Es
curioso, pero hay veces en las que no sabes qué sientes. Digo
curioso, porque lo normal sería saber por qué estás así, sobre
todo cuanto más te conoces; pero hay veces en las que los
sentimientos se diluyen y es complicado saber dónde empieza uno y
acaba el otro. Es como cuando entrevistas a alguien que admiras, no
sabes dónde empieza el periodista y acaba el fan. También es
curioso cuando consigues algo que tu cabeza dice “sí” y tu
corazón “quizás”. Es curioso porque deberías estar orgulloso:
has podido con las tentaciones y te has ahorrado un par de ridículos.
Uno de los ridículos sería el rechazo, pero claro, cuando hablan
las inseguridades nadie más escucha. Solo sientes una especie de
vacío: es tu seguridad que se ha ido a por tabaco.
Es
curioso, pero hay veces en las que te levantas de la cama y solo te
apetece escuchar Los Piratas. Quieres oír Te echaré demenos y estar triste; sentirte como alguien a quien han dejado,
pero no te sale. Es para autcompadecerte, recordarte que eres el
mejor y que la vida sigue adelante, como en las películas, solo
faltan la barra y la copa y decir “¿de todos los bares de Bilbao
tuviste que venir al mío?”. Pero es mentira. No tienes bar. No
estás mal. Querrías estarlo y no lo estás. Es curioso porque tus
inseguridades hablan y estás desolado. Te gustaría estar mal para
abrazarte. Pero no te han dejado. Piensas, luego dices, que te
gustaría tener cerrados muchos capítulos cuando, en el fondo, sabes
que tener una novia perfecta es el camino al bostezo. Todo eso,
mientras escribes un par de renglones torcidos para desahogarte.
Peores son las drogas. Y llorar, claro. No hay nada peor que llorar
por nada.
Es
curioso, pero hay veces en las que conoces a alguien, sientes un
“clic” y el mundo se para. A mí no me ha ocurrido. Bueno, no
últimamente. Hay otras veces en las que conoces a alguien y te abre
puertas que pensabas cerradas. Es una sensación rara, porque el
amor, se supone, es específico, individual y particular, pero en
este caso es genérico, te recuerda que aún hay gente fuera que
merece la pena conocer. Por eso, es difícil que cuando las cosas no
salen sentir algo concreto, algo más que una pena genérica; un
“casi estoy desolado”, algo más que un “voy a escuchar Turnedo
para escavar en mis emociones”; que se diluye en distintas excusas
(“Ojalá vivieras aquí”). Es curioso, porque una lágrima se
asoma y piensas, “jode, cuánta mierda estoy soltando” y te
acuerdas de los “quizás” que ocurrieron, y de los que no
ocurrieron y, claro, de que cuando pones una canción de amor no
piensas en nadie en concreto y sientes un vacío, como si estuvieses
obligado, por naturaleza o por inercia, a estar enamorado de alguien.
Aún no has puesto orden en ti mismo. Tienes heridas sin cerrar.
Es
curioso, pero este blog es una especie de vertedero sentimental. Un
lugar donde echar las piedras que llevo en la mochila. Podría haber
sido otra cosa, un blog de opinión, o de, yo qué sé, cocina, pero
no, es un vertedero sentimental en el que, como en las conversacionesde Whatsapp de un domingo por la mañana, recorres miga a miga
los sentimientos de la noche anterior. Y mis sentimientos, algunos,
claro; son estos. Claro que me gustaría amar a alguien, pero no me
sale. Claro que me gustaría sentirme triste por anoche, pero no lo
estoy. Claro que me gustaría abrazarme a mí mismo, pero no lo
necesito. Claro que me gustaría autocompacerme, pero es estúpido.
Es curioso, pero hay veces en las que los recuerdos pasan por delante
de uno, como esos coches que ves por la calle una vez y nunca
vuelven, y otras en las que se quedan anclados, como tu sonrisa, y
piensas, ‘qué bonito sería’, aunque sabes que lo dices por
decir; porque has recuperado la ilusión, pero no sientes pena, más
allá de algo genérico; porque esa sonrisa no te acompañe. Es
curioso, pero hay veces en las que ocurren estas cosas.
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