domingo, 4 de julio de 2021

Otra vez la misma piedra, Martín...

    El otro día estuve con Martín. Me contó que hace un tiempo conoció una chica que le llamó la atención. Se veían mucho por una amiga común y un día la invitó a comer. Cuando todo parecía que iba viento en popa, ella se agobió y se fue. “Otra vez contra la misma piedra” me dijo. “Cuando parece que todo va bien, pasa algo y se jode” añadió. Me explicó que sus experiencias, que bien hemos recogido en este blog, se pueden resumir en una combinación de inseguridades, malas decisiones y mala suerte. “Esta vez ha sido la última”,  indicó. Él hizo todo lo que estuvo en su mano, pero no puedo ser: “no estoy enfadado, simplemente me da pena, mucha pena”.

- ¿Por qué?

- Porque era una chica con la que me apetecía liarme. Me parecía simpática, guapa y divertida. Aquello fluía. 

Sólo quería quedar con ella y pasárselo bien. Por eso duele, por eso le duele, porque vuelve a caer en ese bucle, porque cuando parece que va a dejar atrás fantasmas pasados; que está haciendo las cosas bien, que está seguro, vuelven. Aun se siguen viendo a través de su amiga y, aunque procure estar de buen humor y no se castigue tanto, cada vez que le ve no puede evitar ponerse triste o venirle pensamientos horribles: “es mi mochila, pesa mucho”. Le dije que me recuerda al mito de Sísifo y le pregunté que por qué cree que le ocurren estas cosas: “creo que es por dos razones: porque ven que soy una buena persona y porque no soy tan guapo o atractivo”.

- ¿Cómo?

- Pues que saben que les voy a entender y no me voy a enfadar. De eso estoy orgulloso, hay que ser buena persona. 

- ¿Pero lo otro?

- Pues eso... Que si estuviera mejor o fuera más atractivo, no me pasaría tanto. Lo he visto con chicas con las que he quedado. Esa es la realidad y duele; duele mucho.

Me quedé totalmente en shock. No me esperaba esa respuesta tan cruda. Aun así, Martín prosiguió: “esa es la realidad y hay que asumirla, aunque duela”. Me explicó que iba a buscar cambiarla, que no sabía cómo, pero que iba a hacerlo y me contó los consejos que le dio una amiga para empezar a darle la vuelta a la situación: sitúa lo que pasó en el plano que le corresponde, entretén tu cabeza, no te dejes arrastrar por la espiral y trabaja poco a poco las asignaturas pendientes. “Yo no voy a ser el puto Sísifo”, concluyó. Aunque duela, aunque le duela, porque como le dijo otro gran amigo: “hay cosas que nunca vas a poder cambiar, sólo puedes controlar lo que te afectan”. Y en eso está Martín. Situando, no dejándose arrastrar y trabajando, trabajando mucho para dejar controlar a sus fantasmas. Aunque ahora le duela el corazón. 

- Quizás vaya más despacio, pero prefiero hacerlo bien y despacio que rápido y mal. Hasta ahora me ha ido bien.

- Pero el tiempo vuela, Martín.

- Sí, por eso intento acelerar.

Y eso intentó hacer esta vez, pero salió mal. Antes de irse, me prometió que cuando tuviera otra oportunidad igual, lo volverá a intentar: "Si tanta gente lo consigue, yo no voy a ser menos".


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