una distracción esperando la muerte.
Vaya vaya... pobre Jokin, como hará para meterse en esos fregaos. ^^
¿Qué hará a continuación la pareja de héroes? ¿Fundarán un grupo "terrorista" que trate de acabar con la Iglesia mientras crían al hijo? ¿Se suicidarán? ¿Harán el amor sin parar, se casarán, y harán creer al pueblo que el niño es de Jokin?
Por cierto Jony, Eva, ¿Está buena? ^^