Hace ya tiempo que vi en el cine la película “Tropa de élite”, que trata sobre el BOPE, el cuerpo de élite de la policía brasileña. Una película que me dejó un sabor agridulce, dulce porque vi un cuerpo que no se doblaba ante la corrupción y agrio, porque utilizaban la violencia indiscriminada para combatir a las mafias de las favelas. Pero aparte de esos temas desgrana otros como la corrupción política y policial que hay en Brasil y el que a mí más me agradó: la demagogia juvenil sobre el tema policial. Sé que lo que voy a exponer suena a carca, pero me parece injusta la visión que se tiene sobre la policía en general. No seré yo quién defienda sus brutalidades ni quien pondere su perfección, pero creo que la policía hace un trabajo sucio que muchas veces no es reconocido (en parte, gracias a esa visión anti-sistema de la izquierda moralista, que sólo se acuerda de la brutalidad policial cuando les perjudica) y que da una mala imagen de ella. Es una concepción muy común entre los revolucionarios de salón, aquellos que sueñan con barricadas mientras ven su televisión de plasma.
En la película esta visión “bobo” (bohemia-burguesa) queda definida en los compañeros de clase de Matías. Recordemos que éste es un policía de raza negra que estudia derecho rodeado de hijos de magnates y clase media brasileña, que no paran de quejarse de que “paran sus coches y los tratan con vehemencia”, en lo que tienen razón. Pero la paradoja aparece cuando se descubre que éstos son drogadictos y colaboran con las bandas, pasando droga a la universidad, y que sólo se manifiestan cuando matan a uno de los suyos. Esa actitud me recuerda a muchos revolucionarios que conozco (no todos, evidentemente). Son gente, por lo normal, culta e inteligente pero que peca de vanidad. Son los típicos que se quejan de la policía cuando les quita sus “litros” y que afirma que el Gobierno les alienta mientras se fuman un canuto; ¡bendita paradoja! Son los mismos que hablan sin parar de la opresión de los trabajadores mientras que ellos colaboran consumiendo productos de marcas que explotan en el tercer mundo o son indiferente al sufrimiento del prójimo. O los que, y esto es lo más sangrante, alardean de “anti-imperialismo americano”, pero pasan sus vacaciones en EE.UU. o consumen como locos sus productos, aun siendo ellos tan anticapitalistas, a la vez que postulan por un “bloque anticapitalista” al estilo soviético, que lo único que hacer es pisar los derechos individuales de los ciudadanos (mucho más que en EE.UU.).
Por eso, “Tropa de élite” me parece una lección de ética. Ya es hora de desenmascarar a estos moralistas de tres al cuarto, que no hacen más que hablar de lo que no hacen y hacer lo que no dicen. ¡Basta ya de creer que la policía es mala en sí y no porque los policías son malos! ¡Basta ya de tanto pro-totalitario pseudo-demócrata! ¡Basta ya de anti-sistema sistemático! Y, en fin, ¡Basta ya de tanta estupidez! Seamos serios y tengamos criterio.
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2 comentarios:
Ederto Jon!!! Azkenengo hitzak zoragarriak dira!!
Gustiz ados zurekin.
Chapeau. No la he visto, pero pienso igual ue tú sobre esto.
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