Así definió a nuestra patria Sabino Arana, fundador del PNV y del nacionalismo vasco. Euzkadi, la patria de los vascos, de nadie más; sólo de los vascos. Parece que para algunos no quedó claro. Primero porque renunciar al nombre que definía a nuestro pequeño país como ente político diferenciado de España y Francia, al contrario que “Euskal Herria” (cultural) o “Vascongadas”(administrativo), dice mucho de quienes no creen que Euzkadi sea la patria de los vascos, para ellos Euskal Herria, sino la patria de algunos vascos; los suyos. Hablo, para que no haya dudas, de E.T.A. y sus amigotes, los que hacen patria a golpe de extorsión, que últimamente están especialmente agresivos. Esta agresividad no viene por parte de E.T.A., que hace lo que puede, sino de los militantes de base que cada día demuestran que su proyecto político está más cerca de la URSS de Stalin que de una república vasca libre. El último capítulo de esta larga novela de violencia y coacción tenía como paisaje Pasajes. Se votaba una moción ética para desbancar a ANV de alcaldía. Allí se reunieron, como siempre, los simpatizantes de ANV a gritar e insultar a todos y a apoyar a sus representantes electos cuando al final del pleno agredieron, dos de ellos, al concejal del PSE-EE Bixen Itxaso. Ese acto definió muy bien su actitud cínica: utilizar hasta la saciedad signos y palabras con grandes ideales detrás hasta prostituírlos (libertad, independencia, autodeterminación), para atacar a los que no piensan como ellos. Y es que últimamente andan radicalizados dialécticamente. Ahora, todos los que no piensan como ellos somos fascistas, españoles, torturadores o destructores del Medio Ambiente y no tenemos derecho a nada. Aparecen nuestras caras, nuestros nombres, nuestros planes, nuestras ideas en las paredes de nuestro país con dianas, insultos y advertencias. ¿Qué clase de país quieren construir?
Batasuna y E.T.A., desde el principio de sus tiempos, se han caracterizado por la chulería y la prepotencia digna de quienes se creen con la verdad absoluta. De quienes se creen que la sociedad está de acuerdo con ellos aunque no sea así. Por eso, se han apropiado de todo lo que han querido hasta politizar hasta las pedidas de mano dando la imagen de su supremacía en Euzkadi. Los abertzales nos hemos dejado comer la tostada. Hemos dejado que campen por sus anchas en nuestras calles siendo dueños absolutos de ellas. No es extraño que se apropien de actos populares, calles o ámbitos sociales (la cultura sobre todo) para imponer sus reivindicaciones, más bien, porque los demás no tenemos derecho a réplica. Se han apropiado de unos símbolos, llevan la ikurriña a todas horas, han desmitificado a los gudaris, tal y como llaman a los terroristas, y al “Euzko Gudariak”, que lo cantan hasta cuando se levantan de la cama, y encima nos han querido vender a Zumalacarregui como miembro de la izquierda abertzale (mirad una de las campañas de ANV). Lo peor es que sus bases les ríen las gracias. Son bases sin un espíritu crítico que les ayude a mejorar, sino que les condena en su mediocridad, ya que sólo repiten lo que les mandan desde la clase dirigente. Porque no hay sitio para la discrepancia dentro de ese mundo. Ejemplo de ello son “Pakito” o “Yoyes”.
Pero a mí no me engañan, y como a mí a muchos. Sabemos que viven contra nosotros, que no conviven. No saben debatir, sólo saben insultar y acusar. Son agresivos, pero luego se quejan cuando se les responde y eso sin utilizar sus medios. Tienen un discurso muy simple, sin ningún tipo complicación, para masticar y tragar. Porque sus bases no les piden más que un populismo trasnochado con unos giros de vocabulario y expresiones dignos de la URSS o Cuba y unas formas de actuación al estilo de “La noche de los cristales rotos” donde se ataca y se señala a los que no piensan o actúan como ellos. Y cuanto más se les margina, peor. Más se encierran en sí mismos.
Por eso, discrepo con ellos y con sus métodos de extorsión. Tengo claro que un país se hace con personas, y que mi país Euzkadi debe ser así. Porque algunos se han olvidado que los símbolos representan a las personas, y no al revés. Porque los símbolos son subjetivos, inventados; e inanimados, en cambio, las personas son reales y se mueven. Las personas son las que construyen países y sociedades, no son las bombas ni las banderas las que lo hacen. Porque las personas están antes que todo, porque ante todo somos personas. Por la convivencia, por una Euzkadi para todos.
1 comentario:
Pedir sin dar nada a cambio, eso es lo que hacen.
Nunca se podrá construir nada si cada vez que se pone una piedra viene alguien que dice que no se hace así y la destruye, sin dar oportunidad a quien de verdad tiene buena voluntad.
A algunos no nos queda otra que ver cómo todo se va a pique y los que tienen nuestra vida en sus manos ni siquiera saben qué hacer.
Luchamos contra la resignación, pero no nos queda otra.
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