martes, 12 de enero de 2010

Exámenes

Los exámenes son siempre época de estrés. El tiempo no da para más y cada uno se acuerda del que ha tirado a la basura, mientras se anima cuando ve que sus compañeros van igual o peor que él. Es el único consuelo, o autoengaño, que nos queda para sentirnos mejor con nosotros mismos y engañar a nuestra conciencia. Sin embargo, con los años uno se da cuenta de que no sirve que los demás penquen si uno penca. Ellos, como mucho podrán echar una mano. No obstante, nunca podrán sacarte las castañas del fuego, porque eso es responsabilidad de uno mismo. La responsabilidad demanda una madurez espléndida, ya que ésta aparece en los buenos y en los malos momentos (coge más peso en los segundos). Es la conciencia de que se ha hecho algo; el darse cuenta de la capacidad de actuar que tiene uno y las repercusiones que conlleva.

Como todo en este mundo, la conciencia aparece más en los malos momentos. En los buenos la vida fluye. En los malos, sin embargo, parece que se atasca. Es ahí dónde aparece la responsabilidad. Errar es de humanos y arrepentirse también. Uno puede equivocarse inconscientemente, pero ha de ser consciente de su error; sino éste no tendrá solución. Es la vida en su esplendor, sin error no hay solución ni aprendizaje. Como diría Mao-Tse-Tung “en el embrión de la victoria de las japoneses estaba su derrota”. Esta afirmación se transforma en el popular “no hay mal que por bien no venga” que tantos dolores de cabeza nos ha evitado. Aun así, para que el “bien” venga necesita de nuestra acción, de trabajo y esfuerzo. El “bien” no va a venir porque sí. Eso ocurre muy pocas veces y cuando ocurre es casual. Además, si lo esperamos lo habitual es que no aparezca y nos hundamos profundamente en un mar de sinsentidos y vanas esperanzas. Eso sí, no olvidemos tampoco que en el embrión del “bien” puede estar el “mal”.

Los exámenes son época de trabajo y esfuerzo. Algo poco valorado por nosotros que hemos nacido en comodidad. Qué felices fueron nuestros abuelos cuando trabajaban de sol a sol. Qué bien lo pasaban. Nosotros, sin embargo, somos infelices. No sabemos apreciar los momentos buenos que nos brinda la vida y que brindamos nosotros a los demás. Quizá porque no hemos vivido malos momentos de verdad. Sobre todo materiales. Me resulta imposible que nadie haya tenido jamás una crisis existencial. Todos nos preguntamos por cuestiones existenciales y al final llegamos hasta el final de la duda, ¿para qué estamos aquí? Estas dudas son consustanciales a nuestro ser y a una época fundada en el “pienso luego existo”, que se complementa con el “y opino”. Tenemos conciencia personal. Ahora sólo nos falta conciencia comunitaria y administrar el espacio/ tiempo a largo plazo. La vida es larga y los exámenes son únicamente una prueba más, hoy importante y mañana pasada.

4 comentarios:

Sasetaurrena dijo...

Animo JOn que los examenes tambien son una oportunidad cojonuda para demostrar que eres un magnífico plumillla

Jon dijo...

Muchas gracias Kandido. A ver si hay suerte.

Anónimo dijo...

me encanta cómo te expresas, jon. eres muy bueno escribiendo. tampoco son a vida o muerte, yo creo, se supera poco a poco.

Jon dijo...

Gracias por el piropo. Lo que pasa es que cuando estás a poco de examinarte pierdes la perspectiva de la realidad.