lunes, 25 de enero de 2010

Emperifolladas

La biblioteca es un laboratorio sociológico como las tabernas, las clases o las discotecas. En él afloran diferentes partes de nuestro ser, desde el aspecto cognitivo hasta nuestras pulsiones sexuales. Suena extraño, pero la biblioteca suele ser una mezcla de ambas. Se supone que a la biblioteca se va a estudiar. De hecho, se acude porque en casa es imposible estar entre libros sin distraerse. Aun así, la distracción, al igual que las excusas, aparece en todos lados. Es una tentación. Cualquier cosa sirve para no estudiar. Nos entretenemos con cualquier cosa, desde hacer garabatos hasta reírnos por lo bajini con el compañero de al lado. También se puede renovar el blog. Sin embargo, el pasatiempos oficial es “fichar”. Fichar es, según la RAE: “mirar insistentemente a alguien con interés amoroso” y “anotar en fichas datos que interesan” y es lo que hacen muchos alumnos en las diferentes bibliotecas.

Para analizar este comportamiento hay que partir de dos factores; cualquier cosa es más entretenida que estudiar y la juventud es una época en la que las hormonas vuelan. Aparte, hay otro factor secundario: las mujeres van emperifolladas a la universidad y a los hombres nos encanta mirarlas y a ellas que les miremos. Por eso van arregladas, porque es probable que, al sentirse observadas, se afirmen guapas (cosa tampoco muy difícil a esas edades, ya que es realmente complicado ser feo de narices a los veinte años). Y es en ese momento en el que, como animales que somos, empezamos la guerra de miradas. Miradas que se cruzan y que exponen muchas cosas, pero que la mayoría de las veces no deja de ser un juego tonto de jóvenes. Son miradas furtivas.

La mirada es un juego en el que entramos todos, aunque cada uno lo haga a su manera. Hay quien está platónicamente enamorado/ enamorada de alguna compañera/ compañero de biblioteca, hay otros que se sienten atraídos sexualmente, otros que buscan compasión, entretenimiento y hay quien, desde el estoicismo asceta, intenta estudiar. Son los menos y los que mejor controlan su mente y sus impulsos. Es realmente difícil. Además, es difícil resistirse a mirar algo que es más agradable que un grupo de letras que tienes que aprender por obligación y que no te dicen nada. Más aún, cuando parece que te está diciendo “mira”. El problema reside en los comportamientos sociales que te impiden acercarte a alguien, aunque sea simplemente para hablar de el ladrillo que estás leyendo. El sexo mueve el mundo, más que el dinero. ¿O no?

2 comentarios:

Sasetaurrena dijo...

Como te lean desde emakunde te cuelgan jajaj
Mete la cabeza en el manillar que ya queda poco

Jon dijo...

Ya he acabado exámenes, ¡¡¡bien!!!