Siempre se dice que las mujeres son complicadas y los hombres sencillos. Parece que nosotros no nos cuidamos nada pero ellas, en cambio, se pasan el día dando vueltas a su imagen para estar lo más guapas posibles. Es una convención social, las mujeres deben estar guapas para los hombres y eso muchas veces les obsesiona. Hasta hace bien poco, las mujeres sólo se interesaban en pescar marido y aunque muchas sigan en esa tónica, otras piensan en su desarrollo personal. Quieren vivir sus propias vidas, sin ataduras, y ser libres. Aun así, la imagen sigue siendo básica para ellas. Es la herencia del pasado.
Para los hombres hay una imagen común: la de la tía buena o ejemplo a seguir. No es que sea una imagen muy nítida, ya que cada uno tiene sus gustos, pero tiene puntos en común como la delgadez y la belleza facial. Otros atributos como los pechos pueden ser discutibles, pero las dos características anteriores no. Una tía buena debe ser guapa, sin exceso, y delgada. No obstante, la inteligencia no tiene peso. Es lógico porque estamos hablando de tías buenas y no de mujeres inteligentes. Lo que no es tan lógico es que las tías buenas tengan más aceptación que las mujeres inteligentes, bien que estos dos tipos de mujeres pueden ser complementarios. Una mujer puede ser bella e inteligente a la vez, aunque la primera tenga más peso que la segunda. Un problema que tiene nuestra sociedad es su superficialidad. Por eso, es corriente que las mujeres bellas sean antes aceptadas. Pero no todos los hombres son así. Hay muchos varones que no tratan a las mujeres como objetos, sino como personas. Esos varones suelen ser del prototipo que no se come un rosco. Muchas veces he pensado que el mayor error que hemos tenido muchos ha sido tratar a las mujeres como personas y no objetos. Me explico: pensaba con el pito. Aunque es cierto que los mejor vistos por las mujeres son los más atractivos. Porque las mujeres son igual de superficiales que los hombres. Además, son mucho más selectivas. Mientras que al hombre no le importa mucho la mujer, a la mujer sí que le importa el hombre y lo utilizan como objeto para su propio provecho. Es la sociedad de la imagen.
Este delirio superfluo lo sufren más las mujeres que los hombres. Como bien se ha expuesto antes: la mujer está más preocupada por la imagen que el hombre. Gran parte de su felicidad depende de ella. Así es que la mayor parte de trastornos que tienen algo que ver con el físico lo padecen las mujeres. En parte es normal, porque ellas dependen más de su físico y ven en él su arma más poderosa. Al mismo tiempo, su imagen de sí mismas tiene mucho que ver con su autoestima. Una mujer que se ve guapa es una mujer con la autoestima alta, en cambio, una mujer que se ve fea es una mujer con la autoestima por los suelos. Por no hablar de las mujeres que se ven gordas y no desean más que adelgazar para convertirse en una tía buena más. Estas mujeres sufren mucho y llegan hasta a dejar de comer o vomitar lo ingerido para conseguir bajar el peso y la talla. Además, cambian su personalidad. Es su culpa, pero también la nuestra por exigirlas ser perfectas. Somos cómplices de sus trastornos. Inconscientemente, les exigimos que se ajusten a los cánones de la tía buena y les rechazamos por no llegar. Al igual que ellas que nos exigen ser tíos buenos y los que no llegamos nos quedamos como mejores amigos. Menos mal que yo he tenido suerte.