miércoles, 21 de abril de 2010

El cambio social

El cambio social se esconde en todos nuestros actos. Nosotros, como agentes activos que somos, influimos en nuestro entorno; hacemos que varíen las situaciones. Por eso, quién quiere cambiar al mundo debe empezar por cambiarse. Tiene que adaptar sus moldes mentales al objetivo que desea conseguir. Sólo así será coherente con su conciencia. Al fin de al cabo, excusas hay muchas; pero razones hay pocas para seguir igual. No hablo de grandes revoluciones bañadas de sangre y fundadas en la manipulación y el engaño de las masas sociales desfavorecidas; sino de cambios cualitativos en tu entorno que haga posible que los entornos de alrededor cambien también. Es cuestión de compromiso y de amor al prójimo y a uno mismo. Es también compartir con los demás tu visión del mundo y aplicarla en la medida de lo posible. La “Justicia”, la “Libertad” o la “Igualdad” están en nuestras manos, porque son acciones que ejercemos constantemente en nuestras vidas. Son ideas que se reflejan en nuestras acciones.

La revolución es el cambio brusco. Es un símbolo. La realidad es más terca y nos enseña que para cambiar se necesita una transición. Los moldes mentales son rígidos y los cambios bruscos son cada vez peor recibidos. Tenemos miedo a lo diferente. Queremos creer que tenemos todo bajo control, a pesar de que sepamos que es imposible. Sorprende muchas veces la involución que damos los humanos en cuanto olvidamos que también hemos sufrido. Nos relajamos y empezamos a ceder hasta que vemos las orejas al lobo. Aun así, hay cosas que nunca cambian. Suelen ser, mayormente, los fracasos que da esta vida. Esos que tapan nuestras virtudes y nos ponen “las gafas negras” para percibir la realidad. Esos miedos que se transforman, pero cuya base es la misma. Ese perdón que debiste dar. La venganza es agradable a corto plazo, pero el perdón es eterno. Esa mujer que no debiste dejar pasar. Arrepentirse es sentirse derrotado por no haber dejado hablar al corazón. Al final, es él quién mejor explica nuestros sentimientos. No habla, únicamente siente.

La vida parece que no cambia. Los humanos no percibimos el paso del tiempo hasta que echamos la vista atrás. Recogemos la memoria y nos lanzamos a la ilusión por un futuro apasionante. Es la ilusión el mayor arma del hombre, pero como todos es de doble filo. El cambio social depende de nosotros y sin una ilusión que lo alimente no hay otro mundo posible. Por eso, es necesario muchas veces mirar hacia abajo para mirar hacia el futuro, porque el problema no estriba en cuántas veces caemos; sino en cuántas nos levantamos. Lo que no nos destruye, nos hace fuertes y por eso, de cada golpe, debemos aprender para la próxima vez. La lucha es larga y el cambio es difícil. Es una pelea contra uno mismo y contra los demás, pero contamos con uno mismo y con los demás. Las crisis son oportunidades para cambiar.

2 comentarios:

Sasetaurrena dijo...

Bien hablado, me quedo con el último párrafo.

Jon dijo...

"Resistir es vencer". Esa es la lección.