Saber administrar la esperanza

En la vida nunca sabes qué va a ocurrirte. De hecho, lo más sorprendente suele llegar cuando menos te lo esperas. Puede que te levantes un día y tengas una buena nota en un trabajo, como que te levantes otro y un coche te eche un charco encima. Son nimiedades que explican la variabilidad de los días que se resumen en el “algunos días son mejores que otros”. Es lo natural. Aun así, hay que saber dominar esos sentimientos para no caer dominado. La ilusión, al igual que su antónimo, es un sentimiento muy fuertes que invaden el alma de cualquier mortal. Además, se mezcla con la inquietud o el miedo, porque existe el miedo al éxito como al fracaso. Por eso, es imprescindible ponerle límites. Más aún, cuando existe la incertidumbre y te la juegas a una sola carta. Debes estar preparado para la derrota, pero también para la victoria.

En la vida hay oportunidades que únicamente se presentan una vez y que no puedes dejar pasar. Por eso, debes saber hacerlo bien aunque no tengas ni idea. Es contradictorio, pero si no lo haces te arrepentirás toda tu existencia aunque no tengas la culpa. El miedo es normal, al igual que la inquietud. La inexperiencia y la sorpresa invaden tu pensamiento y estás aturdido. ¿Qué harás? En realidad no lo sabes. Sólo sabes que quieres hacerlo bien y aprovechar para ser algo más feliz en esta vida. Quizá sea una gran victoria que preceda grandes derrotas, o puede que sea el principio de una bonita historia. Por eso, en lugar de cerrar puertas, hay que abrirlas para llenarlas de ilusión.

Saber aprovechar las ventajas es vital. Estar bien informado también. La victoria es el objetivo. No hay otro. Caer es una opción, levantarse también. La ilusión se riega con pequeños momentos. Los regalos no llegan todos los días. Hay que saber situarse, qué hacer en cada momento. Nadie lo hará en tu lugar, nadie vivirá por ti. Por eso, hazlo sin miedo. El error es una opción, pero el deber moral es hacer “lo correcto” . El “bien común” es el fin. Ellos se contentarán por ti, tú te contentarás por ellos, pero también por ti. Por una vez, por una sola vez, ¡hazlo!