martes, 21 de octubre de 2008

El estado de las cosas

Hemos tenido que escuchar constantemente que los nacionalistas vascos nos pasamos la legalidad española por donde amargan los pepinos. Hemos tenido que escuchar mil y una veces que los nacionalistas vascos somos unos soñadores y que nuestro estado no se sostendría económicamente. Hemos tenido que escuchar tantas memeces que dan ganas de dejar de escuchar a todos estos sabelotodos que hablan por hablar. Porque muchas veces hablan sin saber y otras sin pensar. Sin saber porque nunca sabremos que pasaría en una Euzkadi libre y soberana y sin pensar porque si reflexionasen un segundo se darían cuenta de que lo enunciado no es cierto. Los únicos que hemos pedido el desarrollo del Estatuto de Gernika por completo, siguiendo al imperio de la ley que lo homologa, hemos sido los nacionalistas vascos. Hemos sido nosotros los que hemos tenido que rascar en Madrid para que nos diesen unas migajas de lo que nos corresponde. La última vez ha sido la semana pasada cuando hemos conseguido, tras arduas negociaciones, la transferencia de 85 millones de euros para Investigación y Desarrollo. A pesar de que la ministra Garmendia dijese que era negativa para los vascos y a pesar de los pesares lo hemos conseguido. Pena no habernos traído también la de Seguridad Social, otra vez será. Cuando los presupuestos no vuelvan a cuadrar y una crisis medie. Ya contaba Anasagasti como consiguieron la transferencia de aguas.

Aun así, los nacionalistas vascos no nos vendemos lo suficiente. Pienso que con una gestión económica como la del Gobierno Vasco, bastante brillante, nos podemos llevar un varapalo en las elecciones. La Consulta pesa mucho y la prohibición del Tribunal Constitucional también. Además, la propaganda de Patxi López con su discurso ‘guay’ y falso es atractivo para unos jóvenes más preocupados en lo que les atañe que en cuestiones identitarias. Unos jóvenes desideologizados que piensan que el bienestar en el que viven vino del cielo, sin reconocer a los que durante 30 años han llevado responsablemente el Gobierno Vasco situándonos a la cabeza de Europa económicamente hablando. Un Gobierno que ha vivido cojo ya que muchas de las competencias que le corresponden le han sido amputadas y aún no han sido devueltas. Un Gobierno que vivió una dura reconversión industrial y que tuvo que patearse medio mundo en busca de inversiones mientras otros cerraban la margen izquierda y se jactaban de políticas de Industria sin industria sin mostrar alternativa alguna.

Este es el Estado de las cosas. Una Estado que no quiere dar lo que debe y un Gobierno que tiene que mendigar lo que le corresponde. Y así seguiremos otros 30 años, por lo menos, estancados en discusiones estériles que no llevarán a nada. A pesar de que tengamos razones para seguir discutiendo. Porque hay que seguir creciendo, pero sin perder el tiempo en cosas que hoy por hoy son improbables y que por una mala pata pueden llevarnos a la oposición. Tenemos que vendernos bien, como lo que somos: el futuro de Euzkadi y la garantía de su desarrollo. No porque los demás planteen lo contrario, si no que para nosotros es prioritario.

lunes, 13 de octubre de 2008

Patriotismo de pata negra

Como cada 12 de octubre, el ejército español desfila por las calles de Madrid en el día de la Hispanidad como garante de la unidad de España. Un país que el año pasado estaba en peligro de destrucción según los más puritanos y que este año también. El año pasado preocupaba lo blando que era el Presidente con los terroristas y este año que al principal líder de la oposición las cuestiones de Estado le parecen un coñazo. Pura demagogia. Ni Zapatero iba a romper España, ¡faltaría más!, ni a Rajoy le importa un comino que ocurre en su sacrosanta e inamovible patria. No obviemos que el año pasado salió en un vídeo pidiendo a la gente que celebrase el día de la patria como si fuesen las fiesta patronales colgando banderas en las ventanas. Algo muy loable por cualquier persona que respete los otros nacionalismos, que los hay, pero peligroso cuando el garante de esa unidad empuña una metralleta. Porque los que garantizan la unión a España, según su constitución, son los militares representados por una cabra. Por eso se confunde el día nacional con el día de las fuerzas armadas. Algo que podría ser anecdótico si no fuese porque esas fuerzas armadas han representado al españolismo más salvaje e intolerante. Ese patriotismo de pata negra que cree a su país superior y que niega el patriotismo a quien disiente de su manera de concebir el país. Esos que gritan que se muere un país cuando se descentraliza o esos que con las armas pararon el progreso allá por el 36. Un progreso olvidado en fosas comunes, mientras que los “pata negra” son beatificados. En pleno siglo XXI me parece grave que el garante de la soberanía nacional de un Estado democrático sea el ejército y no lo sea el pueblo con sus votos. Porque lo más normal sería organizar manifestaciones para celebrar el día de la Patria, como ocurre en Euzkadi o Catalunya, y no pegar tiros al aire y alardear de “cohone” o de quien ama más a la patria o al nacionalismo estatalista.

Pero el nacionalismo español, que aunque para algunos no exista sale a la palestra cada dos por tres, es un nacionalismo excluyente. No acepta que en su Estado-Nación haya otras nacionalidades aunque su Constitución así lo explicite y niega la existencia de Pueblos reconocidos por la historia. Este nacionalismo español pinta un Estado monocolor, basado en Castilla y Andalucía. Un Estado centrado en Madrid con una estructura heredada del franquismo y con unas cortas reformas que no satisfacen a casi nadie ya que a algunos les parece poco y a otros mucho. No obstante, el inmovilismo une a todos los nacionalistas españoles. La congelación de los estatutos y su defensa acérrima suenan a un “lo maté porque era mío”. Pero esta es la hipocresía de un nacionalismo caduco y estancado en Isabel y Fernando que piensa que España está por encima de todo, hasta de sus ciudadanos. Porque España está por encima de todo, hasta de las libertades, y quien no crea en la unidad sacrosanta del Estado, una estructura artificial y cambiante, no tiene sitio en ese proyecto. Es un Estado hecho para los que se sienten españoles, como todos los regímenes anteriores. Propugna un Estado donde una mayoría arrolla a una minoría y la obliga a ser algo que quizás no desea. Un ‘café para todos’ impulsado por el centralismo más autoritario y dogmático que sólo ofrece sonrisas pero que no da más que negativas a cualquier desarrollo. Un Estado sin singularidad ninguna e irrespetuoso con las Leyes Antiguas de los vascos.

Por si fuera poco, no hay alternativa. Tanto desde la izquierda como desde la derecha nos ofrecen lo mismo: españolismo excluyente. No hay más que escuchar a Leyre Pajín con su tono cabreado y de chica con la lección bien aprendida echando la bronca a Mariano Rajoy por afirmar que el desfile era un “plan apasionante”. Es triste que un Estado base su unidad en un Ejército. El nacionalismo militar es peligroso y más si los jóvenes no hacen nada por cambiarlo. Se ve que algunos, debajo de la chaqueta ‘progre’, esconden un nacionalismo de pata negra. Menos mal que otros defendemos un nacionalismo cívico y humanístico donde la base es el ciudadano.

viernes, 3 de octubre de 2008

La importancia del pasado.

Euzkadi está de luto. Jokin Intza, antiguo luchador, ha fallecido. Él fue “El Gordo”, así le apodaban los que le conocieron por su físico, y luchó por Euzkadi durante el franquismo ya fuera en su país como fuera. Vivió el exilio en Venezuela y ahí trabajó para recaudar dinero para sacar adelante proyectos como Radio Euzkadi, embrión de Radio Euskadi, la revista Gudari u otros libros. Además, participó en la Huelga General del 47 contra el régimen franquista y visitó varias cárceles. También murió hace poco Pello Irujo, antiguo burukide del PNV en Navarra y exdirigente de Eusko Alkartasuna. Nacido en el exilio, habitó también Venezuela donde trabajó para Radio Euzkadi en el exilio como locutor en onda corta (Txalupa) y además, fue uno de los organizadores de la vuelta de su tío Manuel en 1977. Unos meses antes, en mayo, Sabin Zubiri nos dejó. Era uno de los pocos que conocía el paradero del cadáver de Sabino Arana. Era, además, la mano derecha de Juan de Ajuriaguerra, referente histórico de la resistencia vasca al franquismo. Pero, ¿por qué quiero recordar a estos personajes de la historia reciente de nuestro país?

Muchas veces se dice que para entender el presente hay que estudiar el pasado y ellos lo son. Son el pasado de muchos nacionalistas vascos por su persistente lucha contra un régimen totalitario que arrasó con lo que pudo y al que pocos se atrevieron a plantarle cara. Porque ellos lo hicieron y por ello deben ser un referente obligatorio para nosotros, el futuro del nacionalismo vasco. Porque cada uno desde su posición, trabajó con insistencia para el fin de la dictadura y la supervivencia del nacionalismo vasco: ya fuera desarrollando medios de comunicación alternativos o simplemente, siendo la mano de derecha de un resistente nato como Juan de Ajuriaguerra y escondiendo propaganda. Esta generación de viejos patriotas forjados en la lucha por la liberación de su pueblo nos está dejando. Ellos fueron los herederos de grandes referentes del nacionalismo vasco como Manuel de Irujo, Xabier Landaburu o José Antonio Aguirre. No obstante, estos resistentes del franquismo han muerto en silencio. El silencio de 40 años de lucha olvidados. Porque los jóvenes de hoy en día creemos que todo viene hecho, pero olvidamos que nuestras libertades y bienestar son fruto del trabajo de muchos patriotas que dedicaron su vida en sembrar lo que hoy recogemos. Y aunque el resultado no sea todo lo bueno como queremos y quisieron, no podemos olvidar su esfuerzo.

Por eso, creo vital que las nuevas generaciones conozcan a algunos de los muchos héroes que han pasado desapercibidos en la historia de Nuestro País. Porque la ideología que hoy defendemos los nacionalistas vascos, es la herencia que nos dejaron aquellos que hoy mueren en el silencio. Sin ellos, el nacionalismo vasco no sería lo mismo. Porque ellos nos dejaron un legado humanista, de lucha sin violencia, y trabajo por el bienestar de nuestro Pueblo . Sin imposiciones, pero con trabajo y decisión. Porque, como dijo Landaburu en su “Causa del Pueblo Vasco” el Pueblo Vasco destaca por su honestidad. Y no la debemos perder, ni el desarrollo económico, político y social que hemos vivido en nuestro cercenado País gracias a las instituciones vascas, ni que debemos seguir adelante en la construcción del Estado Vasco.

Hasta el día de la liberación y aunque no tuve la oportunidad de conoceros, descansen en paz (G.B.).