Como cada 12 de octubre, el ejército español desfila por las calles de Madrid en el día de la Hispanidad como garante de la unidad de España. Un país que el año pasado estaba en peligro de destrucción según los más puritanos y que este año también. El año pasado preocupaba lo blando que era el Presidente con los terroristas y este año que al principal líder de la oposición las cuestiones de Estado le parecen un coñazo. Pura demagogia. Ni Zapatero iba a romper España, ¡faltaría más!, ni a Rajoy le importa un comino que ocurre en su sacrosanta e inamovible patria. No obviemos que el año pasado salió en un vídeo pidiendo a la gente que celebrase el día de la patria como si fuesen las fiesta patronales colgando banderas en las ventanas. Algo muy loable por cualquier persona que respete los otros nacionalismos, que los hay, pero peligroso cuando el garante de esa unidad empuña una metralleta. Porque los que garantizan la unión a España, según su constitución, son los militares representados por una cabra. Por eso se confunde el día nacional con el día de las fuerzas armadas. Algo que podría ser anecdótico si no fuese porque esas fuerzas armadas han representado al españolismo más salvaje e intolerante. Ese patriotismo de pata negra que cree a su país superior y que niega el patriotismo a quien disiente de su manera de concebir el país. Esos que gritan que se muere un país cuando se descentraliza o esos que con las armas pararon el progreso allá por el 36. Un progreso olvidado en fosas comunes, mientras que los “pata negra” son beatificados. En pleno siglo XXI me parece grave que el garante de la soberanía nacional de un Estado democrático sea el ejército y no lo sea el pueblo con sus votos. Porque lo más normal sería organizar manifestaciones para celebrar el día de la Patria, como ocurre en Euzkadi o Catalunya, y no pegar tiros al aire y alardear de “cohone” o de quien ama más a la patria o al nacionalismo estatalista.
Pero el nacionalismo español, que aunque para algunos no exista sale a la palestra cada dos por tres, es un nacionalismo excluyente. No acepta que en su Estado-Nación haya otras nacionalidades aunque su Constitución así lo explicite y niega la existencia de Pueblos reconocidos por la historia. Este nacionalismo español pinta un Estado monocolor, basado en Castilla y Andalucía. Un Estado centrado en Madrid con una estructura heredada del franquismo y con unas cortas reformas que no satisfacen a casi nadie ya que a algunos les parece poco y a otros mucho. No obstante, el inmovilismo une a todos los nacionalistas españoles. La congelación de los estatutos y su defensa acérrima suenan a un “lo maté porque era mío”. Pero esta es la hipocresía de un nacionalismo caduco y estancado en Isabel y Fernando que piensa que España está por encima de todo, hasta de sus ciudadanos. Porque España está por encima de todo, hasta de las libertades, y quien no crea en la unidad sacrosanta del Estado, una estructura artificial y cambiante, no tiene sitio en ese proyecto. Es un Estado hecho para los que se sienten españoles, como todos los regímenes anteriores. Propugna un Estado donde una mayoría arrolla a una minoría y la obliga a ser algo que quizás no desea. Un ‘café para todos’ impulsado por el centralismo más autoritario y dogmático que sólo ofrece sonrisas pero que no da más que negativas a cualquier desarrollo. Un Estado sin singularidad ninguna e irrespetuoso con las Leyes Antiguas de los vascos.
Por si fuera poco, no hay alternativa. Tanto desde la izquierda como desde la derecha nos ofrecen lo mismo: españolismo excluyente. No hay más que escuchar a Leyre Pajín con su tono cabreado y de chica con la lección bien aprendida echando la bronca a Mariano Rajoy por afirmar que el desfile era un “plan apasionante”. Es triste que un Estado base su unidad en un Ejército. El nacionalismo militar es peligroso y más si los jóvenes no hacen nada por cambiarlo. Se ve que algunos, debajo de la chaqueta ‘progre’, esconden un nacionalismo de pata negra. Menos mal que otros defendemos un nacionalismo cívico y humanístico donde la base es el ciudadano.
Trabajo y unión, fundamento de la comunidad personalista vasca
-
Joxan Rekondo 1.La médula del movimiento cooperativo vasco se entronca con
la divisa de Trabajo y Unión, que Arizmendiarrieta identificaba con “la
sana fil...
Hace 7 horas
1 comentario:
Bueno, a mí me parece triste que el día de la Fiesta Nacional se represente mediante las Fuerzas Armadas, pero la verdad sea dicha, eso suele suceder en la mayoría de los países, tengan el régimen que tengan. Ahí tienes el ejemplo de Francia o USA, sin ir más lejos.
Publicar un comentario