Es bien notoria la frase escrita por los nazis a la entrada en sus campos. “El trabajo os hace libres” es una frase dolorosa por todo lo que entraña (las salvajadas cometidas tras esas puertas), pero no hay que olvidar su significado: la esclavitud existió durante el siglo XX. Aún hoy en día existe en muchos países. No obstante, en el primer mundo se dice abolida a pesar de la nueva crisis que va a apretar las tuercas a los trabajadores mientras que ayudará a los que ganan mucho dinero. Aun así, los desastres seguirán y la miseria crecerá. Joseba Egibar lo explicó muy bien el otro día en el Parlamento Vasco, hemos creado una dependencia de los países emergentes. El Estado Español tiene la balanza comercial más desequilibrada del mundo y sólo es comparable con la estadounidense. La política del “boom” inmobiliario ha explotado y el Estado se ha hecho dependiente de los países que exportan materias primas. Eso es, que cuando esos estados cierren el grifo no habrá agua. Menos mal que en Euskadi hemos seguido una política industrial y algo menos nos resentiremos.
Aun así, esto no es lo peor que nos puede ocurrir. Vivimos en una sociedad en la que el consumo es uno de los pilares que sujetan nuestras relaciones. Los individuos, algunos, buscan arreglar sus problemas a través de la compra. Por ejemplo, es muy conocido el tópico, que como todos los tópicos tiene algo de cierto, que muchas mujeres cuando pasan una época dura en sus vidas acuden a las tiendas para saciar su ansiedad. Cada vez se consume con menos criterio. Los individuos compramos cosas que no nos sirven para nada. Bien es cierto que el poder de la publicidad y la sugestión es muy fuerte, pero los jóvenes nos hemos vuelto débiles y caprichosos. La mayoría hemos vivido épocas de bonanza en las que podíamos conseguir cualquier bien material sin problemas. Además, hemos crecido rodeados de marcas que convertían lo innecesario en imprescindible y que daban a cualquier producto otro uso. El consumo, pues, ha sido una constante en nuestra vida. Hemos vivido consumiendo y nos ha consumido. Porque hemos decidido dejar a un lado los bienes inmateriales para quedar con los materiales. Ahora todo es dinero. Todo se compra o se vende y tiene su precio. Es grave. Olvidamos nuestro ser por consumir. Un pueblo que consume feliz es un pueblo fácilmente manipulable. En China no se habla de derechos en la sociedad emergente porque consiguen saciar sus ansias de libertad con objetos. Pero en los países occidentales también. Ahora todo es imagen sin fondo. Todo es forma y eso es peligroso. Las rebajas mueven a más gente que las elecciones e interesan más. Estar guapa es una prioridad. Antes que ser inteligente se quiere ser bella. No hay más que ver los trastornos alimenticios que acarrea. ¿Acaso han visto a alguien con depresión por ser idiota?
Si esto de la crisis es cierto, el día que no podamos consumir habrá un colapso social. El dinero lo mueve todo y la imagen lo esconde. Los medios ejercen, en muchos casos, su poder con los demás poderes. No hay contrarresta. Son todos contra uno, contra el individuo. Se acallan las voces de los pequeños y se magnifican las voces de los grandes aunque estas no digan nada. Todos conocemos las palabras del Ministro de Economía, pero, ¿alguien conoce la situación de Euskadi? ¿Alguien es consciente de que nosotros aguantaremos el tirón mejor que los vecinos gracias a nuestro Gobierno? No, casi nadie lo sabe. No interesa airearlo, es mejor hundir al contrario aunque sea para poder gestionar miserias. Vivimos sin Historia. Pero bueno, mientras la imagen perdure ante el discurso, después de tantos años de lucha por nuestros derechos históricos, los jóvenes podremos afirmar que “el consumo nos hace libres”.
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3 comentarios:
Me ha encantado lo de "¿Acaso han visto a alguien con depresión por ser idiota?" Muy buena observación.
es verdad también, jon. yo creo que se pierden los valores y se copian lo que nos quieren transmitir, todos iguales, como decía Aldous Huxley en "un mundo feliz", pero muchas veces es así.
Hay una tendencia hacia la homogeinización, pero creo que eso acabará resaltando nuestras diferencias.
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