viernes, 31 de julio de 2009

ETA, 50 años.

Estamos de aniversario. Hace medio siglo el Lendakari recibió una carta de un grupo de 8 jóvenes, que anunciaban el nacimiento de una nueva organización “Euzkadi Ta Azkatasuna”. Lo habían decidido tras un proceso largo que duró varios años. Entre los firmantes estaban Julen Madariaga, el escrito Txillardegi o Rafael Albizu (padre de Mikel Antza). Eran jóvenes que reprochaban al PNV su pasividad ante el régimen franquista. Al principio, ETA fue una organización abertzale, pero poco a poco, sobre todos después de la V Asamblea, se convirtió al marxismo-leninismo y aceptó luchar por la independencia y el socialismo de Euzkadi por todos los medios posibles, incluidas las armas. Eran tiempos de revoluciones como mayo del 68, que pegaron fuerte en la juventud europea y que inspiraron a ETA. Además, la violencia del Estado ayudó a la consolidación de la organización terrorista, que tuvo su pico de popularidad cuando asesinó a Carrero Blanco. Los métodos violentos con los que el Estado reprimió a los miembros de la organización fue el principio de una espiral que llega a nuestros días. Es el “acción-represión”; un enfrentamiento entre el MLNV y el Estado, que fortalece a ambos, pero que debilita a la sociedad en general.

En estos 50 años ha habido además tiempos para la esperanza. Hemos tenido varias treguas que, a pesar de ser unas cesuras tácticas, han esperanzado a la sociedad vasca que veía la paz cerca. No obstante, la obstinación de ETA por controlar todo las mandó a paseo. ETA condicionaba el proceso hasta un punto en el que era inasumible para las otras partes, lo que validaba a la banda para culparlos del fracaso de paz. Además, salía fortalecida desde un punto de vista táctico, ya que el Estado la validaba como interlocutor político y no como banda terrorista. Su mayor victoria táctica llegó en Leizaran cuando, con sus presiones, consiguió cambiar el trazado de la autopista. Era una época en la que el MLNV estaba marginado gracias al pacto de Ajuria-Enea, pero en la que ETA llegó a un acuerdo, por medio de una organización ecologista, con las diputaciones y gobiernos respectivos. Además, ETA ha sabido aprovechar estos impases para pescar en río revuelto. La organización juega con los abertzales que los creen “hermanos descarriados”. Así lo hizo en Lizarra, así lo repitió en Loyola y así han dividido a EA, con una táctica muy sencilla que consiste en atacar a las bases de EA mientras se camelaban, Polo Soberanista de por medio, a los dirigentes.

Pero no nos engañemos. El Estado socialista vasco que defiende ETA no es el mismo que queremos construir los abertzales. Así lo afirmaban ellos en la V Asamblea, cuando dudaban si decantarse por un Frente Nacional vasco o por un Frente Obrero estatal. El primero serviría para llegar a la independencia, para más tarde luchar contra el PNV por el modelo de Estado. Además, en ese hipotético estado socialista vasco nuestras libertades quedarían pisoteadas. Sería como vivir en Cuba o Albania (su modelo durante los 80). Por eso han ido contra las instituciones vascas, porque aborrecen el sistema democrático liberal. Nosotros, en cambio, queremos construir un estado democrático vasco en la que las libertades, derechos y obligaciones sean una realidad. Un estado democrático como lo son los que nos rodean. Aunque sea imperfecto y aunque esas imperfecciones den pie a ETA, que se aprovecha del mínimo resquicio para sacar partido.

Hoy se cumplen 50 años de tortura para el Pueblo vasco. 50 años de sufrimiento y dolor que no han servido para nada. ETA no ha conseguido ni conseguirá nada. Porque no representan a nadie más que a sí mismos y porque no tienen derecho a exigir nada. La sociedad vasca les ha dado la espalda y lo seguirá haciendo. Por eso, es deber de los abertzales, en particular, liderar la deslegitimación social de la organización y su entorno. Tenemos que ser nosotros, los que queremos una Euzkadi libre, quienes pongamos el grito en el cielo cada vez que se vulnere un derecho en nuestro país y quienes, por medio de la palabra, dejemos sin argumentos a los violentos y sus acólitos. No vale únicamente gritar “ETA KANPORA”, hay que decir también “HEMEN GAUDE”.

jueves, 30 de julio de 2009

ETA KANPORA

Beste bonba bat ipin du ETA-k. Bi pertsona hil ditu. Zertarako? Auskalo, baina ez dute, bortizkeriaren bidez, ezer lortuko. Inola ez ezta inoiz ere. Horrela soilik gure amorrua areagotuko dute, egiten duten lez.

Orain, “eskubiden guztien jabe” direnen hitzak faltan botatzen ditut. Non dago Otegi? Non dago Askatasuna? Non dago “Ezker Abertzale”? Ba ostonduta, lotsa edo harrotasuna sentituko dutela eta. Ez zait axola.

Euskaldunok ezetz esaten diogu ETAri, baita bere menpe dagoen “nebulosa” sozio-politikoari ere. Ezetz esateko garaia heldu da. Ausartuko zarete?

ETA EZ

Las armas las carga el diablo

La paz ha sido siempre un anhelo del hombre. Desde el principio de los tiempos, a pesar de haberse empeñado mucho en pelear, ha buscado la paz. Puede que haya sido la “paz de los cementerios”, pero al fin de al cabo, es paz, aunque sea peor que una guerra. Así hemos estado de generación en generación, con las armas en la mano o el pánico en el cuerpo, sobreviviendo a conflictos que rodeaban nuestras vidas. De Oñacinos y Gamboinos hasta el modelo republicano contra el tradicionalistas. Y todas esas balas y sangre ha sido derramada por nada o casi nada, ya que la Historia juzga y pesa. No seré yo quién quite importancia a la Revolución Francesa, pero el peso de la moral impidió un cambio total. Por eso han sucumbido las grandes teorías, las grandes utopías, porque han intentado ir en contra del tiempo, lo han querido manejar a su antojo, y eso les ha hundido. ¿Acaso la Historia no tartamudeó con Stalin, quien se parecía más a un Zar que a un líder revolucionario? ¿Acaso no tartamudea cuando en Francia se sale a la calle?

El antropocentrismo es algo relativamente moderno. Antes pensábamos que dependíamos de Dios y en otro tiempo del Sol y los astros, sin embargo, ahora pensamos que dependemos de nosotros mismos. En una cierta medida así es. Pero no podemos olvidar que dependemos de “nosotros” y no de “yo”. Porque la Historia es algo colectivo, además de lineal. Un acontecimiento lleva a otro, que explica el siguiente. La Historia es acumulativa, tal y como es nuestra mente. Y esos datos dejan un rastro, que más tarde se integrará en otro dato y así hasta el fin de nuestros días. Por eso cometemos los mismos errores, porque, parafraseando a Marx, “hablamos siempre el mismo idioma”. Ese monolingüismo evita que podamos empezar de cero y nos obliga a tener paciencia. Sobre todo con los cambios imprescindibles, que son los más complejos y duros. La paz no llegará pronto, quizás jamás lo haga, pero si empezamos a pensar que las armas las carga el diablo, puede que llegue antes de lo que pensemos. Aunque sea ficticia.

miércoles, 29 de julio de 2009

El romanticismo adolescente

Los jóvenes creemos que el mundo está en nuestras manos. Pensamos que podemos cambiarlo a nuestro antojo y nos dedicamos a criticar a diestro y siniestro lo mal que está montada nuestra sociedad. Nos quejamos de las injusticias en el mundo y de lo corrompido que está el poder. Fabricamos nuestra utopía según lo que nos rodea. Y, además, consideramos nuestra utopía como universal. Somos idealistas incorruptibles, de los íntegros que luchan hasta el final. Conocemos a gente como Becker, el Ché Guevara o Mariano José Larra que dejaron su vida por lo que pensaban. Unos en un campo de batalla y otros en un cuarto con un escopetazo en la boca. Hubo muchos que pensaron que se iban a comer el mundo, pero al final ha sido éste quién se los ha comido. Gente que pasó de ser maoísta a neoconservador sin quitarse la gorra de la razón y que sigue sentando cátedra allá dónde va. Pero eso no es lo que me interesa.

Lo realmente interesante, el nudo gordiano, es que todos los románticos adolescentes tienen los mismos “dejes”. Leen, escriben, sufren y padecen lo que les hace sentirse “más auténticos”. Se sienten diferentes al común de los mortales, ya que ellos no se enfrentan a problemas “superficiales”, sino que ellos desafían a la existencia. Además, sufren por un amor irredento o por un contexto social que les ahoga con su decadencia y su mediocridad crónica. Encima, les inspira un espíritu de rebeldía que les hace enfrentarse a la sociedad, para intentar salir de ella y refugiarse en sí mismos. Es la crítica al sistema, en forma de descontento con el ambiente colindante.

Al mismo tiempo, descubren autores que llenan sus vacíos existenciales. Gente que ha sufrido lo mismo, normalmente suele ser gente de una talla intelectual más alto que la media – igual que el de los adolescentes románticos—que con sus historias llaman a la melancolía por su nombre y descubren nuevas dimensiones al joven. ¿Quién no se ha emocionado leyendo a Gabriel Celaya cuando afirmaba que la poesía es “un arma cargada de futuro”? ¿Quién no sintió un vacío cuando la URSS, la mayor utopía para los jóvenes; el mundo alternativo al capitalismo, se derrumba gracias a la fina crítica de George Orwell? ¿Quién no se ha identificado con las biografías de otros ilustres intelectuales, que también sufrían de spleen?

El problema viene cuando ese romanticismo es fuente de sufrimiento ante la impureza del mundo. Y cuando hablo de sufrimiento, me refiero al profundo desasosiego que se sufre cuando se da cuenta de que su existencia es absurda, ya que no tiene sentido por sí misma; sino que depende del sentido que le dé uno mismo. Mucha responsabilidad, en definitiva. Más aún, cuando se ha superado la barrera estética y todo aquello que, a priori, parecía bello se convierte en un infierno. Sin embargo, ese infierno ayuda a madurar, puesto que quien no aprenda a sufrir jamás podrá superar las adversidades.

El romanticismo juvenil o adolescente es una época de ilusiones que desemboca en la tremenda resignación del existencialismo, que quita cualquier sentido a la vida y se lo confiere a la muerte. La derrota era bella, pero ahora se ha convertido en dolorosa.

¡Bella inconsciencia que quitas y das ilusión, devuélveme lo que me quitaste!

martes, 28 de julio de 2009

¡Ciruelos!

Suele ocurrir que cuando uno es espontáneo, no controla lo que dice o hace. No es dueño de su ser y así vienen desgracias, pero también gracias. Desde hacer un comentario ingenioso a echarse un pedo en la mesa. Nadie sabe, a ciencia cierta, qué pasa por la cabeza de los espontáneos, sólo se sabe que lo sueltan. Así, sin cortarse un pelo. Son sinceros, quizá demasiado, y por eso admiramos esa espontaneidad en la medida que nos odiamos a nuestros mismos. Es un paradoja, como tantas que tiene la vida. El ingenio es un arma de doble filo, que puede herir a la vez que cura. Se ve que, en definitiva, ser espontáneo es inestable. Igual es por eso por lo que nuestras madres nos repiten que pensemos dos veces las cosas antes de decirlo. Aunque perdamos frescura, no ganaremos en disgustos.

Qué jodido es ser políticamente incorrecto y gracioso por escrito. Es más difícil que describir a un ciego un amanecer. Menos mal que algunos lo consiguen, sino estaríamos abocados al bostezo eterno. Qué bueno es que haya más gente que tenga otras virtudes. Somos todos diferentes y esa es nuestra piedra de salvación y consuelo. Siempre hay alguien peor que tú...

domingo, 26 de julio de 2009

El cínico despelote

Durante los últimos siglos la mujer ha sido tratada como un objeto. Esa discriminación injusta ha sido una constante. El “sexo débil” (no lo creo así) ha sido tratado peor que los animales, ya que fue relegado a un tercer por su sumisión al hombre. Todo por culpa de Aristóteles, que las consideraba “inferiores por naturaleza”, algo que es incierto, porque somos nosotros los que “babeamos” detrás de ellas. Quizás por esa herencia histórica – no todo lo que se hereda es positivo—las mujeres se reivindiquen hoy en día, mientras inconscientemente nos hacen sufrir a los hombres. Se han dado cuenta de que valen tanto o más que nosotros y han explotado su potencial, algo que en otro tiempo era más sutil y sensual por la peligro que llevaba. Es una teoría quizás machista, pero creo que otra coincide con la realidad.

Después de haber marchado por el Sur así lo entiendo. He visto muchas mujeres bellas y sensuales, que vestían así por verse válidas y bellas. Y ambas cualidades iban unidas al número de hombres, algunos “moscones”, que se les acercaban. La estética en las mujeres es esencial. De su belleza puede depender muchas veces su estado de ánimo. La herencia histórica, que las colocó como bellos floreros, pesa aún como una losa en una sociedad que resalta la belleza exterior, relegando la interior a un segundo plano, más concretamente, a un “largo plazo”. O, al menos así lo entiendo, porque las mujeres no se acercaban a los hombres. Más bien todo lo contrario, esperaban, mientras danzaban, a que se les acercasen para luego elegir con quién querían estar. Puede que sea algo biológico—resulta bastante salvaje--, pero me extrañó que en una tierra tan “pasional”—no hay más que ver la figura de Carmen – se viera tan poco sexo. Los vascos, en teoría, vamos a allá en busca de la carne, aunque al final acabemos ahogando la noche en vasos de cerveza.

Es una auténtica pena que en su subconsciente, muchas mujeres se vean como objetos sexuales y estén acomplejadas por su cuerpo. Nada más lejos de la realidad. La belleza es algo que va unido a nuestra sociedad, cada día más hedonista. Mentiría si afirmara que no me gusta ver mujeres bellas, pero faltaría a la razón si apostillase que aceptaría a una con la que no pudiese cruzar más de dos palabras. Es importante combinar ambas cualidades, porque la belleza no es únicamente exterior. El interior vale y ya es hora que empecemos a valorarlo. Quizás así nos ahorraríamos algún que otro disgusto, como el enamorarse de mujeres florero.

domingo, 19 de julio de 2009

Cerrado por vacaciones

Uno que se va de vacaciones y deja el blog hasta la vuelta. Como no sé si podré escribir desde Conil, me despido de quien me lea.

Hasta la vuelta y a pasarlo bien

miércoles, 15 de julio de 2009

El poder de la noche

Soy noctámbulo, lo admito. Me gusta la noche. Me parece que es el mejor momento para disfrutar de la vida, ya sea solo o con compañía. Su tranquilidad me hace reflexionar y dedicarme a cosas que no hago en horas solares. Encima, cuanto más tarde es, mejor me siento. Porque la noche me envuelve en su oscuro manto que da un aire misterioso a las cosas. La noche es tiempo de soñar, de melancolía, de alegría y de jaranas. Es, en definitiva, tiempo para dar vueltas a la cabeza. Incluso, es tiempo de inspiración.

Me da lástima que estemos acostumbrados a la luz y aguantemos tan poco la oscuridad. Pero la vida es así y hay que aceptarla con todas sus contradicciones. Somos animales de luz. Nuestro cuerpo la asimila bastante mejor. Quizás sea porque la luz da vida o porque es alegre. Pero lo que es indudable es que el sol alarga la vida. No hay más que apreciar como las personas mayores disfrutan con un simple rayo o como nos alegramos cuando hace un buen día. Amamos lo estéticamente bonito, aunque no podamos alcanzarlos. Somos contemplativos, pero también activos. Somos un animal complejo.

La noche es el tiempo de la soledad. Es cuando uno se acurruca en sí mismo, mientras busca respuestas. Es también tiempo de jaleo y jarana, pero eso ya no es noche, sino fiesta. Sólo cuando la oscuridad afecta a la profundidad de la mente nos damos cuenta del valor del cielo oscuro. Hasta ese momento la noche es secundaria. Es curioso como nos acordamos de ella cuando nada queda. Por eso es tan importante, como todo aquello que no apreciamos hasta perder.

martes, 14 de julio de 2009

Tiempos de soledad

Todo humano tiende a superarse. Todos queremos hacer las cosas mejor y conseguir lo que deseamos, aunque después queramos más. Es ese afán el que nos hace seguir adelante en la vida, es esa ilusión por obtener los desconocido o recuperar lo perdido. Sin embargo, hay pequeños descansos en los que uno no sabe qué desea, puesto que quizá no sea lo que más le convenga o no está preparado. Los cambios bruscos pueden ser para mejor, pero una resaca es muy dura, más aún en tiempos de soledad. Tiene que ser complicado vivir solo, más bien, sobrevivir. Porque aunque es mejor estar solo que mal acompañado, la falta de relación con otra persona al final acaba pasando factura. Por eso, yo admiro al eremita que triunfa en la vida.

Es muy común, desde un punto de vista únicamente romántico y estético, ver la soledad como algo sublime, como la expresión de la belleza según la tristeza. Es el pensamiento humano en estado puro y un gesto asociado a la sabiduría. Por eso, la gente se hace fotos pensativo, porque así cree que es más interesante e inteligente. Puede que dé la facha, pero quién es interesante lo será pose o no, ya que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Los gestos, gestos son. Aunque canalicen la resignación por un mundo tan distinto al que soñamos.

Hubo un tiempo en el que yo también amé la soledad. Era un reto apasionante. Era la superación propia, el poder tirar solo del carro mientras los demás lo hacían acompañados. Era ser fuerte, sentirme superior a los demás. Sin embargo, ahora me parece más un lastre. Quizás sea porque he experimentado otras cosas que parecen más atractivas. Aun así, creo que es imprescindible tener un rincón en el que estar con uno mismo. Igual por eso las parejas tienden a distanciarse. Puede que al no saber medir los tiempos de soledad se vayan al cuerno. Es una tesis como otra cualquiera, pero que también es válida. Las cosas son muchas veces inexplicables desde el punto de vista humano. Es el síntoma de nuestra lucha sin brújula por la perfección.

lunes, 13 de julio de 2009

Tomar la medida al nuevo tiempo

Ahora que el tiempo corre más rápido y los ciclos son más cortos es más difícil medir el período entre un ciclo y otro. Más aún, si cada ciclo es más corto o va más rápido que el anterior. La inmediatez, el “just at time”, ha sustituido a la paciencia con la que nuestros antepasados se tomaban la vida. Es verdad que el stress existía, pero era en otra medida, ya que era menos intenso. En la actualidad, en la que se puede comunicar en tiempo real con la otra punta del mundo, esta enfermedad se ha socializado hasta el punto en el que cualquiera puede estar agobiado por el trabajo o los estudios. Este problema subyace de dos problemas diferentes; primero, que no sabemos medir el tiempo, ni dominarlo; y segundo, que cada día nos piden más cosas en menos tiempo, por lo que, hemos de ser extremadamente eficientes. A veces llega un punto en el que el error, algo típicamente humano, debe ser borrado a no ser de que uno se quiera borrar a sí mismo.

En estos tiempos que corren nos hemos visto convertidos en robots al servicio de una maquinaría engrasada por gente que juega con nuestro dinero. Una máquina que aplasta y en la que sólo se puede sobrevivir si se consigue aguantar el ritmo que impone. El error debe ser una quimera, ya que el mínimo despiste puede hacer perder el tren del “progreso”, lo que condenaría al fracaso cualquier proyecto. Es bastante probable que, una vez acabada la carrera y aun trabajando, tenga que seguir estudiando. No sé qué será, pero la formación va a ser continua a lo largo de nuestras vidas, puesto que el nivel de exigencia subirá con el tiempo. Para mí esto no es un problema, porque en la vida uno no para de aprender, pero se puede convertir en un conflicto en el instante en el que el nivel de exigencia sea tan alto que la mayoría de la población nos quedemos descolgados. Porque si para algo se creó el Estado de Derecho es para evitar que la sociedad fuese ordenada según la Ley de la Selva, en la que el más fuerte dominaba a los demás.

Pero el devenir de los tiempos, gracias al neoliberalismo, recuerda bastante a los animales de la selva. Con un Estado débil, las multinacionales pueden campar a sus anchas, además de privatizar los beneficios mientras que se socializan las pérdidas. Es la naturaleza misma de la crisis actual económica, que además muestra la hipocresía de un modelo que detesta la intervención del Estado mientras que le pide socorro. De hecho, es un modelo que recorta los derechos de los trabajadores, pero que evade a los mandatarios de sus responsabilidades. Los responsables de la actual crisis no han pagado sus errores, sino que son los trabajadores (sean de la condición que sean) y las pequeñas empresas quienes lo han hecho, por lo que el paro ha aumentado exponencialmente. Encima, esta crisis demuestra que el hombre cae dos veces en la misma piedra. Sobre todo, porque la raíz del problema radica en que la libertad absoluta no nos conviene, ya que ésta sólo favorece al más fuerte. Esta realidad, además, demuestra la tiranía que ejercemos sobre nosotros mismos, que es fruto de esa naturaleza superviviente del humano. Somos animales.

Por eso, ante el nuevo tiempo que se abre es imprescindible saber medir los tiempos. Debemos interiorizar que la inmediatez no conlleva necesariamente el éxito. Hacer las cosas deprisa y corriendo no es bueno, sino más bien perjudicial. La vida es demasiado larga y está compuesta por demasiados ciclos como para acortarlos o condenarlos al fracaso. Nuestro devenir no es más que el reflejo de la existencia humana. Nuestro fracaso económico es nuestro fracaso como especie, aunque no sea un fracaso absoluto. Porque, aunque estemos peor que hace unos años en el ámbito económico, no quiere decir que el mundo se vaya a acabar o que sea la hecatombe. Hay que mirar con perspectiva, porque el pasado a veces es la mejor escuela para entender el presente y mirar al futuro. Aprendamos, pues, de nuestro errores.

sábado, 11 de julio de 2009

12 años del secuestro de Miguel Ángel Blanco

En una taberna de Pamplona he leído en el Diario de Noticias que hace 12 años que ETA tuvo la feliz de idea de secuestrar a Miguel Ángel Blanco. Fue otra de sus ideas de bombero que han sumido en el drama a muchas familias de Euzkadi y alrededores. Su escalada macabra nunca había adquirido tal crueldad, y eso que han asesinado a críos, como con el concejal de Ermua. Miguel Ángel Blanco era un joven que tocaba la batería, hijo de gallegos (como casi todo Ermua), que vivía con normalidad, que tuvo la mala suerte de que Txapote y compañía lo decidieran utilizar como carne de cañón para negociar el acercamiento de los presos de ETA a Euzkadi. Una reivindicación que comparto, pero que no debe hacernos olvidar que los presos de ETA son asesinos o cómplices de otros ciudadanos. Está bien recordarlo, porque para muchos son “gudaris” que luchan “por la libertad de Euskal Herria”. Es otra manera de decir que se dedican a asesinar a quien no piensa como ellos.

Hace 12 años yo estaba en un campamento en Briñas y era ajeno al drama que vivió la sociedad vasca. Mi hermana me lo contó una tarde en Leketio, porque yo aún vivía en mi ingenua burbuja de niño. Años más tarde tomé conciencia de la salvajada que había cometido ETA, que marcó un antes y un después en el mundo del MLNV. Hubo que esperar a un cruel asesinato cronometrado para que algunos se diesen cuenta de que ETA son despiadados y para que la sociedad vasca soltase toda su rabia contenida. Un dolor de muchos años de silencio por miedo a la mafia etarra. Es una pena que aquel "espíritu de Ermua", que era una protesta contra ETA, fuese monopolizado por quienes, algunos con un pasado de hacha y serpiente, lo intentaron utilizar contra el nacionalismo vasco e intentaron rentabilizar electoralmente el dolor de una sociedad que anhela la paz. Una posición, por cierto, éticamente miserable, aunque muy provechosa para su hermana, ahora parlamentaria del PP, que niega a otras víctimas del terrorismo (que no es de un único cuño) lo que a ella, en teoría, le negaban todos los Gobiernos que no comulgasen con su ideología. Una forma curiosa de afirmar que sólo está contra ETA el Gobierno que esté con ella.

Y han pasado 12 años y seguimos con este problema llamado ETA. Y seguimos sin encontrar soluciones y con un Gobierno vasco que intenta con sus peroratas contra ETA, muy poéticas ellas, legitimar un pacto antinatura entre el PP y el PSOE. También el MLNV sigue igual, con su ética de campo de concentración, que se sigue creyendo guardián de Euzkadi (ahora Euskal Herria) y dueña del futuro de los vascos. Menos mal que ahora tienen una legitimidad social menor, gracias, en parte, a dos “procesos de paz” (por llamarlos de alguna manera) frustrados. Ya es hora de que nos demos cuenta de que la lucha armada es la base de su fuerza, sin ella no serían nadie, puesto que no tienen un elemento de presión. Sino, ¿cómo explicar en estos dos últimos procesos de paz se les considerase como “interlocutores políticos”?

Que se vayan.

jueves, 9 de julio de 2009

Quo vadis?

Muchas veces cuando me percato de lo que leo, me siento un colgao. Pienso que soy un friki, porque ojeo cosas que no se lee casi nadie, lo que me hace sentirme alejado de la mayoría de gente de mi edad. No es cuestión de superioridad o inferioridad, sino de que somos diferentes, en general. Me parece que tengo otras preocupaciones, que no atañen a la mayoría de la población juvenil – o por lo menos, es lo que constato– que parece más materialista de lo que quizás es. Aparte, me veo demodé, porque creo tener las mismas preocupaciones que tenía la generación de mis padres. No sé si las tengo por herencia o por casualidad, que no causalidad. En fin, que me veo como alguien raro (algo que me han dicho muchas veces).

Sin embargo, siempre me he preguntado si los demás sienten lo mismo. Porque me parece imposible que cada cual no tenga sus manías y sus pequeños vicios, que lo hacen diferente a los demás. Dudo que haya alguien que nunca haya pensado lo feo que es o lo aislado que se encuentra. Supongo que todos habremos envidiado a alguien y habremos visto reflejados nuestras deseadas, que no quiere decir que sean inexistentes, virtudes en otros. Porque nos pasamos la vida mirando al prójimo o al ombligo, pero nunca nos miramos a nuestro cuerpo. Además, el reflejo muchas veces parece más nítido que la realidad y puede que por eso la realidad nos sea irreconocible. Sólo en momentos extremos, euforia o pesimismo, somos capaces de ver cómo somos. De hecho, únicamente en esos momentos hacemos juicios sobre nosotros basados en nuestros sentimientos, ya sean de superioridad o de inferioridad.

Parece que resaltar la diferencia es creerse superior. ¡Pues no y mil veces no! Ser diferente no quiere decir ser superior. Incluso, ser diferente tampoco quiere decir ser inferior, sino únicamente explica que no hay como tú. No es algo cualitativo, sino cuantitativo. Lo que pasa es que tenemos miedo a la diferencia. Pero en el fondo, si nos conociésemos mejor, nos daríamos cuenta de que tampoco somos tan diferentes, aunque lo seamos. Tenemos un denominador común: somos humanos. Y a partir de ahí, cada uno hace su camino lleno de preguntas sin respuesta.

lunes, 6 de julio de 2009

¿Qué hacen los demás para ser felices?

Siempre que uno está en una baja época y va por la calle se pregunta qué hacen los demás para estar felices. Es la pregunta mágica, que sirve de consuelo y que, al mismo tiempo, hunde a uno en la miseria. Ver que los demás están contentos mientras que tú no lo estás es una de las peores sensaciones que hay. Es peor que estar sobrio mientras que los demás están ebrios. Por eso, yo me pregunto qué y cómo lo hacen. No reflexiono sobre si lo son, algo que es improbable, sino que lo doy por hecho, ya que a primera vista todos parecemos equilibrados, aunque sea incierto. Es una evidencia que cada uno tenemos nuestros problemas, pero según la época éstos son más agudos. No es lo mismo tener un problema de liquidez económica que uno existencial, ya que el último pone en jaque toda nuestra existencia. De hecho, es difícil vivir algo que crees intrascendente y sin sentido alguno, más aún cuando no ves salida a tus problemas ni siquiera una esperanza.

Por desgracia, estas dudas nos acucian a todos. Dudo que haya alguien que no se haya preguntado sobre los porques de la vida o dudo que haya alguien que no esté dolido o avergonzado por algo que haya hecho. Es más, dudo que haya alguien que no haya pensado qué pasaría si estuviera muerto, cuál sería la reacción de los amigos, familiares y compañía, pero sobre todo de aquello de lo que busca respuesta. De aquello que más añora, ya sea una ilusión o un amor perdido en unas fiestas de pueblo. Siempre hay algo que se espera en forma de sorpresa, de la que uno se hace ilusiones (a veces baldías) y que piensa que soltando al aire se sentirá menos pesado y más libre. Lo peor es cuando esta melancolía, ese sentimiento de añoranza por un momento pasado que no parece que volverá o se reconvertirá en alguno más feliz, se mezcla con música y agudiza esa punzada en el corazón. En ese momento te preguntas por qué son felices los demás y qué has hecho tú para merecer esto. En ese instante te gustaría ser otro y huir de tu propia complicación. Aunque los demás tengan las suyas, preferirías estar en su piel, aparentemente feliz.

De hecho, cuando escribes estas líneas o las imaginas también te preguntas si alguien las leerá e incluso si influirá en el lector, aunque tengas el pensamiento en alguien concreto, que dudas que jamás ojee esta bitácora, ya que piensas que nunca llegará a ella. Es algo que nos ha ocurrido a todos y quien no lo haya sufrido que lance la primera piedra, porque estaré esperando. Esto es, en fin, una de las etapas de la vida. En concreto, la etapa en la que, definitivamente, sales del cascarón y te das cuenta de que lo que los demás decían sobre la vida es cierto. Es cuando descubres los sentimientos en su mayor potencia y te das cuenta de las injusticias cotidianas de tu alrededor. Lo injusto es que los sentimientos agridulces pesen más que los alegres. Será porque soñamos con lo imposible o porque nos creemos diferentes. ¿Quién sabe? Yo ahora sólo pienso en recuperar la ilusión, por eso me pregunto qué hacen los demás para ser felices y por eso envidio a quienes viven con alegría y gozo hasta los 90 años. Ellos han ganado la batalla que nosotros estamos perdiendo.

sábado, 4 de julio de 2009

¿Para qué estudiar si se puede ser Lehendakari con el PSOE?

Después de leer este artículo de Deia en el que se describe la labor de Patxi López, el actual Lehendakari, me pregunto para qué sirve estudiar. Unos dirán que para culturizarse, que necesitamos aprender y otros que sirve para prepararnos ante la vida. Hay muchas más razones para estudiar, pero ver que un tipo sin apenas estudios ni dedicación llegue a ser presidente de la CAV las vacía de contenido. Porque muchos nos pasamos el tiempo entre libro y libro, y no sólo de estudio o por estudio, para poder asegurarnos un puesto de trabajo, mientras que otros, hijos de sindicalistas, eso sí, sin pegar un palo al agua (por no saber, no saben ni idiomas) llegan a lo más alto de la sociedad vasca. Es tétrico y triste y da mucho que pensar, más aún cuando se toma la facha de “bohemio” e intelectual, con fotos en revistas tocando el saxofón y haciendo casi de maestro de ceremonias musical.

Pero no es sólo estudiar, sino tener también una preparación política. Y es ahí donde también falla López, porque, aparte de tener un currículo unido al Partido Socialista, que encima no es muy extenso, apenas está a gusto con los medios ni sabe decir algo fuera del discurso oficial. Es como un títere sin recursos. No sabe más que repetir sus cuatro conceptos abstractos que, como si de una solución mágica se tratase, los utiliza igual para la Economía, la Industria o la Política. Es indiferente lo que preguntes, que la respuesta será siempre la misma, una respuesta abstracta y hueca, que esconde el “cero socialista” para responder a las necesidades sociales. Y lo peor es que aún engaña a gente, que cree que las cosas se solucionan con grandes frases y literatura barata. Pues no, las cosas se arreglan con iniciativa, inteligencia y sobre todo con trabajo.

Ya veremos hasta dónde nos llevan los socialistas, con sus “noes” escondidos en bonitas frases y gestos. Sólo les gustan las fotos, porque la realidad es muy poco “kitsh”. Hay que ser jeta, de verdad, para tener tan poca experiencia e ir dando lecciones a los demás. Qué duro es que gobierne un partido que tiene como su propio fin a sí mismo.

jueves, 2 de julio de 2009

Bienvenido a la vida real

Últimamente estoy sintiendo cosas que los demás decían sentir y que yo no lo había hecho o quizás no en la intensidad en la que lo he sentido. Son cosas varias de esas que te hacen “madurar” y que te muestran, la mayoría de las veces, el lado duro de la vida. Son momentos en los que te gustaría poder decidir tú y en los que te arrepientes de no haber hecho o de haber hecho cosas. “Siempre me hubiera gustado saber qué hubiera pasado si” es una actitud muy humana, porque buscamos un cobijo en las hipótesis. Aunque estemos tristes y apenados. La vida es así. Buscas algo y aparece, pero para cuando te das cuenta se ha ido, la buscas y no está. O pasa también que quieres ser de otra manera, más pausado, más tranquilo, con más paz interior y que, al revés que antes, las cosas desaparezcan. ¡Qué fácil, pero aburrido, sería tener una varita mágica!

También estaría bien valorarse a uno mismo. ¿O no? Aunque a veces es complicado, porque sopesar virtudes y defectos es complicado en un mundo tan subjetivo como el nuestro. Cada uno tiene su criterio y opinión, lo que hace imposible que haya un patrón concreto. Es triste que no podamos contemplar toda la realidad, ya que quizás al analizarla, comprenderíamos muchas cosas. Igual en el mundo de los sueños (siempre que sean felices), algún día.

Es difícil encontrar el equilibrio, más aún cuando se es autodidacta. Porque es una pena que no nos enseñen a vivir y que sea lo “empírico” lo que nos abra los ojos. ¿Por eso somos tan diferentes los unos de los otros? ¿De ahí vienen todas nuestras manías?

Lo único que sé, aparte de que no sé nada, es que la teoría sirve, pero poco. Está bien, es más, hay que, conocer qué pasa, pero ese conocimiento es insignificante al lado del sentimiento que describe. Es más, sentimientos que estéticamente parecen bellos y dignos, muchas veces son un nido de tristezas y dolores. La soledad, la lucha interna resultan poéticamente muy apetecibles, pero cuando la realidad los plasma en el interior de una persona, esa realidad se complica. Quizás lo más duro sea entender que ese dolor es imprescindible para nosotros. El famoso spleen que decía Baudelaire es imprescindible para valorar este mundo, ya que sólo nos damos cuenta de su valor cuando lo miramos desde abajo.

Es difícil entender una vida que te niega algo para enseñarte otra cosa. Es complejo comprender el sistema que modela nuestra existencia. Es tan minucioso y enredado que el pensamiento humano es incapaz de entenderlo y más aún de explicarlo, ya que la imperfección del lenguaje no aborda algo tan lioso, puesto que por mucho que intentásemos explicar nuestros sentimientos con palabras nunca llegaríamos a transmitir lo que sentimos adentro. Por eso son tan importantes los gestos.

Ahora que he comprendido la amargura del poeta (y del joven que está madurando), entenderé sus versos, pero seguiré sin entender los que yo no escriba. Sé que sigo buscando eso, que quizás haya encontrado, pero admito que también puede que lo haya dejado pasar. Y sólo pensarlo me enrabiieta hasta tal punto de entristecerme. ¿Sórdida melancolía y mundo perfecto, por qué lo dejé escapar? ¿O por qué me monto estos castillos de arena, llenos de hipérboles, de los que me puedo arrepentir mañana?

Siempre deseamos lo que no tenemos, por eso no valoramos lo que poseemos.